La página de Manolo Molés

Cinco millones… de votos

Manolo Molés
domingo 06 de enero de 2019

Joder, cómo cambia la vida y, sobre todo, la mirada de los políticos. Somos los mismos de hace unos días orillados, olvidados, puteados, maltratados y un largo etcétera por parte de los políticos de casi todos los pelajes. Pero ahora ya no valen los sentimientos ni las posturas políticas. Ahora somos un número más o menos en la voracidad de los votos. Eso nos da valor, los taurinos cotizamos en bolsa. Y más cuando la última religión de los que mandan es sumar y multiplicar más votos que el rival. Cinco millones de votos son la releche y por primera vez los taurinos nos hemos unido. El gran bocado se lo ha llevado un desconocido hasta ahora llamado Vox, que vio en el abandono al campo y a la Fiesta una puerta abierta a sumar un saco de votos. Y votos son poder.

El valor de la Fiesta en este mercadillo de intereses está en la gente que va a los toros. Esos votos son los que nos harán respetables con los políticos que manden. Esa es nuestra fuerza. Podemos decidir quién va a La Moncloa y quién no pisará el paraíso. No hay otra noticia que supere a esta en los últimos años

Pero la buena noticia es que ahora ya no somos más que lo que valemos en las urnas. Y cinco millones pesan la leche. El PP nos tenía ahí dormiditos y sin hacernos mucho caso, el PSOE había abdicado de nosotros y le importábamos un carajo. Y Rivera, ¿tú también?, pasó de amar los toros, de salir por la puerta grande de la cárcel torera de Barcelona, a hacerse el despistado porque el tema toros parecía que quitaba en lugar de sumar. Y Podemos, tocando las pelotas. Yo tengo ahí algún amigo y ahora resulta que los que más ganas tenían de meter en una caja de fiambres a los taurinos se han pegado un guarrazo como para hacérselo mirar. Ahora los toros o los taurinos puteados tantos años, que aguantaron insultos y sintieron el frío de la intemperie e indefensión a la que nos condenaron todos, PP, PSOE, Ciudadanos y ya no te digo la izquierda. No saben que con esa mano es con la que el toreo adquiere más importancia y verdad. No saben lo que hay que saber. Sabían tocar las pelotas. Pero ahora tú, yo, tus colegas y los míos, que nos gustan los toros entre otras muchas cosas y que lo que más nos gusta es que nos respeten como respetamos y que no nos toquen ni molesten como los taurinos han respetado sin recibir nada a cambio de los políticos que nos acaban de descubrir como “los cinco millones de votos”. No vaya a ser que Vox o cualquier otro que esté al loro, que diría el viejo profesor taurino Tierno Galván, autor de la Escuela de Tauromaquia de El Batán, que la ínclita Carmena se ha cargado como tantas otras cosas. Carmena, colega, que solo en San Isidro fuimos, redondeando, un millón de ciudadanos que votamos a la plaza de Las Ventas. Echa cuentas que, como andáis tan seguros y pensando en que esto va a durar toda la vida, a lo peor os sale otro Vox y os pega el susto del lobo a Caperucita.

QUIEN QUIERA NUESTROS VOTOS TENDRÁ QUE DEJAR DE OFENDER

Pero qué falsa es la política; qué extraños compañeros de cama produce. Pero al fin se sabe que ya tenemos puesto nuestro peso en el Wall Street de la política. Y eso es bueno. Ahora valemos por lo que podemos votar. Y la gente del campo, la gente de la caza y la gente del toro han marcado el territorio y el que quiera sus votos por lo menos tendrá que dejar de ofender y de insultar, que es lo que hemos aguantado de ellos tantos años.

A esos cinco millones (un botín para los políticos) hay que añadir las plazas de tercera y los pueblos, y la ingente legión de participantes en el toro en la calle. Eso nos lleva a la media docena de millones. Y si logramos unidad entre todos los sectores, la solución es redonda. Pero ojo, no se trata de unir solo a toreros, ganaderos, empresarios, etc., se trata de contar con esos votantes como hacen los partidos. No somos más respetados porque haya toreros importantes o ganaderos magníficos. No. El valor de la Fiesta en este mercadillo de intereses está en la gente que va a los toros. Esos votos son los que nos harán respetables con los políticos que manden. Esa es nuestra fuerza. Nunca pensábamos en esto y ahora un partido que apenas existía ha dejado claro que entre taurinos y cazadores podemos decidir quién va a La Moncloa y quién no pisará el paraíso. No hay otra noticia que supere a esta en los últimos años. Aprovechemos que ahora la política es matemáticas y no sentimiento. De cinco a seis millones somos taurinos. Por tanto, salid, coño, de las catacumbas y vayamos a dar la cara. Ahora, después de toda esta batalla, esta defensa y esta recuperación de nuestro peso en el chiringuito político tenemos que hacer las cosas bien.

CUIDEMOS ESTE TESORO, SOMOS MUCHOS PARA QUE NOS RESPETEN

Que el empresario gane lo normal, pero que gane; que el torero figura gane un dinero importante pero que no se lleve también el del torero mediano pero importante. Que no haya dos mundos injustamente separados: los toros suaves para las figuras y los que piden papeles para los que menos torean. Repasemos la historia. Desde Belmonte hasta Paco Camino o Manzanares padre mataban de todo. Lo mejor, lo regular y el toro duro. Así se sentían figuras e importantes. Más cosas: que el apoderado de los toreros no sea el empresario, que vuelvan los apoderados independientes de las empresas porque defienden intereses diferentes. Que recuperemos el tercio de varas que ahora, tal y como se hace en España, el noventa por ciento de las veces es una carnicería horrenda; y ahí, ojo, ahí les damos la razón a los antitaurinos. Tercios de varas a la francesa, precios razonables para el público. Que no creemos dos mundos dispares e injustos: las figuras con las figuras y los pobres con los pobres. Que cuidemos este tesoro. Somos muchos millones para que nos respeten. Pero respetemos al toro, al aficionado y al ganadero. Defendamos el futuro. Este chiringuito no puede ser una dictadura de nadie. En la Fiesta deben mandar el toro y la afición. Y el torero que se lo gane por derecho. Recordemos la Fiesta. Los franceses lo hicieron a tiempo. Y ahí está el ejemplo.

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