Los toriles de la plaza de toros de Sevilla se hallan situados justo enfrente del Palco del Príncipe, del palco presidencial y de los palcos reservados de los maestrantes, que están prácticamente alineados. Un detalle clave: la plaza de la Real Maestranza de Caballería es propiedad privada. En funciones de gala –las corridas de relumbrón- las damas observan el protocolo del tocado dieciochesco: peina y mantilla. Y abanico.
La perspectiva desde el Palco del Príncipe, reservado para la familia real, es inmejorable. Como la acústica de la plaza y sus dependencias. Los golpes de herradura en el empedrado del patio de caballos resuenan como la percusión metálica de una orquesta sinfónica. Los caballos de la cuadra de Peña son de excepcional doma y admirable ligereza. Todos gastan el peto blindado y ligero que hace apenas veinte años discurrió y patentó Alain Bonijol en su taller de Franquevaux, en la Camarga.