La Revolera

El sitio de Zaragoza

Paco Mora
miércoles 12 de octubre de 2011

En la segunda corrida de toros de la Feria del Pilar de Zaragoza, volvió a surgir en un palco presidencial el clásico napoleoncito que se cree dueño y señor de la Fiesta y por ende de la vida y fortuna de los toreros…

… y, despreciando la voluntad, firme y unánimemente expresada, de los espectadores escamotea el triunfo a un torero que se la ha jugado sin trampa ni cartón. El viejo truco de hacerse rogar hasta cansar a quienes agitan los pañuelos para dar una oreja cuando la faena merecía claramente las dos, está ya demasiado socorrido. Y esto es lo que hizo el presidente de la plaza zaragozana con David Mora. El torero dejó suavemente la oreja en la arena y dio una clamorosa vuelta al ruedo sin ella, al terminar la recogió y se la llevó al callejón.

Faltó tiempo para que los policías delegados del callejón sitiaran a David Mora y le pidieran explicaciones de por qué no dio la vuelta al anillo con el apéndice auricular, así como para advertirle que su acción podría ser objeto de sanción. ¡Qué barbaridad! El presidente de la Plaza de Pignatelli, debería decirnos en qué artículo de qué reglamento pone que el torero ha de dormir con la oreja que él se digna conceder. Es más, a un torero vestido de luces, en el ejercicio de su profesión, ni un policía ni el Santo Padre de Roma tienen derecho a pedirle explicaciones de nada. En todo caso que al terminar la corrida, y vestido de paisano, le interroguen en el hotel o se lo lleven, como en los tiempos de la dictadura, a la comisaría más cercana. Que todo se andará, si la policía continúa apalancada en la dirección del espectáculo taurino

Esperemos que cuando la señora Sinde, actual ministra de Cultura, ingrese en las listas del paro junto a sus compañeros de gabinete, notemos los aficionados que la Fiesta de los Toros ha ingresado en el Ministerio de Cultura. Porque lo que es ahora la citada señora mira para otro lado, sin darse por enterada sobre cualquier contingencia. Una de las primeras cosas que deberá hacer el nuevo Gobierno de la nación salido de las urnas, es arbitrar la manera rápida y eficaz de que los policías bajen de los palcos presidenciales de las plazas de toros. Que la Fiesta permanezca en manos de la policía es perpetuar una imagen propia de una dictadura felizmente fenecida.

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