Alejandro Talavante, en su tercera actuación en Insurgentes abre, por fin, la puerta grande tras cuajar dos buenas faenas rematadas, esta vez sí, con la espada.
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Alejandro Talavante no falló al dicho de "a la tercera va la vencida" y abrió la puerta grande de la Monumental Plaza México con una tarde muy completa en la que volvió a ser fiel a lo exhibido en tardes anteriores y, muy por encima de su lote, afiló la espada para materializar su objetivo.
Al berrendo que hizo segundo le vio pronto las posibilidades Alejandro Talavante, que apenas lo castigó en el tercio de varas. El quite por saltilleras comenzó a poner en ebullición la plaza y con la muleta cuajó el mejor toreo de sus tres actuaciones en la Monumental. Los naturales surgieron hondos, largos y templados y fueron lo mejor del trasteo de un Talavante que volvió a improvisar en los remates, en los cambiados por la espalda para finalizar por manoletinas. Con las dos orejas en la mano, un pinchazo previo a la gran estocada dejó el premio en un solo trofeo, el primero de su temporada en la México. El quinto, "Orujo" de nombre, fue un toro fuerte y rematado. Talavante inició faena a media altura, consintiéndole y llevándolo muy toreado sobre el pitón derecho para comenzar a someterlo poco a poco algo que consiguió al natural, momento en el que su labor comenzó a tomar vuelo. De nuevo largura y temple en el toreo fundamental y gusto en los remates. Varios circulares pusieron todo a favor para que lograra su primera puerta grande en Insurgentes, algo que materializó, ahora sí, con un estoconazo hasta los gavilanes
Rafael Ortega, tras poner los palos con más arrojo que acierto, pechó en primer lugar con un astado flojo y parado que no le permitió armar faena. Frente al cuarto, que mostró una evidente falta de fuerzas desde que salió por chiqueros, volvió a parear con decisión. En el último tercio, el toro volvió a derrumbarse y el diestro de Apizaco trató de sostenerlo sin demasiado éxito, pasaportándolo con habilidad.
Completaba la terna Juan Chávez que ante su primero, tardo y deslucido, derrochó voluntad tanto en el quite por chicuelinas como en una faena larga que no tuvo repercusión en los tendidos. Con el sexto, otro astado deslucido que para colmo fue muy mal lidiado por la cuadrilla, Chávez puso en escena el mismo patrón, corazón y ganas frente a un pozo seco. El festejo finalizó con la salida a hombros de Talavante en medio del fervor popular.
México, 13 de febrero. Toros de La Estancia, bien presentados y de juego desigual, en general faltos de casta y justos de fuerzas. RAFAEL ORTEGA: Palmas en ambos; ALEJANDRO TALAVANTE: Oreja en ambos; JUAN CHAVEZ: Silencio y silencio. Entrada: 6.000 espectadores.