ENCUENTROS CON JOSÉ LUIS BENLLOCH

Fortes, el tesoro de la diferencia

Horas antes de descubrirse la grave lesión que le ha dejado fuera de las primeras ferias, Fortes concedió una amplia entrevista a APLAUSOS que reproducimos a continuación. “Yo soy una persona muy reflexiva, muy callada y sin embargo como torero soy muy impulsivo y muy pasional", afirma
José Luis Benlloch
jueves 28 de febrero de 2019

-Cuando dicen Este Fortes es diferente, tiene que saberte a halago.

-Sí, claro.

-¿Y lo crees?

-Sí. Esa es una cualidad que defiendo. En realidad todas las personas somos diferentes. Por eso necesito tener activada una conexión conmigo mismo, para torear como es Fortes. Estoy convencido de que cualquier persona, si se escuchase y toreara, lo haría de una forma distinta a cualquiera. Lo que ocurre es que en ocasiones, y yo he pecado de ello, no tienes la confianza necesaria en ti mismo y buscas parecerte a otros. Pero sí, si uno se escuchase a sí mismo torearía diferente a todos.

-Si te dejase a este lado de la mesa y tuvieses que describir cómo es Fortes, ¿qué dirías?

-El otro día le preguntaron eso a mi mozo de espadas y dijo que intentar conocerme a mí sería como leer un diccionario chino, que no se entendería nada.

-Insisto, qué tipo de torero eres, dicho en castellano paladino para que lo entendamos.

-Creo que soy un torero apasionado, muy auténtico en el sentido de que soy muy transparente, se nota mucha diferencia entre cuando me encuentro bien emocionalmente y cuando no lo estoy. En realidad dependo mucho de eso. No creo que tenga una gran técnica, pero cada vez voy conociendo mucho más la tauromaquia… Pues eso, un torero apasionado, auténtico y libre.

Es Fortes, Saúl, tipo serio, de una seriedad que distancia de primeras y se vuelve acogedora en cuanto logras atravesarla. De breve gestualidad, como su toreo, envuelve sus reflexiones en un halo intimista que trasluce sinceridad. Alto, nervudo, media barba, mirada limpia, seco, con la puesta a punto del campo a flor de piel… Sin recurrir al tópico, tengo la impresión de que la Salamanca que le acogió en su tiempo de formación se ha inoculado en su alma malagueña. No tiene fácil la sonrisa pero no hay tristeza en su rostro, más bien compromiso con la tarea que ha asumido, con lo que se ha empeñado y tanto peaje le ha pasado. A lo largo de esta charla le adivino cierta tendencia a suspenderse y no me lo niega: “Sí, la tengo, mucha, lo reconozco”, por eso aunque hoy, ante las vacas y ante el periodista, ha estado especialmente brillante, se ha reconocido espeso: “No sé si me he explicado”… me ha repetido en varias ocasiones. En lo taurino vive un momento excelente. Viene de una buena temporada y está anunciado en Fallas, que es escaparate soñado, en realidad lleva tiempo recuperando el crédito que llegó a peligrar entre prisas y cornadas.

“Después de lo de Vitigudino, (se refiere a aquella cornada terrible en el cuello) sin proponérmelo, mi forma de ser cambió mucho, me volví mucho más bromista, mucho más disfrutón, mucho más sociable”

-Hay una división elemental de los toreros a la hora de clasificarlos: a un lado los de valor, al otro los de arte. Igual no te gusta.

-Demasiado simplista, sí, pero…

-Es verdad. Cuando todos hablan del valor de Fortes, el valor de Fortes, y no pasan/pasamos de ahí, igual te fastidia.

-Hubo un momento en el que me molestaba conmigo mismo porque pensaba que era yo quien le daba más importancia al valor que a otras cuestiones, y no digo que eso supusiese que me había descaminado, pero sí que no había conseguido mostrarme como yo creía que era, que no lograba que me viesen como a un buen torero. Ahora han cambiado las tornas, si quieres buscar buenas faenas en mi temporada también existen y me satisface mucho haberlo logrado, ten en cuenta que cuando comencé se me reconocía más como un buen torero que como un torero valiente.

-Tema resuelto pues.

-Ahora estoy tranquilo con esa cuestión. Ahora podría pertenecer, no digo a los toreros de arte porque algunas personas a lo mejor no me comprenderían, pero sí a los buenos toreros y a la vez a los toreros valientes.

-¿Estás volviendo a tus inicios?

-Yo creo que sí. Te digo algo, mantengo la misma inocencia de cuando comenzaba y es curioso porque por la cantidad de cosas que me han pasado, por lo que he sufrido, debería haber escarmentado, pero sin embargo me tomo el toreo con mucha inocencia y eso es sinónimo de pureza, no en el sentido de ¡qué puro soy! sino en el sentido de como si acabase de nacer, de exhibir un punto de virginidad.

-¿De no contaminación?

-Eso.

-¿Para ti qué es el valor, qué es un torero valiente?

-Una elección que tú tomas.

-¿Y entre qué eliges?

-Eliges meter miedos en tu vida y afrontarlos o no. El valor no es algo que te venga innato ni tampoco es inseparable de tu persona. No vale decir Fortes es valiente y por tanto va a tener valor ahora y con cincuenta años, no es eso. Yo he comprobado que cuando dejo de hacer vida de torero, y cuando me retire lo comprobaré aún más, dejó de ser valiente o de tener el valor que tengo ahora.

“Me están saliendo cosas que ni siquiera estaba entrenando aunque sí pensando. Gran parte de la preparación está en la cabeza. Yo era muy dependiente de mi preparación física, de echar muchas horas, necesitaba de una disciplina exagerada para poder conseguir lo que quería…”

-Ya, entiendo.

-Para mí todo el mundo en algún momento de su vida sería capaz de tener un gran valor delante del toro… Es una elección y si uno puede elegir ser valiente un día también puede elegir ser miedoso otro.

-Entonces para ser valiente se necesita un motivo.

-Se necesita fe e intención de mostrar tu toreo, y en mi caso mi toreo es entrega. Mi objetivo no es quedarme quieto como finalidad, mi objetivo es hacer el toreo que siento y eso me empuja a olvidarme del cuerpo y a quedarme quieto. Luego la gente a eso le llama valor.

-¿En algún momento te has visto incapaz de mostrarte así?

-Muchas y he tenido que hacer un gran esfuerzo para quedarme quieto y en ocasiones no lo he conseguido.

-¿Qué es la técnica?

-La técnica al final es habilidad, aprendizaje, afición, dedicarle tiempo y aprender cómo embiste cada toro y acoplarte a eso.

-¿Es un arma defensiva?

-Depende de cómo se utilice.

-¿Está en las piernas, en la cabeza o en las muñecas?

-En las muñecas mucho y en la cabeza también.

Ha sido una entrevista en dos tiempos y en dos escenarios, en el campo, concretamente en El Castañar, la finca del Conde de Mayalde donde había acudido de tentadero, y en Málaga, donde viajó días después para participar en una tertulia y reencontrarse con la familia. Todo forma parte de la preparación. La fuerza está en la mente y hay que mantener el equilibrio: toro, campo, ciudad, familia….

“…Ahora he visto como meditar, visualizar las cosas, tenerlo en la cabeza te hace avanzar en tu tauromaquia tanto o más que el entrenamiento mecánico como tal”

-Ya me he acostumbrado a vivir fuera de casa. Llevo nueve años lejos de Málaga y, aunque el instinto familiar permanece, el instinto del toro es más fuerte en mí.

-¡Hombre! ¿Tanto?…

-Ya sé que no queda bien pero es así. Reconozco que no tengo mucho apego a ninguna tierra. Donde me encuentro ese día, esa es mi casa, he vivido en Sevilla, en Salamanca, en Badajoz, en Madrid… porque mandaba el toro en mí, pero también es cierto que ahora cada vez que bajo a Málaga siento más la necesidad de volver.

-¿Tan fuerte ha sido siempre tu sentimiento hacia el toro como para estar por encima de instintos tan básicos como el hogar?

-Seguramente, sí. Sin darme cuenta, en cualquier faceta de mi desarrollo personal siempre ha estado el toro. Tanto que aunque no hubiese sido torero el toro seguiría siendo igual de importante para mí. Forma parte de mi personalidad, de mi desarrollo como ser humano. También pienso que mi compromiso con el toro tiene mucho de compromiso profesional, quiero decir que si no hubiese sido torero, si hubiese cogido otra profesión hubiese mantenido esa misma dedicación con aquello con lo que me hubiese comprometido. Así que hay un poco de las dos cosas, amor al toro y también compromiso.

-¿Qué hubieses sido si no hubieses sido torero? ¿Dónde te verías?

-No sé dónde hubiese acabado. Hubiese estudiado una ingeniería, también me hubiese gustado dedicarme profesionalmente al deporte. Entre el deporte y la ciencia, por ahí andaría.

-¿El deporte por competitivo?

-Porque me engancha, es un poco aditivo… Me identifica, me siento bien cuando lo practico. Pienso en unas Olimpiadas y me da satisfacción. Más por los valores que representa que por el aspecto competitivo. Competividad hay en cualquier parte y sin embargo no me llama la atención ser el número uno en cualquier otro ámbito.

-Ciencias y deporte no son disciplinas que casen con el toreo y menos con un torero de arte. En todo caso llegaríamos a un técnico, a un lidiador, a un torero nada malagueño. Te he pillado, bromeo.

“Me identifico más con el torero que el día que está bien marca diferencias con los demás que con el que lleva veinte puertas grandes seguidas”

-No me has pillado. Cada uno es un mundo, la personalidad de cada uno es muy compleja, tanto que no se puede hablar de contradicción, las cosas son como son. Yo soy una persona muy reflexiva, muy callada y sin embargo como torero soy muy impulsivo y muy pasional. En mi vida, en el día a día no soy nada reactivo, es muy difícil que yo me salga de mis casillas y sin embargo delante del toro sí me creo capaz de hacer cualquier cosa.

-Yo te creo capaz de cualquier cosa pero sin salirte de tus casillas. Te veo en la plaza sereno, con una gestualidad tranquila, capaz de aguantar cualquier envite con cierto fatalismo, algo así como que sea lo que Dios quiera, pero incapaz de romper nada o saltarte cualquier norma…

-Pero si hay que cruzar la raya se cruza, la cruzo. Seguro. Yo lo hago y eso tiene poco que ver con la ciencia.

DEFENSA DE LA INTIMIDAD

-Eres un hombre introvertido o solo lo parece.

-Lo soy. Desde niño siempre he tenido mucho mundo interior. Siempre me gustó la soledad. No sé si por evasión o si porque creo que para comprenderte en profundidad necesitas aislarte. También es cierto que en los últimos años ha cambiado mi personalidad y me he abierto muchísimo más. Después de lo de Vitigudino, (se refiere a aquella cornada terrible en el cuello que le llevó a las puertas de la muerte) sin proponérmelo, mi forma de ser cambió mucho, me volví mucho más bromista, mucho más disfrutón, mucho más sociable.

-Tu seriedad igual ha sido un factor que no ha jugado a favor del personaje, los públicos seguramente se identifican más fácilmente con alguien más cálido, menos armado o más desinhibido…

-Es posible, pero uno va a la plaza a lo que va y yo soy como soy.

-¿Qué te molesta?… que te esté hurgando yo ahora mismo en tu carácter, por ejemplo.

-Eso no me molesta. Hemos quedado para hacer una entrevista y es lógico.

-¿Y que llegue alguien a un patio de cuadrillas y rompa tu intimidad?

-Eso sí. Cuando vienen sin respeto sobre todo, para eso soy muy escrupuloso. Me gusta mantener el ritual, al extremo de que a lo largo de mi carrera ha venido muy poca gente a verme vestirme de luces. Que me pidan un autógrafo o una foto en el momento previo a que salga el toro, eso sí me enfada, aunque se me pasa rápido porque entiendo que la gente va a lo que va y no tiene porqué saber lo que piensas tú. Soy un poco chapado a la antigua, ya ves.

“Creo que soy un torero apasionado, libre y muy auténtico en el sentido de que soy muy transparente, se nota mucha diferencia entre cuando me encuentro bien emocionalmente y cuando no lo estoy. No creo que tenga una gran técnica, pero cada vez voy conociendo mucho más la tauromaquia…”

-¿Que no te guste que te vean vestirte es porque lo pasas mal?

-Sí lo paso mal, sí, no tengo problemas en mostrarme o en reconocerme vulnerable. Pero el motivo real de que no me guste que haya gente en la habitación es porque necesito ese tiempo y ese espacio para transformarme, para pasar de Saúl a Fortes. Esa soledad es lo que me da el empuje suficiente para luego salir a la plaza y dar un plus más de mí, porque si no fuese así yo no lo daría o me costaría más si hubiese allí personas más queridas o un ambiente más distendido.

-¿Por eso has pasado de ser Saúl Jiménez Fortes en los carteles a Fortes a secas?

-Lo he decidido por separar la persona del torero, porque Fortes es más fácil de identificar y porque además Fortes da la casualidad que resume muy bien parte de mi personalidad, por aquello de la fortaleza, por las emociones y porque tiene la suficiente entidad para mantenerse por sí solo… En cualquier caso, aunque hay distancia y diferencias, Fortes es un reflejo de Saúl, ya se sabe que se torea como se es. Eso sucede con todos los toreros.

-Todo esto lo tienes muy procesado, muy meditado, te sale muy fluido.

-No creas, hoy estoy un poco espeso.

-No lo parece. ¿Cambias mucho de humor?

-Sí. Ese darle muchas vueltas a la cabeza, pensar demasiado, el estar mucho tiempo conmigo cambia mucho mi humor. Desde que me veo anunciado cambia mi personalidad, luego unos días antes de la corrida ya me relajo.

LA FUERZA DE LA MENTE

-¿Qué tiene de particular la temporada que comienza?

-La preparación. Prácticamente hasta año nuevo, que me retiraron los tornillos y comencé a poder apoyar el pie, no he podido empezar a torear de salón y ante esa circunstancia daba por hecho que me iba a costar mucho recuperarme, y no me refiero a la cuestión física, sino a las sensaciones, a la precisión.

“Tengo que aceptar que tendré días en los que esté enchufado y días en los que no. Días en los que me salga todo y días en los que no me salga nada. Ante eso necesito la técnica para que los días en los que no lo vea por ningún lado pueda salvar los muebles”

-¿Y no ha sido así?

-Al final me he sorprendido yo mismo, porque he recuperado las sensaciones mucho antes de lo que esperaba. Incluso me están saliendo cosas que ni siquiera estaba entrenando, aunque sí pensando. Eso me ha hecho ver que gran parte de la preparación está en la cabeza y, aunque no es un descubrimiento porque todos lo sabemos, no lo había visto tan claro nunca. Yo era muy dependiente de mi preparación física, de echar muchas horas, necesitaba de una disciplina exagerada para poder conseguir lo que quería. Esta vez que me lo han impedido las circunstancias, he visto cómo realmente meditar, visualizar las cosas, tenerlo en la cabeza te hace avanzar en tu tauromaquia tanto o más que el entrenamiento mecánico como tal.

-¿Toreas mucho de salón?

-Sí, me gusta.

-¿Solo?

-Hay veces que me gusta hacerlo solo porque hay cosas que solo uno sabe cómo las siente y las experimenta y solo uno las puede corregir; pero me equivocaría, de hecho ha sucedido, cuando he toreado solo todo un invierno, porque he consolidado muchos defectos que tenía. Me gustan las dos cosas, entrar y salir, entrenar con gente y solo, hablar con los que me conocen y con los de fuera, también ver entrenar a los demás me gusta y me ayuda… El equilibrio es lo ideal.

-¿A quién le das crédito en esas cuestiones?

-Escucho a casi todo el mundo, pero es verdad que cada vez vas adquiriendo más experiencia y te entretienes menos hablando de toros con alguna gente. Rápidamente sientes si esa persona te inspira confianza, notas si sabe lo que está diciendo. Una virtud que he tenido es que he confiado en mucha gente distinta, incluso gente que no tenía nombre reconocido o crédito en la profesión, pero sin embargo decían cosas con coherencia que me invitaban a experimentar. Eso me ayudó mucho a desarrollarme.

EL PASITO QUE DISTINGUE

-¿Llegaste demasiado pronto?… Aquella alternativa en Bilbao, de un día para otro como quien dice, nunca me inspiró confianza.

-Lo he pensado a veces, pero a la alternativa llegué suficientemente preparado. Aunque mi explosión fue en mayo, en San Isidro y la alternativa en agosto, ese invierno había matado muchos toros fuertes y me sentía preparado para tomar la alternativa. Luego faltó mantenerle el ritmo a las figuras. Ahora, con la irrupción de Roca Rey, me he dado cuenta de cosas que no las pensé entonces.

-¿Como qué?

-Que entonces no pensé nunca en ser triunfador de Bilbao, sí pensé que tomaba la alternativa con Juli y Talavante cuando muchos creían que no estaba preparado y me propuse matar la corrida sin agobios y si podía estar bien, estarlo, pero no tenía el convencimiento o la ambición necesarias para decirme: como pueda les doy para el pelo a los dos. Esa seguridad en mí no la tenía y eso es importante. Ese pasito de más es lo que distingue al que es figura del que no y entonces yo no lo di. Quizá fue falta de madurez.

“No me gusta que haya gente en la habitación porque necesito ese tiempo y ese espacio para transformarme, para pasar de Saúl a Fortes. Esa soledad es lo que me da el empuje suficiente para salir a la plaza y dar un plus más de mí que de otra manera no lo daría o me costaría más si hubiese allí personas más queridas o un ambiente más distendido”

-¿Y ahora…?

– Ahora la tengo, ahora lo doy.

-De parecer que no avanzabas has pasado de pronto a que la gente redescubra las virtudes de Fortes.

-Sí, pero más que porque me redescubran es porque yo me he ido mostrando cada día más sólido, mostrando más facetas diferentes y más amplias. Con el capote toreaba algún toro bien en contadas ocasiones y otras muchas era incapaz de ponerlo al caballo. Era muy irregular. Ahora, a base de trabajo, le pego lances a muchos toros y ha sido trabajo y más trabajo. Por eso veo normal que se me vean más virtudes. Yo me he propuesto mejorar mucho y se ha ido notando ese cambio progresivo desde la alternativa hasta ahora. Se siente la diferencia.

-Tengo la sensación de que la regularidad, además de un sueño escurridizo para muchos, ni siquiera es una buena compañera de viaje para el toreo.

-Estamos en un época del toreo en la que la regularidad está siendo más importante de lo que a lo mejor sería conveniente. Yo sé que no voy a casar mucho con la regularidad, porque no tengo esa forma de ser ni va conmigo, así que tengo que aceptar que tendré días en los que esté enchufado y días en los que esté desenchufado. Días en los que me salga todo y días en los que no me salga nada. Ante eso necesito la técnica para que los días en los que no lo vea por ningún lado pueda salvar los muebles y tener una actuación digna. Eso supone ser profesional pero no me preocupa mucho. Me identifico más con el torero que el día que está bien marca diferencias con los demás que con el que lleva veinte puertas grandes seguidas. Me cuesta menos trabajo eso.

MALOS SUEÑOS

-¿Qué buscas en el toreo, qué eliges, dinero, relevancia social, es una cuestión de estar a la altura de un empeño personal, es cabezonería…?

-No soy torero por dinero ni creo que nadie lo sea. Si le hubiese dedicado a otra profesión las horas que le he dedicado al toro quizás hubiese ganado más dinero, pero no me preocupa, me preocupa ser el torero que quiero ser, realizarme como tal y seguir viviendo las sensaciones que estoy viviendo. Ahora mismo no me cambiaría por nadie. Estoy tranquilo conmigo mismo y con mi forma de torear.

-¿Y la relevancia social?

-No es un objetivo. No me obsesiona, ni mucho menos. Me gusta pasar desapercibido, pero tampoco me molesta lo contrario. En otros momentos sí me agobiaba, no lo llevaba bien. Pero he asumido que la persona que viene a saludarte es porque te admira o simplemente porque quiere echar dos minutos contigo e intento centrarme en ese momento.

-¿Cómo has superado los percances, con facilidad o te ha costado mucho?

-Aparentemente con facilidad, porque han ido cayendo uno tras otro muy seguidos y los he ido superando, pero sí me ha costado, claro. Algunos hicieron que me preguntase muchas cosas. Te dices si merece la pena o no merece la pena. Sobre todo las dos cornadas de 2015 me hicieron reflexionar mucho. Me preguntaba por qué me estaba pasando aquello, dos cornadas en el cuello en tres meses, joder, algo querrá decir, me decía a mí mismo. Soñaba muchas veces que me iba a morir, fueron momentos difíciles pero era normal, era el miedo traumático de aquella situación.

-Es duro hasta oírtelo contar.

-Las cornadas entorpecieron mucho mi trayectoria. Aunque he tenido suerte y no he tenido secuelas, desde que toreé en 2006 mi primer becerro hasta ahora, solo hubo una temporada en la que no me ocurrió nada. Eso, quieras que no, aunque no tenga secuelas, aunque solo sean quince días, aunque no pierdas corridas, te hace perder sitio, te hace tener que volver a empezar, volver a recuperar la confianza, amueblar la cabeza de nuevo… Eso sí entorpeció mucho mi carrera.

“Las dos cornadas de 2015 me hicieron reflexionar mucho. Me preguntaba por qué me estaba pasando aquello, dos cornadas en el cuello en tres meses, joder, algo querrá decir, me decía a mí mismo. Soñaba muchas veces que me iba a morir, fueron momentos difíciles, pero era normal, era el miedo traumático”

-No hemos hablado de la administración ¿en todo este tiempo te ha influido mucho, tuviste suerte, no la tuviste…?.

-Bueno, tomé buenas decisiones y malas decisiones.

-Digamos que pasaste del paraguas de una gran casa a estar bajo la intimidad de una sombrilla.

-Primero estuve con Julián, incluso con los Chopera también estaba él, tuvo sus virtudes y sus defectos, le estoy agradecido por las cosas que me enseñó, pero también tuvo sus secuelas tanto en mi toreo como económicas como en mi cabeza, pero al final son buenas y malas decisiones mías, todo depende de la suerte y de cómo tú administres aquello.

-Luego vino Nemesio y ahora Nacho de la Serna.

-Ahora buscaba cercanía, una persona con la que pudiese hablar de tú a tú tranquilamente y que conociese el toreo… Después de los años con Nemesio, que tenía otras virtudes, busqué a alguien que supusiese apostar por mí mismo. Pude elegir un gran paraguas pero creí que era el momento de apostar por mí, creí que dando lo mejor de mí equivaldría a tener un gran paraguas.

-Es una buena idea.

Fotos: ARJONA

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