En tiempos donde prima lo convencional y los nuevos toreros suelen regirse por un mismo patrón, cobra más valor la personalidad. Un modo de interpretar diferente, distinto, pero clásico al mismo tiempo, que llame la atención y a la vez te distinga de tus iguales. Pablo Aguado es el ejemplo perfecto de esta teoría. Por eso le han bastado dos apariciones en el circuito para reclamar focos… y su cuota de protagonismo en 2019.
– “No me esperaba un año así porque solo contaba con la oportunidad de Sevilla. Era jugárselo todo a cara o cruz”
– “La gente está acostumbrada a un toreo más espectacular, aunque el mío sea poco efectista, al final lo bien hecho llega a todo el mundo”
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