La Pincelada del Director

En reconocimiento a Don Ángel

La alegría de las vísperas sevillanas se vieron enlutadas por su muerte, que les quiten los cencerros zumbones a las paradas de cabestros y los campanillos a las yeguas. ¡Que le pongan crespones negros a la Maestranza!...
José Luis Benlloch
lunes 09 de abril de 2018

Sevilla, el planeta toro como universo, el toreo en su globalidad se dice ahora, pues eso mismo, la globalidad, los de a caballo y los de a pie, ganaderos, aficionados, empresarios, sí, también los empresarios en honor y reconocimiento de aquel cartel de la apoteosis que tantas plazas llenó; pensadores, músicos y artistas en general; amantes del campo, de la buena doma y de los toros bravos, la gente sensible y sin prejuicios; emprendedores y autodidactas, poetas y letristas, flamencos y científicos, peliculeros en el mejor de los sentidos, aquella Cabriola de Marisol o La Novia de Juan Lucero, con Juanita Reina, o la película que nunca se rodó con Ava…; en las marismas del Guadalquivir y en las de la Camarga, en la vieja Castilla y en la América taurina, en la Cataluña que tantas veces le vio poner rosas y quebrar banderillas, allá por donde paseó su categoría de centauro suenan voces de lamento y tristeza. ¡Que les quiten los cencerros zumbones a las paradas de cabestros! como hacen en Salamanca cuando faltan los grandes personajes del campo y los campanillos a las yeguas. ¡Que le pongan crespones negros a la Maestranza! La alegría de las vísperas sevillanas se vieron enlutadas por la muerte de don Ángel Peralta, uno de los grandes personajes de la historia del toreo moderno. Un dolor grande, una pena, una pérdida irreparable. No por esperada menos doliente, ya hace meses que rondaba la parca su cuerpo sin que le menguase el ánimo, sin que le restase entereza. Doy fe. Mándame lo que has escrito sobre un tema que nos incumbía, fue su petición la última vez que hablamos y, claro, se lo envié.

Más allá de rejoneador, ganadero, caballista, letrista… don Ángel fue un creador, un animalista, un adelantado a su tiempo, bohemio en la edad de ser bohemio, emprendedor y creativo, un referente universal en todo lo que significa caballo… y arte

Han sido varias las charlas que mantuvimos a lo largo de los muchos años que le admiré y le traté, que acabaron convertidas en entrevistas en Aplausos, que me consta que era revista de su gusto como me hacía saber con frecuencia. De aquellos encuentros he rescatado algunas respuestas y frases que le retratan perfectamente. Como aquella que hablaba de su sapiencia y de sus inquietudes cuando le pregunté no hace tanto, seguramente en la que fue su última entrevista, en cuál de sus múltiples facetas artísticas pensaba que le debíamos situarle y me contestó: “Yo he sido aprendiz de muchas cosas. He vivido tanto, conozco tanto de la vida que necesariamente me considero un gran ignorante. Cuanto más conoces, más te das cuenta de lo mucho que ignoras. La meta del artista y de las personas con aspiraciones, y yo las tengo a pesar de mi edad, nunca se alcanza. Es como el horizonte, siempre aparece al frente y nunca se logra alcanzar”. Respuesta que da la clave de su enorme capacidad humana. Como escribí entonces más allá de rejoneador, como he dicho, ganadero, caballista, letrista… don Ángel fue un creador, un animalista, un adelantado a su tiempo, bohemio en la edad de ser bohemio, emprendedor y creativo, un referente universal en todo lo que significa caballo… y arte. De aquellas charlas recupero el poema que le dedicó a su caballo Cabriola al que un toro le partió el corazón en la plaza de Alicante. Fue el único toro que reconocía haber matado con agresividad, actitud de la que siempre se sintió arrepentido.

Muerto quedaste en el centro,
como mueren los valientes,
con la cornada en el pecho
toreando frente a frente.

No tuvo la culpa el toro,
la culpa la tuve yo,
¡que lo desafié en público
con el puñal de un rejón!

Y… él se murió embistiendo,
embistiéndole a la muerte,
como muere un toro bravo,
y ser bravo es de valientes.

¡Adiós “Cabriola” adiós!
A mí me toca esperar,
lo que queda nada vale
que lo que vale se va…

Dicen, escribí en una de aquellas entrevistas, que nació con el alma de un centauro y él me aseguraba que desde que viese la luz en su Puebla natal había pasado más horas a caballo que a pie y que todas le parecían pocas… Sería difícil, seguramente imposible, encontrar un ruedo de España, Portugal, Francia o las repúblicas americanas donde se dan toros, incluso en Argelia y Marruecos me añadía el protagonista, en el que no hayan galopado sus caballos. Ni suceso en la marisma que no haya rimado con sus sentimientos. Ni hubo quien le ganase en su amor a los caballos, ni los toros, ni nadie, añadiría yo, que alcanzase a ser don Ángel Peralta. Por eso y por mucho más Sevilla, la feria, el toreo, el planeta toro… anda/andamos tan dolidos.

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