(Foto: Moratalla Barba)(Foto: Moratalla Barba)

Las espadas Luna

Juan Pablo Benito es el último eslabón de esta dinastía de espaderos y el heredero de todo un legado en la fabricación de los utensilios de matar
Jorge Casals
lunes 09 de enero de 2012

Ramón Luna popularizó este oficio que pasó después a manos de su hijo Enrique Luna, posteriormente a Enrique Muñoz y por último a Juan Pablo Benito

Las espadas Luna, utilizadas por todas las grandes figuras del toreo, son consideradas como las mejores. Todavía está presente esa máxima de que las espadas de Luna son las que más matan. Fue en Valencia, concretamente en el nº 47 de la calle Borrull, donde tuvo su taller de fabricación de espadas el primer Luna, Ramón, que llevó hasta lo más alto un oficio que luego heredó su hijo Enrique Luna Antequera. Enrique instaló su taller en la Ronda Segovia de Madrid en el año 1933 y siguió elaborando las espadas con el mismo procedimiento que le enseñó su padre. Con él, empezó a trabajar desde muy joven Enrique Muñoz. Aprendió el oficio, se especializó, le enseñaron todos los secretos para continuar haciendo aquellas mismas espadas que fabricó en su tiempo Ramón Luna. Jubilado ya Enrique Muñoz, el heredero de este legado ha sido Juan Pablo Benito, que aprendió el oficio desde muy joven junto a su maestro Enrique Muñoz. “Empecé con Enrique Muñoz desde muy joven, con 17 años. Él era cliente de la frutería de mis padres y yo me iba a su taller prácticamente todas las tardes sólo a mirar. Poco a poco me fui involucrando más hasta ahora, donde me he quedado con el negocio cuando Enrique se jubiló. De joven ya era aficionado a los toros, me fue gustando cada vez más este oficio por lo bonito que es hasta que me involucré de tal manera que ahora soy yo quien lleva el negocio”, afirma Juan Pablo. LAS FIGURAS CONFÍAN EN LUNA Todos los toreros pasan por este taller situado ahora en un polígono industrial de Arroyomolinos (Madrid). La lista es interminable. Juan Pablo numera cada una de las espadas, descabellos y ayudas que salen de su taller y podemos comprobar cómo las grandes figuras confían en las espadas Luna: Manzanares, José Tomás, Castella, El Cid, Capea, El Juli, Juan Bautista, El Fandi, Cayetano, Talavante… Prácticamente todos. Además, son los propios toreros los que personalmente le encargan las espadas, “son maniáticos y exigentes. Hay algunos que las quieren con un gavilán solamente para evitar alguna posible lesión en el dedo pulgar, ya que el mismo encontronazo con el toro, puede producir alguna lesión en este dedo. Unos más cortas, otros más largas, con la empuñadura más amplia…”. Juan Pablo Benito nos desvela el proceso de fabricación de una espada. Alrededor de dos días tarda en fabricar una espada. Las elaboran por tandas y cada tres meses hacen un lote de algo más de veinte. Al año, pueden llegar a fabricar unas sesenta espadas. Y es que el proceso es complejo y artesanal. “Lleva mucho trabajo. Nos traen el acero en bruto, en barras, que se tiene que ir cortando en función de lo que uno quiera hacer. Primero se trata en la fragua, donde hay que ir dándole forma al acero para sacarle lo bueno. Este proceso se hace a mano en la piedra. Posteriormente se saca forjada en molde y ya está preparada para grabar el nombre. Antes iban firmadas como Enrique Muñoz y ahora claro, pongo mi nombre. Posteriormente hay que templarla y se le da un tratamiento, que no se puede desvelar, es secreto profesional. También hay que hacer la empuñadura, que va con una espiga enroscada. Finalmente se viste con las cintas rojas y la gamuza”. LA AYUDA, UNA RÉPLICA EXACTA En la actualidad prácticamente ningún torero torea montando la muleta con la espada de verdad, sino que lo hace con una ayuda o espada simulada, que normalmente suele ser de madera, aluminio o acero. Del taller de Juan Pablo sale una ayuda que es toda una réplica exacta a la espada de matar. “Es una ayuda muy ligera y bonita a la vez. Tiene caché. Es la réplica de una espada de matar de verdad. La empuñadura es desmontable, para poder limpiarla mejor. Además, aunque la ayuda tenga muchos años, si se pule queda como nueva. Están elaboradas con el mismo acero que las espadas”. También ha creado otras fabricadas con palo de golf. “Es una material resistente también y ligero. Jesulín ha estado toreando con ellas, ya que después del accidente, no podía coger mucho peso, probó estas ayudas y nos encargó varias. Hacemos las empuñaduras también a gusto del torero, según tengan las manos más pequeñas o mas grandes. Es su herramienta de trabajo y tienen que estar a gusto con ella”.

Juan Pablo Benito fabrica cada espada con un esmero y cuidado sobrenatural, tal y como le enseñó Enrique Muñoz, quien a su vez aprendió en la casa Luna. Gracias a su afición a la tauromaquia y a su dedicación en este oficio artesanal, el toreo sigue empuñando las espadas Luna, “las que mejor matan”. Aunque para Juan Pablo, además de una buena espada hace falta “tener corazón y una buena izquierda”.

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