Leer una noticia

Papá esquimal

Carlos Ruiz Villasuso
sábado 15 de febrero de 2014

En el toreo, como en el hombre, existe un gen regresivo, una especie de salto atrás. Una querencia a la no inteligencia. Hay quien quiere aún el toro ese de antes de que ese torero, quizá Belmonte, dijera, mejor me quedo quieto y toreo con los brazos. Los hay…

Alguien me dirá que los cambios son positivos, que es necesario cambiar. Discrepo. Dentro de los cambios, unos son evolutivos y otros regresivos. Bueno, incluso puede que exista una tercera modalidad: la involución. Para explicarlo, basta con un ejemplo sencillo. Un día el mono bajó del árbol. Subía cuando venía la fiera a comérselo, hasta que un día dijo: Ya está bien de tanto carajo de subir y bajar y se puso de pie y aprendió a usar un palo y a hacer fuego. Y así llegamos del mono al homo erectus (que nada tiene que ver con una erección) y luego, al homo sapiens, el que sabe, el que piensa. Eso es cambio evolutivo. A mejor: un día alguien, quizá Belmonte, dijo, qué hartura de me quito me pongo, mejor así con los brazos que con las piernas. Y el toreo pasó a ser homo sapiens. En el toreo, como en el hombre, existe un gen regresivo, una especie de salto atrás. Una querencia a la no inteligencia. Hay quien quiere aún el toro ese de antes de que ese torero, quizá Belmonte, dijera, mejor me quedo quieto y toreo con los brazos. Los hay. Los hay que piensan que el toreo, no es que esté mejor en Interior y no en Cultura, no, qué va. Algunos querrían que el toreo dependiera de Instituciones Penitenciarias. Otros creen que es posible conjugar con naturalidad en tiempos de crisis las relaciones comanditarias empresario/apoderado/ganadero/socio de otros empresarios y, a la vez, casi propietario de plazas. Ese es un gen regresivo. Por la sencilla razón de que un día nos pusimos de pie para darle caña a la fiera. No para convertirnos en una fiera. Creo que en la vida, y el toreo refleja la vida como ninguna otra actividad, el cambio, o es hacia adelante, o es hacia la evolución, o no es cambio. Es regresión. Involución. Y, de eso justo es de lo que, me incluyo encabezando las listas, no estamos hablando. De la evolución del toreo que, ya, pero tan ya que es Ley, es arte del toreo. Dónde ha de ir, cómo ha de expresarse mejor, qué toro se ha de seleccionar para ese arte, qué exige a este arte la sociedad actual, el público actual. Mientras seguimos hablando de Gallito y Belmonte, quizá se nos pasa por alto que tras Ponce llegaron Juli, Morante… y tantos tan buenos. Y que son tan buenos delante de tantos toros tan bravos y tan seleccionados evolutivamente. Quizá hablamos demasiado de pleitos, de conflictos, quizá estamos de nuevo a cuatro patas, brincando al árbol porque viene la fiera. Que puede que no sea otra que nosotros mismos.

Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando