La página de Manolo Molés

Padilla y Zaragoza, siete años después

Manolo Molés
sábado 27 de octubre de 2018

Y se consumó el milagro. Cuando hace siete años cayó destrozado Juan José Padilla en Zaragoza, parecía que el final de su mundo había llegado, con el añadido de todas las tristezas que trae bajo el brazo lo irremediable. Aquel hombre roto, aquel torero que parecía imposible que volviera a vestirse de luces, sacó la fuerza que solo tienen los héroes bíblicos, de la literatura griega y romana, de los sueños imposibles o de las historias falsas. La suya fue real. Aquel torero casi destrozado que abracé en Zaragoza me enseñó, y enseñó al mundo, que siempre hay una posibilidad para levantarse. Y se levantó en ese récord añadido que solo pueden tener los toreros. He tenido el privilegio de vivir de cerca su resurrección, en la que también colaboraron los suyos, su gran mujer y sus hijos.

Lo normal habría sido que aquel torero nunca más vistiera de luces. Lo extraordinario es que a los pocos días me llamó y fuimos al campo y toreaba con un solo ojo, con unas gafas prestadas horribles, pero con una pasión capaz de poner luz a la negra sombra de las tinieblas. Y sabía que le esperaban veintitantas operaciones para recomponer su cabeza. Pero lo primero era Olivenza. Era el reto. Juan sabía que si lo alargaba más, si entraba y salía de los quirófanos -hasta veintitantas veces-, su alma se iba a enfriar. No quedaba otra. El 5 de marzo, Olivenza. Medio recompuesto por dentro, los dolores y las carencias para él, para tragárselas y disimularlas. Para el público y para el toro, como un pincel, con la fachada encalada y la capacidad, fue siempre su milagro de fe y testicular, de dar la sensación de que solo había cambiado el parche en el ojo. Había mucho más. Llegaron más de veinte operaciones, se va entero pero todavía con averías que reparar. Ha sido muy grande. Ha puesto el nivel de los héroes griegos, de Odiseo, de Aquiles, aunque Juan honró la grandeza de tres cíclopes como Brontes, Esteropes y Argos y quedará para siempre en la historia de los grandes héroes de la Tauromaquia. A la que siempre amó. Y de la que nunca tuvo queja a pesar de todo.

Gran historia, gran final. Padilla será para siempre un ejemplo de superación. Juan honró la grandeza de tres cíclopes como Brontes, Esteropes y Argos y quedará en la historia de los grandes héroes de la Tauromaquia. A la que siempre amó. Y de la que nunca tuvo queja a pesar de todo

Siete años arriba. El Panaderito de Jerez amasó el pan duro de las corridas duras casi veinte años. Y herido, pero no hundido en Zaragoza, cuajó en siete años más de quinientas tardes de toros, con las figuras y el toro que antes no había catado. Gran historia, gran ejemplo, gran final, que acabará en América. Padilla será para siempre un ejemplo de superación. Ojalá, pidámoslo con toda la fuerza, que Paco Ureña siga esa difícil y hermosa senda de los héroes dobles. En la vida y en el ruedo. Su amigo Juan ha marcado el camino. No es fácil pero es de héroes y es de gloria.

TALAVANTE, ESCALDADO CON EL SISTEMA, HA TIRADO LA TOALLA

Se ha ido Talavante. Digan lo que digan, el sistema le puteó y su triunfo en San Isidro no lo valoraron como debían. Y por pedir treinta mil euros de nada, le dieron Puerta, Camino y Mondeño. Ahora está escaldado, y con razón, con el sistema. Y ha tirado la toalla. Debe recapacitar y volver. No sé con quién. Pero ni la mala suerte en el sorteo de Otoño ni la falta de reconocimiento por parte del sistema son motivos suficientes para romper una carrera que el aficionado sí valora. Como valora que una figura como Ponce, treinta años de luces y de magisterio -¡ojo al parche!-, lleve más de cinco mil toros lidiados. Récord en cantidad y en talento taurino. Un torero que lidia el tiempo con magisterio y no se hace mayor sino mejor, que ese es un milagro que tienen pocos en cualquier actividad. Ponce no es un veterano. Ponce es Ponce. Y lo que tiene sello no pasa de moda. Por esos caminos va, cada vez mejor lidiador, Antonio Ferrera, que es otro que madura en el magisterio, en el conocimiento, en el gusto, en el temple y en el toreo eterno. Hay artistas a quienes les viene bien cumplir años. Elegidos.

Una vez me contó Landrove en Algeciras, torero de aquella tierra, buena gente, que había perdido un ojo y que Padilla, que andaba empezando, le decía que era imposible torear así. Landrove, cuando vio a Juan torear, me llamó y sabía que no iba a ser impedimento. Gente heroica.

LA MUERTE DE LOS APODERADOS LIBRES HA DAÑADO LA FIESTA

El año ha sido bueno para jóvenes y veteranos. Sobre todo por Madrid. Emilio de Justo ya tiene billete para ir el próximo año a ferias de primera. Ahí tendrá que afianzarse. Pero tiene armas y motivos. Y Chacón, lidiador del toro duro, tiene temple para el que embiste. Son dos de los muchos que quieren entrar en las ferias. Empieza a haber sitio. Y el bombo ha traído frescura y, a lo mejor, justicia, porque había toreros que no cataban ciertas ganaderías y con el bombo el pastel se reparte. Faltan dos cosas a más del bombo y esa justa excepción de que las seis figuras sorteen seis ganaderías que matan día sí y día también. Todo los demás, a la suerte global. Pero miremos a Francia: nos falta el tercio de varas bello, ordenado, torero, no cruento. Cuatro rayas y cada vez más de largo. No dirás: “Pobre toro”; como mucho dirás: “Pobre picador”. Pero verás si es bravo, tardo o manso. Y verás tres quites en el capote de tres matadores distintos. ¿Sabes lo mucho que se gana con eso? Y luego, tendrá que llegar, Simón lo sabe aunque no lo practica. Pero los empresarios no deberían apoderar. Apoderar sí, solo al público que deja el dinero en su taquilla. La muerte de los apoderados libres ha dañado la Fiesta. Y deben volver.

Volver es soñar. Despedirse es escribir el último capítulo -por cierto, he visto lo de Frank de la Jungla al que le han abierto las puertas de la Tauromaquia. Da igual, él va a lo suyo y las imágenes más cruentas, ahí quedan-; pero me importa más el adiós de un torero de respeto: Manuel Jesús “El Cid”. La mala espada de este Cid le privó de una docena de puertas grandes. Torero honrado, torero de Madrid y de trayectoria limpia. Se va el próximo año y, si todo va bien, hará una campaña amplia en Europa y en América. Hablamos de un profesional. De un torero. Y punto. Suerte, maestro.

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