La Pincelada del Director

Ni gilipollas ni nazis ni sicópatas…

Una triunfita ha insultado en TVE a los taurinos. Esta señorita no sabe una palabra de Tauromaquia, pero se atreve a opinar de esa forma tan contundente. Lo que ha hecho es un signo inequívoco de necedad
José Luis Benlloch
lunes 27 de enero de 2020

Todos los días un trago. Para ser más exactos un mal trago. Abres los digitales y se te abren las carnes de aficionado. Un día, como si no lo supiésemos, te anuncian los planes o deseos de los partidos antitaurinos como si ya fuesen realidad y se te cae el alma a los pies. Afortunadamente todavía no lo son. Alivio. Otro día escuchas a los del cine y se te ponen los ojos a cuadros por el descaro que gastan pidiendo pasta y ayuda al Estado para su trabajo como si todo lo que hiciesen fuese arte que ni así y el resto de los artistas, los toreros lo son, no existiesen ni mucho menos lo mereciesen. Claro que por pedir… mucho peor es que los nuestros ni pidan ni se muestren ni metan el hombro. ¿Dónde están nuestras figuras, cuándo reivindican, dónde ponen sus reales más allá de pedir este compañero o aquella ganadería?… No acabaron ahí los disgustos. Otro día nos tuvimos que desayunar con los improperios descalificadores que una muchacha, poco menos que una adolescente, aprendiz de cantante, dedicaba a los aficionados a los toros. Ha ladrado sin pudor ni razón ni respeto y sin que nadie de la casa que le mantiene sus caprichos, que se supone que es la casa de todos, incluidos los que nos gustan los toros, haya dicho esta boca es mía, haya pedido disculpas o haya hecho algo para evitar semejante desfachatez.

Quería responderle pero no he encontrado mejores argumentos que los expresados por el profesor Rafael Comino en aplausos.es en un artículo titulado “La triunfita lenguaraz”, así que voy a rescatar en esta columna alguno de sus razonamientos.

“Seguramente -arranca Rafael- habrán leído que una triunfita -me refiero a participante en el programa Operación Triunfo, que, por cierto, nos cuesta mucho dinero a todos los españoles-, ha llamado, en TVE, “gilipollas, nazis y psicópatas” a los taurinos. Esta señorita no sabe una palabra de Tauromaquia, pero se atreve a opinar de esa forma tan contundente. Lo que ha hecho es un signo inequívoco de necedad, pues la persona inteligente suele callar, aunque sepa del tema, mientras que la necia habla sin saber del tema.

… Sin ánimo de entrar en discusión con ella, pues como muy acertadamente dijera el escritor americano Marx Twain, “No discutas con un ignorante, te hará descender a su nivel y ahí te vencerá por experiencia”, debo recordarle, o mejor decirle, pues no se puede recordar algo que nunca se ha sabido, que la Tauromaquia es un arte único, que inspira como ningún otro, a las demás artes, reconocido por miles de intelectuales de primerísima línea, en las Ciencias, las Letras y las Artes, amantes de este arte, como Ortega y Gasset, Manuel Machado, Gregorio Marañón, Menéndez Pelayo, García Lorca, Moreno Torroba, Joaquín Turina, Camilo José Cela, Vargas Llosa, etc. No creo que ninguno de ellos fuese o sea gilipollas, nazi o psicópata; que la Tauromaquia es Patrimonio Cultural Inmaterial de España; que el catedrático de Filosofía de la Sorbona, Francis Wolff, considera que “La Fiesta es un bien moral y ético, es un tesoro de la humanidad, uno de los dones de España a la cultura europea”; que el catedrático de Psicología de la Universidad del País Vasco, don Enrique Echeburúa Odriozola, ha concluido en un riguroso estudio científico (1999) que “no se puede considerar como peligrosa la contemplación de espectáculos taurinos por menores de 14 años… Por tanto, no hay bases suficientes para sustentar científicamente una medida como la prohibición de entrada de los menores de 14 años a las plazas de toros”; que el catedrático de Filosofía de la Universidad Autónoma de Barcelona, don Víctor Gómez Pin, también ha concluido que “los niños deben acudir a los toros porque es un espectáculo éticamente recomendable y sin ningún rasgo negativo… incluso al niño le puede ayudar ver la dureza de la existencia y la entrega que se exige para enfrentarse a ella”. Asimismo afirma que no hay arte digno de tal nombre que no apunte a la verdad (y en ningún arte hay tanta verdad como en la Tauromaquia); que un estudio llevado a cabo por el doctor Johannes Michalak y colaboradores, en la Universidad de Hildesheim (Alemania), publicado en la revista “International Journal of Behavioral Nutrition and Physical activity”, el año 2012, número 9, demuestra cómo los vegetarianos, por tanto animalistas y por tanto antitaurinos, tienen, de forma significativa, más trastornos mentales como depresión, ansiedad y síntomas somáticos, como dolor, por somatización de alteraciones mentales…”.

Y sigue el razonado y avalado argumentario de Rafael Comino, por cierto catedrático en la Universidad de Cádiz, santo varón que ni es sicópata ni nazi ni gilipollas. El artículo completo lo pueden recuperar haciendo click aquí. Vale la pena.

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