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Lo demás, pamplinas

El plan económico de la empresa actual era una explotación “conjunta” y paga por ello. Por tanto, ¿quién ha de pagar el dinero en negativo de las condiciones económicas de explotación? Respuesta: los toreros y los ganaderos, y el público. Es decir, que no se puedan anunciar los Hombres G significa que hay menos caja en la explotación y que ese déficit lo paga… el toreo
Carlos Ruiz Villasuso
viernes 21 de febrero de 2020

Las Ventas, primera plaza de toros del mundo. Por el aire llega, en forma de afirmación sin voz, que no se va a meter mano a la reconstrucción/remodelación de la plaza de toros. El argumento para no lograr la explotación “total” del recinto es que no se adecúa a la normativa actual de seguridad y otras varias. A bote pronto, uno se siente como perplejo porque es incapaz de responder a esta pregunta: ¿si se pueden dar toros con 23.000 personas en el coso, no se pueden dar otros espectáculos con menos público? De otra forma: ¿ser ciudadano aficionado a los toros dota de un caparazón individual frente a hecatombes? O, ¿ser público de toros es una afición de riesgo por la cual hay que aceptar que mi pellejo esté en el aire?

¿La seguridad de un aficionado a los toros necesita de menos seguridad normativa que la de uno que va a ver a los Hombres G? Llegados a este punto, el punto G, y sin que nadie sea capaz de responder a esta contradicción sobre seguridad, Las Ventas será un interrogante en el aire. Ni se sabe qué licencia tiene, ni se sabe qué recinto es o para qué sirve, ni se sabe qué va a pasar con ella en el futuro. De momento, la actual empresa tiene este año y el que viene como plazo de gestión. Una gestión que se contrató para una explotación “total” y que sólo es parcial, es decir, explotación taurina y poco más.

Pero el centro de este punto G es que el “precio” que se paga a la propiedad de la plaza, es un coste o condiciones económicas que no se basan sólo en la explotación taurina. El plan económico de la empresa actual era una explotación “conjunta” y paga por ello. Por tanto, ¿quién ha de pagar el dinero en negativo de las condiciones económicas de explotación? Respuesta: los toreros y los ganaderos, y el público. Es decir, que no se puedan anunciar los Hombres G o quien sea significa que hay menos caja en la explotación y que ese déficit lo paga… el toreo.

El plan económico de la empresa actual era una explotación “conjunta” y paga por ello. Por tanto, ¿quién ha de pagar el dinero en negativo de las condiciones económicas de explotación? Respuesta: los toreros y los ganaderos, y el público. Es decir, que no se puedan anunciar los Hombres G significa que hay menos caja en la explotación y que ese déficit lo paga… el toreo

Si alguien es capaz de argumentar lo contrario, dejo mi título de periodismo colgado de un puente. Y digo eso al mismo tiempo que digo que el toreo como actividad ha de demostrar que es rentable por sí solo. Y más en estos tiempos. Esa comparativa lastimera que señala que se subvenciona hasta el concierto solista de un perroflauta mientras que no se hace de la misma forma con este Patrimonio Cultural, es un llanto tan estéril como ineficaz. Los toros han de demostrar que tienen capacidad para vivir por sí mismos.

Porque hay un peligro evidente. Lisboa: la plaza de Campo Pequeno no dará toros en breve al comprobar la propiedad de la plaza que su cuenta de resultados en lo taurino es paupérrima y que otros eventos son mucho más rentables. ¿Queremos que eso suceda en Madrid? No, claro. Pero, ¿podemos permitir que la plaza de Madrid siga en las mismas condiciones normativas, en el limbo normativo? No sólo no, sino que un no más rotundo.

En mi humilde forma de ver las cosas, Las Ventas es un recinto especial, en una ciudad especial, con una feria y un mercado taurino especiales. Hagamos de esa especialidad algo positivo para el toreo. ¿Cómo? Sólo es posible de tres formas. O se hace un pliego de condiciones sin ninguna otra connotación económica de explotación que lo taurino (es decir, unas condiciones económicas que sean un tercio o un cuarto de punitivas que las actuales); o se hace desde la propiedad una remodelación del coso para adecuarlo a la normativa actual sobre otros eventos y entonces se puede hacer el pliego con mayor exigencia económica.

O, tercera vía, se saca a concurso el coso incluyendo la remodelación estructural completa de la plaza con un plazo de explotación para muchos años, exigiendo en ese plazo que todos los años se den un determinado número de corridas de toros. Es decir, asegurar la plaza para otras líneas de negocio, pero salvaguardando las propias corridas de toros en contrato. Blindando la actividad taurina para que no pase lo que va a pasar en Lisboa. De esta forma quienes desean “tener” Las Ventas como recinto inmejorable para otros negocios, sepan de forma clara que están obligados a mantener la tauromaquia. Tantas corridas, tantas novilladas, durante los mismos años para los que se conceda la explotación. Ahí lo tienen: recinto asegurado a la normativa y continuidad de la tauromaquia. Lo demás, pamplinas y venta de humo.

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