FERIA DE JULIO

Paco Ureña y Román, amistad y rivalidad en Valencia

Aplausos comparte una jornada de entrenamiento con el murciano y el valenciano, previa a su mano a mano de este sábado
Gonzalo I. Bienvenida
lunes 23 de julio de 2018

Paco Ureña y Román son dos toreros distintos a los que la vida, a través del toreo, les ha unido. Los diez años que distan sus nacimientos se pulverizan bajo el amparo del grado: matador de toros. Una amistad que no entiende de edad pero sí de respeto. Una vinculación forjada en el retiro escogido de Valtaja, la finca de Eduardo Flores donde entrenan, conviven y comparten todo. A unos kilómetros de la plaza cubierta donde nos esperan se encuentra El Casar, un municipio enclavado en la provincia de Guadalajara con gran tradición taurina y donde ahora viven Ureña y Román.

Las trayectorias del murciano y del valenciano son aparentemente divergentes. Sin embargo, Valencia acogerá un mano a mano cargado de interés. Sus caminos de luces se cruzaron en Alicante y en Pamplona. El balance hasta el momento es de tablas. Una oreja cada uno en cada tarde que han toreado juntos. La corrida de Luis Algarra pondrá los mimbres del desempate aunque para Paco Ureña no se trata de ninguna competición: “La gente piensa que la rivalidad es que nos queremos matar entre nosotros en los mano a mano. No es así. Aquí cada uno quiere torear lo mejor que pueda. Triunfar como sea. Ese es el principal objetivo”.

Paco Ureña: “La gente piensa que la rivalidad es que nos queremos matar entre nosotros en los mano a mano. No es así. Aquí cada uno quiere torear lo mejor que pueda”

A Román torear con compañeros amigos le resulta “raro”: “Cuando toreo con Garrido, con Galdós o en este caso con Paco tengo una sensación muy rara. Todo es normal en el sentido de que estás a tu lío pero al ver ahí cerca a tu amigo notas que algo nos separa. Muy raro”. Una barrera invisible que aísla a cada torero para centrarlo en sus circunstancias, en sus objetivos. Ureña ahonda en esa distancia: “La parte positiva es que al tener confianza con tu compañero puedes hacer algún comentario de forma natural; me gusta este toro, que no le den mucho en el caballo, qué cosa más buena ha hecho ahí… Pero efectivamente cada uno está a lo suyo”.

Un corzo cruza el camino por el que pasean los protagonistas con los perros de Román, Polo y Noah. La conversación se desenvuelve con naturalidad; un repaso a la feria de San Fermín, a sus vivencias desde que se conocieron y en las que aparece recurrentemente nuestro amigo común Javier Marín, matador navarro al que Román brindó en Pamplona la tarde en la que Paco Ureña cayó herido. Un 2018 duro para los dos. Ureña tuvo un problema vertebral tras la cogida de Valencia, otra lesión grave tras un percance en el campo y la cornada de 15 centímetros de la que se recupera durante este encuentro con APLAUSOS. Román cayó herido también en Valencia. Su bautismo de sangre llegó en su tierra y a los pocos días de su reaparición fue en Sevilla donde volvió a derramar su sangre.

Román: “Cuando toreo con Paco tengo una sensación muy rara. Tú estás a tu lío pero al ver ahí cerca a tu amigo notas que algo nos separa”

El coso de la calle Xàtiva les verá hacer el paseíllo este sábado, 28 de julio. Valencia es otro nexo de unión en sus carreras. Los dos califican la plaza de “fundamental” para sus trayectorias. El murciano asegura: “He vivido tardes muy importantes. Probablemente una de las claves de mi carrera sea la de la Feria de Julio del año pasado. Se reunieron muchas cosas. Por un lado la magia del toreo y por otro la épica por la cogida que tuve. Este año, en Fallas, también pude expresarme con la corrida de Garcigrande. Percances aparte, es una plaza que se me ha dado bien y que me gusta por su afición”. Para Román pesa por la responsabilidad de jugar en casa: “Es mi plaza. En la que he crecido, la que me dio a conocer, la que me rescató, la que me apoya. Todo eso se agradece pero también pesa. Hasta el día de hoy todavía no he podido estar redondo de verdad. A Valencia le queda mucho por verme. El año pasado pinché una de mis mejores faenas que fue con el de Cuadri. Valencia es una plaza muy buena, me siento querido pero tampoco mimado, que no me regalan nada. Saben valorar muchos tipos de toreo. Cada plaza tiene su carácter, lo voy descubriendo poco a poco, es muy curioso. Recuerdo ir a la desencajonada de la Feria de Julio de pequeño con mi padre. Todo eso hace que sea una plaza más especial para mí si cabe”.

Román: “Valencia es mi plaza. En la que he crecido, la que me dio a conocer, la que me rescató, la que me apoya. Todo eso se agradece pero también pesa”

La convivencia entre toreros suele ser complicada. El torero por naturaleza es un hombre de retos. Siempre está compitiendo. Resulta agotador aguantar esa tensión diaria y constante. La amistad de Ureña y Román no se encuadra en este marco ya que está fundamentada tanto en el respeto como en la admiración. Para Ureña, Román es admirable por “su forma de afrontar la vida. Siempre con una sonrisa. Como si todo le diera igual dentro de su felicidad. Pero no es así, es feliz porque hace aquello que le llena. Ha sido capaz de reconducir una vida alejada del toro. Lo entrega todo, por eso tiene esa alegría de vivir. Es pura positividad”. Román se ríe abiertamente: “Vaya coba nos estamos dando, ¿no? Pero de verdad te digo que Paco es un ejemplo. Nadie le ha regalado nada. Todo lo que tiene es fruto de su esfuerzo”.

Ureña: “En Valencia he vivido tardes muy importantes. Probablemente una de las claves de mi carrera sea la de la Feria de Julio del año pasado”

La empresa de Madrid apodera a Ureña y a Román. Al primero a través de Simón Casas, al segundo es Nautalia quien gestiona su carrera. Dos toreros que están a un paso de codearse con las figuras pero que por H o por B no lo consiguen. Paco Ureña, desde la madurez, responde con convencimiento cuando se le plantea si espera entrar pronto en esos carteles estelares: “En mi caso hay una trayectoria ahí. Sinceramente, entrar o no entrar en esos carteles no es algo que me quite el sueño. Lo único que pido es que igual que en esto nadie te regala nada, que tampoco te lo quiten. No soy torero por la motivación de entrar en unos carteles determinados. Mi motor está en los partidarios que se desplazan a verme, que tienen interés en seguirme. Y en la devoción que siento por el toro. Tengo mi camino, mi carrera. Cuando deje de generar interés, me iré a guardar ovejas. Si entro en algún cartel es porque me lo he ganado, si no entro será porque no me lo merezca. Mi mente está en mejorar cada día”.

Lógicamente, Román difiere de Ureña en este aspecto pero siempre sin contradecir al murciano: “Cuando he toreado con las figuras he notado como si fuera otra modalidad dentro del toreo. Por el ambiente que te encuentras en la plaza, el toro que sale, el gran nivel que se percibe en el ruedo. Claro que quiero estar en lo más alto y codearme con ellos. Pero coincido con Paco en que no es mi única motivación para estar en esto”.

Ureña: “De Román admiro su forma de afrontar la vida. Siempre con una sonrisa. Como si todo le diera igual dentro de su felicidad. Pero no es así, es feliz porque hace aquello que le llena”

Román conoció a Ureña cuando no sabía bien qué hacer con su vida. Su meteórica carrera como novillero se había tornado en un parón como matador. Unos meses alejado del toreo, sin rumbo fijo. Cayó en la finca de Toñete donde esos días se encontraba Paco Ureña con Manolo Sánchez. Allí descubrió una historia de perseverancia incomparable. Una lucha que le impactó: “Al conocer su historia, sus ocho años parado, pensé “si lo ha conseguido él, ¿por qué no lo puedo conseguir yo?” Me sirvió mucho ver a una persona tan comprometida con la profesión”. Entonces se sucedieron las largas conversaciones, las reflexiones conjuntas, las respuestas a tantas inquietudes: “Al llevar más tiempo en la profesión, siempre que he hablado con Román he tratado de transmitirle mis vivencias desde esa perspectiva. He sido muy constante en mi carrera y muy severo en mis entrenamientos”, aclara el matador de Lorca.

Sus caminos se cruzarán de nuevo en Valencia con los lazos de la amistad bien sellados pero a la vez olvidados en el ruedo para que cada uno pueda desarrollar lo que lleva dentro.

Fotos: JAIME IZQUIERDO

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