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¿Somos Cultura?

Carlos Ruiz Villasuso
sábado 28 de enero de 2017

En los últimos años la Cultura ha sido tan maltratada que España es un país culturalmente no creativo y asfixiado. Y, en el mundo de la Tauromaquia, el asunto es de una lástima asfixiante. En realidad, el título de Patrimonio Cultural de los Españoles dado a la Tauromaquia es papel mojado.

Hay un concepto excluyente del concepto de Cultura. Ésta no es un título ni una obligación de ley ni una consideración o catalogación institucional. Algo hay de eso, pero no es eso, Cultura es otra cosa. Un ejemplo nos basta: nadie se pregunta por los resultados económicos de una exposición en el Matadero de Madrid o en el Prado. Desde luego que, al ser recintos de propiedad pública, han de tener la transparencia y control de manejo de limpieza. Pero estos y otros recintos gozan de una dotación económica desde las arcas de todos y se gestionan atendiendo al valor añadido de la Cultura. Que es el activo presente y futuro de un país. Que, a su vez, genera ingresos en dinero (turismo, hostelería, restauración, entradas…) y algo no contable y superior que es el activo del pensamiento, del talento, de la tolerancia, de una sociedad bien amueblada, de elementos que nos unen en creatividad, en sentimientos, en colectividad. Un museo de una ciudad es una oferta cultural que genera un valor añadido en una ciudad, eso es innegable. Y ese valor añadido, en lo económico, es un bien raíz de la propia ciudad pues de él se lucran ciudadanos con sus actividades económicas desde el lugar que se aparca el coche hasta el café o la comida o el recuerdo.

Todos los puntos culturales de cada ciudad se gestionan con esta premisa. O se deberían gestionar así. En los últimos años la Cultura ha sido tan maltratada que España es un país culturalmente no creativo y asfixiado. Y, en el mundo de la Tauromaquia, el asunto es de una lástima asfixiante. En realidad, el título de Patrimonio Cultural de los Españoles dado a la Tauromaquia es papel mojado. Lo es porque, si fuera así, los poderes públicos no estarían justificando una y otra vez dos cosas: que no tiene subvención y que deja dinero en sus ciudades. Eso no sucede con el resto de la gestión de la Cultura.

No sólo no sucede así, sino que en los Presupuestos Generales del Estado sólo hay una partida mínima para el Premio Nacional de Tauromaquia. Unos 30.000 euros, única cantidad que se deriva a la Tauromaquia de todos los ingresos anuales que tiene el Estado español. Esto, siendo una barbaridad, certifica que el título legal o amparo legal de Patrimonio Cultural es papel mojado, pues, uno, todos los patrimonios tienen ayuda del erario público en función de su desarrollo y acceso libre; y, dos, es suficiente base Constitucional para detener y proteger ataques y prohibiciones.

No sólo no ha sido así, sino que el Tribunal Constitucional ni siquiera ha entrado a decidir o concluir que la prohibición de los toros en Barcelona no es ajustada a Ley por ser la Tauromaquia un Patrimonio y un Derecho Constitucional en el Estado. Lo tenía a huevo, pero no lo ha hecho. ¿Para qué sirve entonces ser Patrimonio Cultural si no es base de derecho ni tampoco base para ayudas estatales? Es esta gestión de lo cultural/taurino lo que, de facto, nos hace no ser considerados como bien cultural dentro del Estado Español.

Nos manejamos con títulos que son falacias dentro de una economía de mercado en quiebra y con malos vientos de cara a la reducción del IVA cultural. Todos los sucesos de freudismo que estamos viendo en el caso de Málaga, que merece una reflexión aparte, nacen de esta forma que tienen los gestores del toreo de hacer guerra para repartirse los céntimos. Pero, cuando este año se plantee la rebaja del IVA cultural la vergüenza de todos ellos será para quitarles el carnet y que se vayan a su casa.

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