A dos meses vista de la Semana Grande, los toros se dan en San Sebastián por causa perdida para siempre. Ahora toca esperar sus efectos contaminantes. No puede descartarse que antes o después se dejen sentir. Ni los informes convincentes que avalan la ecuación fiestas taurinas-generación de riqueza han bastado para que las fuerzas políticas y los poderes fácticos de la ciudad se atuvieran a razón. La plaza de Illumbe, ya propiedad municipal, se ha cerrado para funciones de toros de un mero plumazo.