El Palco

La Tauromaquia no puede ser delito

Rafael Comino Delgado
sábado 20 de abril de 2019

Dª Laura Duarte declara, según he leído, ser periodista, candidata al Congreso en las próximas elecciones por el PACMA, madre de tres gatos y pretender que la Tauromaquia sea delito. En tan corta historia se incluyen dos imposibles, uno por siempre y el otro por ahora, propios de poca cordura. El imposible por siempre, es el de ser madre de tres gatos; no puede serlo ni biológicamente ni por adopción. Pues una mujer no puede parir un gato y tampoco puede adoptarlo como hijo, que son las dos formas de ser madre. Puede tener gatos, cuidarlos, acariciarlos como hijos, pero legalmente no puede inscribirlos en el registro civil como hijos. El otro imposible, al menos por ahora, es que la Tauromaquia sea delito, pues es un arte totalmente legal, como puede serlo la pintura, la poesía, la música, etc., y además es Patrimonio Cultural Inmaterial de España, según disposición publicada en el BOE de 13 de noviembre de 2013. Primero tendría que lograr ilegalizarla, lo cual no le será tarea fácil, hasta el punto de que es muy probable que muera y no lo vea, pues creemos que en España hay más personas sensatas que insensatas, y también creemos, por las mismas razones, que Podemos, que quiere prohibirla, nunca gobernará, al menos con mayoría absoluta. Pero si es verdad que cada vez hay más gente en el mundo, y en España, que padecen una deformación de la realidad que les lleva a considerar a los animales irracionales como humanos y como hijos. Es el llamado “perrijos”. Son personas que tienen perros, y debido a su trastorno les consideran hijos y como tales les tratan. Se está extendiendo a todo tipo de mascotas. Cualquier persona normal, equilibrada mentalmente, se da cuenta de que ello cae dentro de lo anormal. De hecho cada vez hay más estudios científicos muy serios (que los tengo a disposición de quien los quiera leer) en los que se demuestra como estas personas padecen trastornos mentales muy frecuentemente, que les dificultan relacionarse con sus semejantes, cuya base puede ser genética o adquirida por frustraciones sufridas en la vida. Como los animales no les discuten, no les protestan y les obedecen en todo, son los hijos ideales. Naturalmente no son conscientes de padecer tales trastornos, e incluso piensan que los demás están equivocados y son muy malas personas. Mientras no sean agresivos y violentos, aunque con frecuencia lo son, hay que respetarles. Pues no es delito pensar así, como tampoco es delito ser vegano o la estupidez, ponemos por ejemplo. Pero cuando crucen la raya roja debemos exigir a las autoridades que se les aplique la ley.

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