De la misma manera que el torismo francés dio en llamar encastes minoritarios a los excluidos por sistema de los carteles mayoritarios, podría hablarse, en cristiano, de encastes malditos o proscritos. Entre la maldición, la proscripción y la minoría se ha abierto paso un predicado naturalista que engloba en una sola las tres causas: la idea de las especies en vía o peligro de extinción. Que son, desde luego, los encastes minoritarios. Para entenderse en taurino de calle: todo lo que no es Domecq es minoría. Maldita o no, proscrita o casi. O no tanto. El asunto es científico.
Lea el artículo completo en su Revista APLAUSOS