Como los toros gozan en Azpeitia de buena salud, no se trataba de un obligado renovarse o morir, pero la renovación y refresco de carteles de espadas y ganaderías ha sido este año muy llamativa. De los tres hierros de 2018 -Ana Romero, La Quinta y Cuadri- solo Ana Romero ha sobrevivido a una criba no del todo imprevista. Sin el nivel medio de veces precedentes, los buendías de Alcalá de los Gazules dieron juego. Lo bordó Daniel Luque. Enseñó la cresta con gracia y descaro Adrien Salenc.
– No habrá nunca toro que tanto llene el ruedo de Azpeitia como el de Cuadri. Pero un ruedo se llena mejor si un toro se mueve tanto como lo hicieron el cuarto y el sexto de Ana Romero, los dos mejores de una corrida desigual
– Luque hizo con el toro lo que le dio la gana. Entre toreo campero y clasicista, entre juegos de manos y golpes de prestidigitador, la cosa fue una faena de ritmo creciente
– La idea postiza de bautizar la plaza como “la bombonera” no ha prosperado ni ha tenido arraigo popular. Ni siquiera como imagen literaria. El acento torista de la plaza, multiplicado por las reducidas dimensiones del ruedo, no invita a pensar en bombones precisamente
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