Benlloch en Las Provincias

Desiderátum en Alicante

Castella, Manzanares y Roca Rey cortaron dos orejas por coleta en tarde de “No hay billetes”
José Luis Benlloch
domingo 23 de junio de 2019

Todos a hombros. Castella, Manzanares y Roca Rey. Todos felices. Toreros y publico. Por momentos emocionados, muy emocionados y siempre divertidos, incluso cuando se enfadaron con el palco porque el usía en el último de la tarde echó el cerrojo a las exageraciones y dijo que con una oreja a Roca Rey era suficiente. La colocación final de la espada, claramente caída, fue el argumento definitivo para imponer la cordura. Para entonces, la corrida estrella de las Hogueras estaba siendo el desiderátum. Después de dos toros ruina que se lidiaron por delante, la tarde creció y creció sin parar. Los tres espadas fueron fieles a su estilo, también lo fue el público, que en el tercero de la tarde, antes de comenzar a torear Roca Rey, ya pedía fervorosamente que sonase la música. Castella siguió el hilo de su argumento de torero estoico y cartesiano. Roca fue la revolución, el hemisferio sur ene stado puro, efectos especiales, pasión, emboscadas al toro y el academicismo por montera. También Manzanares que no quiso que nadie picase más alto que él en su casa y por momentos rompió los esquemas familiares. Con ese motivo arrancó en el quinto con largas afaroladas de rodillas y le puso una dimensión personal y singularísima a dos pases cambiados por la espalda para inciar el trasteo de muleta.

Ni qué decir que se acabaron las localidades. ¿Quién dijo que los toros no interesaban?… Solo hay que dar con la tecla del interés. Ayer fue juntar en Alicante a Manzanares, rey en esta tierra y en tantas otras, y a Roca Rey, el huracán llegado del Perú que todo lo arrasa, y la plaza se quedó chica. Así hubiese habido otra plaza que se hubiese llenado. Tomen nota los mandamases de la cuestión, cual si fuesen Juncal: el futuro está en la taquilla y la taquilla la genera el interés, la competencia, la novedad, las emociones, el acontecimiento o lo que es lo mismo, todo aquello que se aleja de la rutina y de las reposiciones.

Los dos primeros toros de Juan Pedro Domecq fueron una nulidad. El tercero no lo fue menos. Pero ya se encontró a Roca Rey dispuesto a rescatar la tarde y vaya si lo hizo. Excelente fue el cuarto y poca cosa o nada los dos últimos. A ese cuarto, Castella, que no había podido lucirse en su primero, lo toreó con buen tono, con limpieza y muy ligado hasta matarlo de un excelente espadazo. Josemari, que no había picado a su primero, otra inutilidad de toro, salió a defender con toda su alma el entorchado de su Alicante. La faena tuvo un arranque explosivo, con una interpretación muy personal del pase cambiado por la espalda en los medios. También de esa guisa se puede torear vino a decir , y su obra se fundamentó sobre la mano derecha, temple, mucho temple, y el arrebato necesario para poner la emoción que no tenía el toro. La estocada, en la suerte de recibir, fue un monumento que puso la plaza en pie. Cortó dos orejas, mismo premio que Castella. Roca, que paseó una oreja de su primero con petición de la segunda, salió a revientacalderas en el sexto para no quedarse descolgado. Fue una faena de efectos especiales. Alardes y arrimón con un objetivo, no quedarse fuera de aquella fiesta. El público enfervecido como incondiconal valedor, clamaba gritos de ¡torero, torero! incluso cuando la espada cayó baja. Al final, empate a trofeos y puerta grande para los tres.

CRÓNICA PUBLICADA EL 23/06/2019 EN LAS PROVINCIAS

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