Cuestión de genes

La aplicación de la genética en el toro de lidia se presenta como el futuro para la mejora en las ganaderías
Juan Cristóbal García
lunes 03 de octubre de 2011

Hacia la plena producción

La revolución de los genes

La genética puede ser el mejor aliado para el futuro de la Fiesta. Su aplicación en las ganaderías puede hacer de éstas unas explotaciones mucho más dinámicas y con más control sobre los toros y vacas que se crían. Los científicos apuntan mejoras en la selección de las reses, en el proceso de reproducción y prevén una revolución en los ciclos de las ganaderías.

La genética aplicada a las explotaciones ganaderas en general es algo habitual desde hace muchos años. A pesar de ello, en el caso de las ganaderías de bravo su influencia todavía es muy pequeña. “Genética en el toro de lidia se hace, de eso no hay duda, pero no es una genética científica. La única genética que se lleva a cabo es la empírica que realizan los ganaderos. La aplicación de la ciencia en las explotaciones de bravo todavía es mínima”, asegura Javier Cañón, Catedrático de Genética en la Facultad de Veterinaria de Madrid.

Son pocos los ganaderos que ponen en práctica los conocimientos de esta ciencia, a pesar de que los genetistas aseguran que son muchos los beneficios que pueden reportar en el desarrollo y evolución del toro bravo. “Sí que es cierto que los ganaderos de lidia somos un poco más reticentes a utilizar todo este tipo de técnicas nuevas, pero el futuro de la Fiesta pasa por ello -asegura el ganadero onubense Francisco Javier López Rubio, uno de los dos ganaderos españoles interesados en la clonación de toros bravos-. El ganadero que lleva muchos años en esta profesión es muy excéptico, sabe que esto de la ganadería no es matemático y nada te asegura el éxito, por eso no son muy dados a los cambios”.

Pero, ¿en qué puede influir la genética?, ¿qué procesos de la ganadería mejoraría?… fundamentalmente esta ciencia perfeccionaría tres fases del proceso ganadero: la selección, la reproducción y la evolución de la ganadería.

MÁS CERCA DE LA DIANA

Debe quedar claro que la genética no va a hacer que el ganadero acierte en todas sus elecciones: “Nosotros no le aseguramos al ganadero cómo van a ser sus toros, lo que le vamos a decir es que el toro o la vaca que seleccionan son potencialmente buenos para que sus descendientes hereden ciertos caracteres como la movilidad, la acometividad, duración… los factores que ellos quieran imprimir a las futuras generaciones. Lo que permite la genética es una mayor precisión a la hora de seleccionar los reproductores”, asegura Javier Cañón.

Actualmente, el ganadero de lidia selecciona qué toros se cruzan con qué vacas según la información que ellos recopilan de forma empírica según sus anotaciones y con una carga de subjetividad. Parte de ese comportamiento que ha observado el ganadero (entre un 30-40%) es genético y el resto no lo es, y hoy en día la genética es capaz decir al ganadero si el comportamiento que él ha observado es genético y va a ser heredado por su descendencia.

Muchas veces se oye decir que un toro no funciona como semental y eso se puede deber a que sus genes no tengan la capacidad de transmitir los caracteres que el ganadero desea. “Puede que dos toros tengan un buen comportamiento, pero que uno de ellos tenga un componente genético elevado y otro desarrolle ese comportamiento por factores ambientales externos. Nosotros somos capaces de saber si lo que observa el ganadero es heredable o no”, afirma Javier Cañón.

En todo caso, la decisión siempre es del ganadero: “Él decide hacia dónde quiere llevar sus animales, nosotros lo que hacemos es proporcionarle una información para que logren sus objetivos de manera más eficiente”, apostilla Cañón.

Por tanto, no es que se vaya a dar en la diana, pero se está un poco más cerca. Se reducen notablemente las opciones de error.

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