La pincelada, por J.L.Benlloch

El salvajismo que les retrata

José Luis Benlloch
jueves 28 de abril de 2016

Lo que le han hecho a la estatua de Montoliu en Valencia les retrata por si alguien tenía dudas. El cinismo con el que al paso hablan de cultura, también. Ahora cuanto menos cabe esperar que respondan de los estropicios y paguen como cualquier hijo de vecino.

Las críticas y la descalificación a esa deriva nacionalista que se ha inflamado en Valencia tras los pactos y los consiguientes tripartitos que ha cocinado la clase política en pos del poder, o las indisimulables ansias expansionistas del pancatalanismo que les acompaña y tanta desafección generó entre miles y miles de valencianos, seguramente no encajen en esta columna ni en este medio, doctores y politólogos tiene el país, diría que a miles dada la locura febril que nos invade, pero las agresiones que practican con total impunidad contra el patrimonio taurino, la falta de respeto a nuestra gente y a nuestros símbolos, sí. El entender y valorar su postura frente a la Fiesta, tomen nota como Paco Rabal en su papel de Juncal, también. Viéndoles llegar al poder con esos aires devastadores, la Tauromaquia y sus fieles deben/debemos tentarnos la ropa.

Lo que le han hecho a la estatua de Montoliu en Valencia, una más entre sus hazañas anti y los destrozos en la plaza, les retrata por si alguien tenía dudas. El cinismo con el que al paso hablan de cultura, también. Ahora cuanto menos cabe esperar que respondan de los estropicios, los de la estatua de Manolo y los que han hecho en el propio edificio. Que se tenga en cuenta que no es la primera vez que actúan y que paguen como cualquier hijo de vecino. Aunque sabiendo que les han abierto las puertas de la plaza de toros a coste cero, otro agravio, pídala usted para cualquier otro evento y se enterará de su precio y de los remilgos que ponen a su uso, no debemos extrañarnos si aparece algún caballo blanco esponsorizando la salvajada. Naturalmente será en nombre de la cultura y la libertad. Los responsables políticos de la cuestión, los que cedieron la plaza y miraron a otro lado mientras sucedía semejante y esperada tropelía, deben cuanto menos una disculpa a los aficionados.

P.D: Lo único bueno de esta historia es que, al menos, al día siguiente apareció limpia la estatua del gran Montoliu.

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