La revolera

Roca Rey, al borde del volcán

Paco Mora
jueves 12 de julio de 2018

La nota característica de esta temporada, que ha entrado con los sanfermines de Pamplona en su grado de ebullición, es la que están dando los presidentes con sus vacilantes decisiones. De haber ocupado el palco el pasado día once una presidencia con mejor conocimiento de la Fiesta, Roca Rey, que armó la marimorena, habría salido en hombros igualmente pero con cuatro orejas en el esportón. Porque el peruano puso los tendidos al rojo vivo. No había lugar al baile de pañuelos, entrando y saliendo de la barandilla tras la que se parapetan los usías y sus asesores, puesto que las dos orejas fueron solicitadas por el público con la misma fuerza en el segundo toro que en el quinto.

Roca Rey estuvo toda la tarde al borde del volcán, allí donde la lava quema la suela de las toreras zapatillas. Lo suyo fue un auténtico romance de valentía. Se puede torear mejor, con más arte y mayor calidad, pero no se puede aguantar con más rotundidad y quietud las embestidas de los toros, ni dar un paso más del que dio el peruano porque eso sería entrar en el terreno del suicidio. El diamante que nos trajo José Antonio Campuzano del Perú anduvo toda la tarde al borde del volcán. Y es en ese terreno donde se han proclamado siempre figuras populares y taquilleras, los toreros que han revolucionado el escalafón en las distintas épocas del toreo. Frascuelo y Machaquito in illo témpore, Manolete en la posguerra y Litri, El Cordobés y José Tomas antes de ayer.

El día señalado más arriba puso a Roca Rey en la cabecera del toreo como espectáculo, proclamándolo definitivamente, salvo imponderables que no son de esperar dada su buena cabeza, como el torero más taquillero del momento. Siempre fueron este tipo de toreros los que se erigieron en héroes populares. De actitudes como la berroqueña del diestro en cuestión salió aquello de “los valientes a mandar y los artistas a acompañar”. Frase que encierra en sí misma una cierta injusticia, porque siempre también hubo artistas inconmensurables, pero la cruda realidad hace a los valientes ídolos de multitudes. Y el de ahora mismo es del otro lado del charco, se hizo en los ruedos españoles y se llama Andrés Roca Rey. Y no hay más cera que la que arde…

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