Montada a contrarreloj y resuelta con innegable éxito, una feria de ambiente veraniego, incluida la descarga efímera de una tormenta tropical de última hora. Público de bonanza. Una semana salpicada de toros de hechuras y condición notables, corridas de bello remate o seria presentación. La nota triste del grave percance del novillero Alejandro Mora, la sorpresa del adiós no para siempre de Talavante, una exquisita corrida de Cuvillo. Un toro de bandera de El Pilar: Dudanoches.
– Distinguido el retorno de tres hierros charros que llevaban demasiado tiempo sin lidiar en Zaragoza: Montalvo, El Pilar y Puerto de San Lorenzo. El sexto de El Pilar, 660 kilos, fue una máquina de embestir
– El sexto de Cuvillo, Trampero, cargado de culata y alto de cruz, y, sin embargo, estirpe Juan Pedro, último de la feria, fue todavía mejor que el cuarto. El último toro que Talavante mató en esta su primera vida taurina
– Fue un toro de Los Maños, de hechuras Buendía patrón, el de mejor aire de esa corrida de los veinte años de El Juli, que no pareció una fiesta en casi ningún momento. Corrida goyesca
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