Los dieciocho toros de las tres corridas de la Pascua de Arles estaban muy bien hechos. La corrida de los Matilla del 15 de abril, de los dos hierros de la familia, salió diversa. El primero de Manzanares, ensilladito y montado, tuvo más plaza que los demás. Se soltó de un primer puyazo, se escupió del segundo, pegó muchos taponazos, escarbó, roncó. La acústica del Anfiteatro produce el efecto de una caja de resonancia. Estremecen los ronquidos y jadeos del toro que sea. Y las voces del torero de turno. Para convencer a un toro, para espantar los males o para torear con la voz. Depende.
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