La página de Manolo Molés

Dos frases y la feria que da o quita

Manolo Molés
sábado 12 de mayo de 2018

La frase de la semana la ha pronunciado un torero valiente que mata las duras, que no se queja de nada, que triunfa en España y en Francia, pero al que le racionan los contratos. Pepe Moral, tras triunfar con los miuras y estar a punto de abrir la Puerta del Príncipe (si fuera otro con más renombre y reata se la habrían abierto) en tan solo cuatro palabras ha redondeado su verdad: “Cambiaría premios por contratos”. Olé. Se agradecen los premios, pero el premio más justo es que le den algo más que las migajas y el hueso duro de roer. Bien por Pepe Moral. El sistema tiene la palabra. Y Pepe Moral acepta todas las ganaderías duras y, encantado de la vida, les saca partido. ¿Qué pasaría si un día, hombre por probar al menos, se equivocan y le ponen una de Cuvillo? Va a ser difícil que lo sepamos. No se equivocan.

Otra frase para guardar. La pronuncia Roca Rey en una honda entrevista de José Luis Benlloch. Anótenla porque el torero peruano define perfectamente lo que es el valor: “El valor es cuando sabes que el toro te puede coger, te pones y das el paso adelante”. Gran entrevista, paisano.

La semana ha sido dura con algunos toreros, encima muy castigados por las cornadas. Otra vez en Madrid cayó herido el novillero Daniel García Navarrete, un buen profesional que cuida desde hace tiempo Tomás Campuzano. Algún día se dará la vuelta a la tortilla, pero lleva un calvario difícil de soportar. Mucho más tremenda ha sido la cornada del hispano-mexicano (está casado con una española y tiene casa y familia en Andalucía) Arturo Macías. Y ya lleva un rosario de dolor en su cuerpo. ¿Recuerdan aquellos años heroicos de la mano de Antonio Corbacho? Ahora en su tierra han sido tres cornadas y, qué barbaridad, 55 centímetros de trayectoria del destrozo.

He nombrado a Antonio Corbacho. Un personaje inolvidable. Tuvo mucho que ver con la carrera y la mentalidad de José Tomás. Y muchísimo en la carrera y la mentalidad de Alejandro Talavante, entre otros. Tardé en ser amigo de Corbacho. Hasta que un día en Colombia, en la feria de Manizales, vino a verme en los “Termales El Otoño”, donde ya se quedaban algunos toreros en la feria, y me dijo esto: “Vengo a verte y a decirte que me jode mucho que no seamos amigos sabiendo que pensamos muy parecido en muchas cosas”. Y tenía razón. Y yo no recuerdo a un tío con más valor, el mismo que pedía a sus toreros. Pocos días antes de que nos dejara fue a verle al hospital y me dijo: “Me jode irme por unos cuantos a los que quiero mucho, pero lo que tenía que hacer aquí ya lo he hecho. No pasa nada. Cuidad esta Fiesta”. Tan duro y tan tierno y tan buen taurino logró ser que su recuerdo está en el alma de grandes toreros.

TODOS ESTAMOS EN DEUDA CON LOS CIRUJANOS TAURINOS

Nunca pagarán como se merecen las gentes del toro la labor tan tremenda que han hecho, hacen y preparan para el futuro, los cirujanos taurinos. Yo llevo años diciendo que en lugar de la Corrida de Beneficencia (ya no conozco su destino) o de la Prensa (que tampoco tiene sentido), habría que poner en marcha, por el bien de los toreros de plata y de oro, la corrida para apoyar la cátedra de Cirugía Taurina para que los jóvenes médicos estén preparados para el relevo. Fíjate: son ellos, los cirujanos taurinos, los Masegosa, Enrique Crespo, García Padrós, Val-Carreres, padre e hija, tantos y tantos doctores magníficos, Enrique Sierra y su destierro en Barcelona, Emilio Sánchez en tierras de Cáceres, y una legión de grandes cirujanos taurinos que han dado el paso adelante para que el futuro de las enfermerías y los heridos mantenga la seguridad de ahora. O mejor. A los médicos taurinos les cantó el gran José Luis “El Serranito”, pero toda la afición y todos los que se visten de luces les deben, y deberán, que a pesar del olvido de los toreros, están preparando el futuro y la seguridad de los que hacen el paseíllo. Y una más: en sus congresos han incluido ya a los médicos franceses. Para mejorar todos, para que no haya lagunas peligrosas, que todavía las hay. Chapó a los cirujanos españoles, con Masegosa y Crespo a la cabeza. Todos estamos en deuda con ellos.

EN MADRID, TORO, TORERO, SUERTE Y PÚBLICO HARÁN LA CRIBA

Me acerqué a Mora. Toreaban dos toledanos, Eugenio de Mora y Álvaro Lorenzo. Lluvia, frío, media plaza, el ruedo polvoriento, la gente a lo suyo, pero me apetecía ver a los dos del mano a mano. Eugenio, ya curtido, es ahora mismo un torero con un oficio magnífico que Simón Casas debería aprovechar para el verano de Las Ventas. Oficio, gusto y capacidad. Y Álvaro Lorenzo pide paso a empujones. Moral, seguridad, ambición y un toreo castellano y fluido. Otro que pide paso y fuerte. Y le queda una en San Isidro. Parece poco. Lo malo fue el frío, la lluvia y el polvo de la tarde amenazante.

Cuando Ponce llegó a matador de toros, el líder, el jefe, el amo, el enemigo a batir, era Espartaco. Otro que no tiene final. Cuando la “espantá” de Sevilla le llamaron para torear la corrida del Domingo de Resurrección como llaman a los bomberos cuando arde la casa. O sea, la Maestranza. Y el tío resolvió. Ahora en Aguascalientes se hartó de torear e indultar en el recuerdo a Miguel Espinosa “Armillita”. Grandes Juan, Ortega Cano, otro con el veneno de torear, y Pepe Luis Vázquez. Los “últimos de Filipinas” que nunca dejarán de sentirse toreros. Y todo esto con la Feria de San Isidro ahí mismo. Cada cual tiene sus gustos. A mí me agrada una feria en la que tienen oportunidad toreros que no caben en otras más cortas. Y ganaderías que no son usuales en otras ferias. En Madrid están casi todos y luego el toro, el torero, la suerte y el público harán la criba. Como tiene que ser. Como siempre fue.

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