REPORTAJE
Antonio ferreraAntonio ferrera

De moda y oro

Jorge Casals
domingo 17 de noviembre de 2019

La vuelta a lo clásico y una búsqueda de la exclusividad es lo que ha marcado tendencia este año en vestidos de luces. Es lo que más resaltan los principales sastres del momento, Antonio López -de la casa Fermín-, Santos y Justo Algaba. Junto a ellos repasamos algunos de los diseños que se han estrenado esta temporada y que por su originalidad y belleza merecen ser recordados.

Fotos: ARJONA Y JAVIER ARROYO

Parece que no pasen los años para Antonio López, de la Sastrería Fermín. Aunque la temporada taurina ha finalizado, en sus talleres acaba de empezar la de 2020. “Ya hay toreros que han encargado todos sus vestidos para el año que viene, muchos de ellos quieren estrenar en Valencia, que es la primera gran feria de la temporada”, apunta Antonio López, todo un emblema de la sastrería taurina, cuyos talleres continúan en la calle Aduana de Madrid desde su fundación en 1963.

Viste a muchas figuras del toreo. Admite que todas quieren “vestidos exclusivos, que no haya dos iguales. Yo les digo que la diferencia la deben marcar en la plaza, no en el armario”, bromea. Una de las figuras que mantiene su fidelidad a la Sastrería Fermín es Morante de la Puebla. El sevillano tiene personalidad para vestir, tanto en la calle como en la plaza. Su principal obsesión es el clasicismo, con vestidos que recuerdan la Edad de Oro del toreo. De esta sastrería salieron dos ternos que se estrenaron en la Feria de Abril de Sevilla, “uno beige y azabache con motivos azules. El bordado lo sacamos de un dibujo antiguo que pasó por mis manos y quedó muy bonito. Me siento muy satisfecho con ese vestido”; y un azul rey y oro “cuyo bordado es una mezcolanza de un vestido de Curro Romero combinado con un bordado de ochos inspirado en el dibujo de piñas antiguo. Es un vestido cómodo, flexible y vistoso a la vez”. Ambos diseños no incluyen los alamares en sus chaquetillas, como acostumbra Morante, “fruto de ese gusto por la línea antigua y clásica”.

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El Juli, Manzanares, José Tomás, Roca Rey… la lista de figuras que confían en las manos de Antonio López es infinita. El sastre madrileño nos desvela los gustos y preferencias de alguno de ellos. “El Juli estrena bastantes a lo largo del año. Normalmente él no viene a la sastrería, lo encarga el mozo de espadas y nos da rienda suelta, confía en nosotros. Lo importante para él no es el bordado sino la comodidad. Este año me gustó mucho el verde y plata con el que abrió la Puerta del Príncipe de Sevilla. También es verdad que muchas veces los bordados son más feos o bonitos en función de lo que ocurra en el ruedo”.

Sobre Manzanares, considerado como uno de los que mejor lucen esta prenda, desvela que los bordados de sus vestidos son muy especiales, “todos están bordados a canutillo, que es como se bordaba antiguamente, a mano. Un vestido de estas características puede llevarnos muchas horas de trabajo, por eso son tan caros”. El alicantino se decanta por dibujos propios y exclusivos, aunque algunos son variantes de dibujos clásicos como el “LM”. “En cuanto a los colores, es como su padre, apenas sale de la gama de los azules, rojos y granas. Algunas veces puede parecer que lleve el mismo, como ocurría con el caña de Dámaso, pero no es así. Este año ha estrenado cuatro vestidos, dos azules y dos granas”.

Roca Rey es quizá el torero que más vestidos encargue a lo largo de la temporada a la Sastrería Fermín. “Quiere ser diferente y vestir muy bien, es normal porque es la figura del momento. Le gustan mucho las líneas clásicas, como el bordado de piñas antiguas”, explica Antonio López.

Muchos han sido los vestidos especiales que han salido de su taller, pero recuerda uno con mucho cariño, el blanco y oro con el que Antonio Ferrera mató seis toros en Madrid. “Para un evento único como fue esa tarde, el vestido debe ser original. Era un blanco y oro con motivos de mariposas bordados a mano en hilo de seda de colores. Me pidió este insecto porque dice que las mariposas traen buena suerte y así fue”.

Vestidos de seda y la historia del azul Soraya

Con la llegada de rasos más resistentes se dejó de emplear la seda en los vestidos. Con ello se consiguió abaratar el precio de los mismos y dotarlos de mayor durabilidad, pues podían emplearse en un mayor número de corridas sin que el punto sufriese un gran desgaste al lavarlo. Ahora, algunos toreros han recuperado la seda, como es el caso de Álvaro Lorenzo. “Es un producto caro y de cierta sensibilidad, pero Álvaro tiene predilección por esta tela y no le importa ni el precio ni el tiempo de confección, pues se tarda mucho más en elaborarlo. Este año se ha encargado cuatro pero no los ha estrenado todos, todavía tiene uno guardado en el armario”, explica Antonio López.

Gracias a la seda se consiguen colores o matices nuevos más allá de la paleta de los 48 colores habituales. Por ejemplo, el azul Soraya. “Se llama así por el color de ojos de la Princesa Soraya de Irán, segunda esposa de Mohammad Reza Pahleví, emperador de Irán. Visitó nuestra sastrería y tanto mi hermano Fermín como yo nos quedamos prendados de aquellos ojos y quisimos sacar aquel azul tan bonito. Durante algunos años pasó de moda, pero parece que se vuelve a recuperar. Cayetano lo utilizó y ahora Álvaro Lorenzo”.

SANTOS Y EL CLASICISMO

Santos aprendió este exclusivo oficio al lado de Fermín López, su maestro, durante quince años. En 1998 decidió emprender en solitario esta aventura y hoy en día está considerado como una de las mejores manos en esta materia. Muchas son las figuras que visitan esta sastrería madrileña situada en la céntrica calle O´Donell. Una de las más fieles es Enrique Ponce. El valenciano luce como pocos esta prenda y cuida los detalles al máximo. Hace cinco años que dejó el bordado de jarrones que le acompañó prácticamente durante toda su carrera y ha apostado por nuevos diseños. “Ha sido gracias a su esposa, Paloma, que le ha convencido”, puntualiza Santos. “Primero le diseñamos el bordado de inspiración valenciana, que recuerda a un naranjo con sus hojas y la flor de azahar bordada en blanco”. Es el mismo bordado que eligió para el vestido blanco y azabache que estrenó la fatídica tarde de Fallas, y con el que quiso homenajear al Valencia C.F. en el año de su centenario. Para espantar fantasmas volvió a lucirlo en su reaparición, en El Puerto de Santa María, en una tarde apoteósica que borró cualquier atisbo de infortunio.

En las últimas dos temporadas ha apostado por un bordado “cargado de tréboles, muchos de ellos de cuatro hojas. Son muy bonitos. Este año se han encargado cuatro vestidos nuevos con ese bordado”, detalla Santos, quien destaca el gran fondo de armario del torero, ya que “su mozo de espadas cuida muy bien la ropa, así que un vestido le puede durar de cuatro a cinco temporadas”. Con respecto a la duración, especifica que un vestido realizado con los materiales de ahora puede tener una vida de “hasta 20 años. Suele pasar por muchas manos, pero hoy en día los materiales son muy buenos y resistentes”.

Tres de los toreros revelación de este año, cuyos gustos tanto en su concepto del toreo como en su forma de vestir se decantan por lo clásico, han confiado en esta sastrería madrileña: Pablo Aguado, Emilio de Justo y David de Miranda. “En lo que respecta a Pablo Aguado, su importante triunfo de Sevilla le hizo cambiar todas sus previsiones y encargarse más vestidos para afrontar todos los compromisos de la temporada. Tuvimos que apretarnos los machos”, añade entre risas. Entre los ternos, destaca uno por especial, el goyesco que lució para su debut en Ronda: “Era un tejido damasquinado, que es como un dibujo estampado y parecido a la seda”. De sobra es conocido el gusto de Emilio de Justo por los vestidos con el bordado “original” que tan de moda se puso en los años 90 gracias a Joselito. “Le gusta cargado de oro y además, con los chorrillos largos, lo que le da un aire antiguo que recuerda a la Edad de Oro del toreo”. De David de Miranda destaca “su gusto por los trajes bonitos y que tienen mucha riqueza. Le gusta encargarlos con tiempo porque sabe que los suyos llevan más horas de trabajo. Ya ha encargado varios para el año que viene, casi todos en la línea clásica que estuvo tan de moda en los año 90, con los bordados denominados original o de jarrones, aunque algo retocados y adaptados a sus gustos”.

Otro de los toreros cuyo gusto por la tauromaquia clásica se plasma en su forma de vestir es Diego Urdiales. “Este año todos sus vestidos han sido bordados con esos dibujos que le recuerdan a su tierra, La Rioja, inspirados en los viñedos, en la uva y en las hojas de las parras. Un bordado que se pudo ver también en el sangre de toro y azabache que lució en la Beneficencia de Madrid. Son diseños muy cargados, como le gusta a él”.

En cuanto a ternos especiales, Santos recuerda el de la alternativa de Tibo García: “Todo blanco, con motivos geométricos, triángulos y una flor muy común en Francia”. También el grana y oro que estrenó Manuel Escribano en Las Ventas, la tarde en la que fue herido por un toro de Adolfo Martín. “Lleva en toda la banda de la taleguilla una pluma bordada en oro, un símbolo ya muy característico en él y relacionado con su apellido. Me impactó mucho cómo quedó. Además, tenía toques aztecas que lo hacían distinto”. En este listado Santos incluye un terno de Finito de Córdoba muy “eclesiástico, ya que tiene un bordado muy semejante al de los mantos de las vírgenes, con un color berengena y oro muy elegante. Finito luce muy bien la ropa”.

“Estoy contento por cómo ha ido la temporada”, añade Santos a modo de conclusión, pues no solo en la sastrería es todo un maestro, también es un referente en la elaboración de capotes y muletas, “es un complemento que ayuda muchas veces a mantener esta profesión”.

JUSTO ALGABA, UN ADELANTADO

También en Madrid se encuentra otra de las sastrerías de toreros de mayor solera, la regentada por Justo Algaba desde 1978, con sede en la calle La Paz y en su moderna tienda de Las Rozas, que es a su vez una especie de museo del vestido de luces. Por allí han pasado figuras del toreo y de todas las artes escénicas, pues Justo Algaba siempre ha dado un paso más allá rompiendo las barreras herméticas del toreo, de ahí su popularidad. A sus 71 años y sin relevo profesional, su pasión por esta profesión le lleva a seguir tirando del carro cada mañana.

“¡Claro que hay moda en el toreo! De lo contrario, estaríamos estancados. Las figuras son muy exigentes y quieren exclusividad en colores, diseño, dibujos… No preguntan por el dinero, lo que quieren son vestidos únicos, que no se repitan. Son vestidos especiales que están bordados a mano y con moritas de seda”, explica este manchego.

Uno de los ternos más distinguidos que ha salido de estos talleres este año es un verde y oro que estrenó en Sevilla Morante de la Puebla. “Ha sido el traje que más me horas me ha llevado de los últimos años. Tiene mucho trabajo por todos los bordados que lleva, con dibujos inspirados en los vestidos de 1880, lo que ocurre es que en aquella época la mano de obra no miraba el reloj, y ahora sí. Quizá sea uno de los vestidos más bonitos que hayamos confeccionado”. Justo se detiene en Morante y habla entusiasmado de un terno azul cielo y azabache que lució en Jerez y en la Feria de San Miguel. “Es una preciosidad, con un bordado de un vestido de 1870. Se enamoró del vestido el guitarrista Tomatito y Morante se lo regaló”, explica. “Son vestidos estelares, que se salen fuera de lo normal, son bellos por sus bordados y materiales”, añade.

Justo Algaba siente especial predilección por los ternos goyescos, que representan una época que ha estudiado muy bien y cuyos conocimientos plasma en este vestuario tan especial. De sus talleres sale todo el vestuario para poner en escena la corrida del 2 de Mayo en Las Ventas. “De este año destacaría el vestido de Ángel Sánchez, en tonos azules y negros, muy elegante”. También destaca uno diseñado para Morante de color rosa que el sevillano estrenó en Antequera.

“Aunque respetemos el clasicismo, estamos en una innovación constante. De hecho, yo me he adelantado a cómo serán los vestidos dentro de 20 años con una exposición particular que ha estado presente en varias ciudades españolas. La moda está muy presente en el toreo”, concluye Algaba.

Magallánicos y provenzales, la novedad de la temporada

Justo Algaba es todo un especialista en recrear vestidos de época. Se encarga del vestuario de todos los actuantes: toreros, picadores, banderilleros, areneros, torileros, oficiales… Muchas de las goyescas que se celebran salen casi al completo de sus talleres, como la del 2 de mayo de Madrid.

Este año ha habido dos corridas con un vestuario totalmente novedoso: la Magallánica de Sanlúcar de Barrameda y la Corrida Provenzal celebrada en Saintes Maries de la Mer. “Se cumplían 500 años de la vuelta al mundo de Magallanes y había que recrear la época y creo que lo conseguimos de una manera muy real, buscando además los colores y tonalidades que se utilizaban”, explica Justo. En cuanto a la Corrida Provenzal “creamos un vestido con muchos detalles de la Camarga, muy parecido al goyesco. Quedó muy bonito”.

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