Por Víctor García-Rayo

Torero de toreros

Víctor García-Rayo
martes 15 de noviembre de 2011

Maestro, pocos aficionados saben que usted había nacido en el hermoso pueblo aljarafeño de Almensilla en 1921, y que desde niño trabajó en el campo acompañando a su padre en aquellas jornadas duras de sol y hombría…

Maestro, pocos aficionados saben que usted había nacido en el hermoso pueblo aljarafeño de Almensilla en 1921, y que desde niño trabajó en el campo acompañando a su padre en aquellas jornadas duras de sol y hombría. Tampoco conocen muchas personas enamoradas, como usted, de mundo del toro, que un día en el campo se le arrancó una vaca brava y aquel joven Antoñito la sorteó con un saco, lo cual cambiaría su vida para siempre. Esquivar con un engaño a una vaca brava le conmovió hasta el punto de replantearse la vida. Y fue torero.

No saben quizá que usted debutó en Sevilla y toreó en Madrid, y que los malos resultados como novillero le hicieron abandonar la profesión repentinamente y meterse a trabajar en una fábrica intentando olvidar la aventura hermosa del toreo. Pero no pudo, ¿verdad, Maestro? Y por eso decidió volver como banderillero a los ruedos. Lo que pasó entonces está escrito en la memoria de la fiesta que usted amó. Llegó a lo más alto, fue figura, lo ganó todo y toreó con los más grandes.

Los toreros de plata de varias generaciones no dudan en nombrarlo como referente, lo adoran Maestro, y usted lo sabe. Es, seguramente, el dato más hermoso que hoy toca escribir. Porque usted, “Almensilla”, habrá sido una gran persona, un magnífico banderillero, un artista con el capote…pero sobre todo, maestro, usted ha sido torero de toreros.

Descanse en paz.

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando