La Revolera

¡Ni un voto para nuestros verdugos!

Paco Mora
jueves 16 de junio de 2016

Por lo menos, que no seamos nosotros quienes les facilitemos las armas para que se carguen algo que forma parte de nuestra cultura desde hace siglos. ¡Ni un voto a nuestros verdugos!

Garzón e Iglesias están convencidos de que “unidos pueden” darle una puñalada trapera a la Fiesta de los Toros, si por un aborto de la naturaleza se hicieran con el poder el próximo día 26. Así lo han anunciado. Estoy esperando la respuesta de los españolísimos Rajoy, Sánchez y Albert Rivera. Sobre todo de este último, porque el socialista y el pepero no han puesto nunca sus posaderas en un tendido. Pero el inquieto Rivera -ahí te quiero ver escopeta- incluso salió en hombros por la puerta grande de la Monumental de Barcelona abrazado a Serafín Marín en una célebre jornada taurina para reivindicar el toreo, a la que se unió en cuerpo y alma el entonces más incipiente todavía político catalán.

Dada la versatilidad y espíritu cambiante del joven y zigzagueante político, tengo la impresión de que podemos esperar sentados su reacción. La fidelidad a una idea no forma parte de sus virtudes políticas y me da el pálpito que no le costaría demasiado esfuerzo renunciar hasta a su fe de bautismo para tocar poder. Esta es la tropa que clama por la regeneración de la vida política del país, regeneración que sólo entienden si ellos cabalgan el caballito del poder. De Rajoy poco cabe esperar porque la Santa Alianza para echarle de La Moncloa, aunque sólo le faltara un voto para gobernar, está meridianamente clara. Aparte de que al gallego, la alegría de la Fiesta Brava le cae muy lejos.

En cuanto a Sánchez, bastante tiene con tratar de capear el temporal que se le viene encima con el “podemos, queremos y vamos a por ti” de Pablo Iglesias. Que si le sale medianamente bien al de la coleta, le quedan tres telediarios y un pelado para salir pitando del despacho de la secretaría del PSOE en la madrileña calle de Ferraz. Por lo que a estas alturas los aficionados a los toros, y todos los que a su sombra “viven del cordero”, sólo podemos confiar en nuestras propias fuerzas. ¡Ni un voto para nuestros declarados enemigos! Por lo menos, que no seamos nosotros quienes les facilitemos las armas para que se carguen algo que forma parte de nuestra cultura desde hace siglos. ¡Ni un voto a nuestros verdugos!

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