La Revolera

No es eso, Matías; no es eso

Paco Mora
domingo 27 de agosto de 2017

Para estar en ese palco hay que tener más sensibilidad, porque este domingo, última de la Aste Nagusia de 2017 le guindó usted tres orejas a dos toreros modestos que lucharon, jugándosela a carta cabal, con una corrida de Miura, que no es cualquier cosa

Mire, señor Matías; sí a usted, todopoderoso “usía” de la Plaza de Vista Alegre de Bilbao, me dirijo. Para estar en ese palco hay que tener más sensibilidad, porque este domingo, última de la Aste Nagusia de 2017 le guindó usted tres orejas a dos toreros modestos que lucharon, jugándosela a carta cabal, con una corrida de Miura, que no es cualquier cosa. Con las figuras es usted más rápido para sacar el pañuelo, pero está visto que, con los que más necesitan la visualización de un triunfo en plaza tan importante, racanea sin el mínimo remordimiento de conciencia.

Román Collado, el rubicundo y simpático torero valenciano, debió salir en hombros de la plaza de la que usted se cree señor de horca y cuchillo. Pero usted se marcha a su casa tan tranquilo, poniéndole una piedra más en el camino a un torero que estuvo ante el primer toro de su lote hecho un jabato, y en el sexto y último dio una gran dimensión de torero cuajado, con una gran colocación, un sentido de los terrenos y las distancias extraordinario y ejecutando un toreo encajado, armónico y templado, rematado con un estoconazo de libro. Usted vio, como vimos todos, que el público, entusiasmado por la valentía y la solvencia de Román, pedía el doble trofeo, pero usted optó por la tacañería y le concedió una sola oreja, seguramente porque así tendrá las consabidas palmaditas de sus amigos en la espalda, amigos que le dirán “ole tus riles Matías”. Pues que sepa, señor mío, y de los demás tío, que no tiene razón para ser tan injusto con algunos toreros, solo para que hablen de usted, aunque sea bien. Lo mismo se podría decir de la oreja que le escamoteó a Escribano y de algunas más en tardes anteriores. Y no es eso Matías, no es eso.

Juan Leal, el francés impasible ante el peligro, estuvo hecho un león toda la tarde y se tuvo que conformar con una vuelta al ruedo en cada uno de sus toros, por su obcecación en mantener su “ordeno y mando”. El público solicitó una oreja en cada uno de sus toros, y la impasibilidad fue su respuesta. Sí, ya sé que el francés está más verde que Román y que Fortes, que por cierto estuvo muy bien toda la tarde, pero no por eso merece Leal que se ignoren sus dos arrimones, en los que se jugó la vida de toda su familia. Dígame señor Matías, pluscuamperfecto “usía” de la Plaza de Bilbao: ¿Dormirá usted tranquilo esta noche? Yo en su lugar no pegaría ojo.

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