En 2016, Roca Rey despegó como un cohete. El vuelo vertical a ciega velocidad. Una explosión. La estela que el vuelo fue dejando por donde pasaba. El ruido necesario. Todos los riesgos derivados de una irrupción tan incontenible como la lava del volcán. Y la resolución matemática hasta alcanzar e instalarse lo antes posible en la órbita mayor del toreo. Para ser torero planeta y no satélite. En el centro del sistema.
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