La Pincelada del Director, por José Luis Benlloch

Gallardetes de duelo, banderas de dignidad

José Luis Benlloch
martes 10 de octubre de 2017

La semana no ha sido la mejor. La muerte de Victorino nos llenó de tristeza. De nostalgia. Con la falta que hacen hombres así. Que les pongan gallardetes negros a las puertas de chiqueros como decía la sevillana que homenajeaba a Antonio Bienvenida, otro referente de su época. Pues eso.

La semana no ha sido la mejor. La muerte de Victorino nos llenó de tristeza. De nostalgia. Con la falta que hacen hombres así. Que les pongan gallardetes negros a las puertas de chiqueros como decía la sevillana que homenajeaba a Antonio Bienvenida, otro referente de su época. Pues eso. Gallardetes negros por los ganaderos bravos y por los toreros/toreros, como aquel Antonio que lo era las veinticuatro horas del día los trescientos sesenta y cinco días del año, desde Fallas al Pilar, modelo del que no quedan tantos. Digo lo mismo que con Victorino ¡con la falta que hacen! Y como el toreo no es ajeno al día a día de las gentes, no debía serlo a riesgo de desaparecer, que pongan gallardetes negros por esa España doliente y desgarrada, o eso quieren, que sufre estos días los efectos de los intereses espurios de una oligarquía que no se detiene en nada con tal de tapar sus vergüenzas y eludir responsabilidades por su gran latrocinio de cuarenta años. Y si les hago un hueco en esta página es porque los toros fueron su primera mentira, la primera de muchas y su primera víctima propiciatoria sin acordarse de que sus papás no hace tanto presumían de estatus en las barreras de lujo de la Monumental. Crueldad, anacronismo, que genera violencia… es lo que ellos dicen del toreo, los mismos que han liado la que han liado. Asómense a la calle, repasen la historia, recuerden en dónde existieron los nacionalismos exacerbados como el suyo y en qué sociedades anidaron. Y qué más crueldad, pregunto, que interrumpir el despertar económico de un país o alejar a las familias del bienestar. Ahora todo queda a la espera de la reacción y el buen tino de quienes creen en la ley y de quienes tienen la obligación de hacerla valer, de los que apuestan por el basta ya de quienes tienen derecho al respeto.

La sociedad civil le acaba de sacar los colores a quienes ensayaron con la Tauromaquia su mentalidad exterminadora y el pensamiento único. Ahora, rotas las cadenas del silencio impuesto, la bandera constitucional debe ser el símbolo y la percha con la que la Tauromaquia recupere la dignidad que le robaron

En ese ambiente llegó Illescas y su corrida total, hermosa/oportuna coincidencia, que sirvió de homenaje real a la gran obra de Victorino. Un toro indultado, las cosas como hay que hacerlas, todos en busca de la pureza, emociones a flor de piel y toreros que encontraron la vía de la recuperación que ha sido otra constante de la trayectoria del gran Victorino, la de la mano tendida a los que saben torear, a los que son capaces de convivir con la verdad del toreo. Los últimos han sido los de Illescas, Emilio de Justo, Pepe Moral y Martín Escudero como antes lo fueron Andrés Vázquez, Ruiz Miguel y tantos y tantos otros que crecieron de la mano de los cárdenos de Victorino. Así que junto a los gallardetes negros, que ondeen banderas de reconocimiento. Esa ha sido la satisfacción estrictamente taurina de la semana, la otra se está produciendo a la vez que escribo esta columna, la gran manifestación de quienes decidieron dejar de ser silencio para reivindicar su condición de catalanes y españoles. Suena a liberación. Una oleada de orgullo patrio ha roto los grilletes y recorrido España como un calambrazo para clamar al mundo la verdad de una opresión que estaba justo en la acera de enfrente que pregonaban.

Que les pongan gallardetes negros a las puertas de chiqueros por los ganaderos bravos… Illescas y su corrida total, hermosa/oportuna coincidencia, sirvió de homenaje real a la gran obra de Victorino

Y si necesitamos más datos para la esperanza habría que fijarse en la gran asistencia de público que han tenido las últimas ferias, la sanmiguelada de Sevilla y el Otoño madrileño, las mejores desde que comenzó la sangría de la crisis y los buenos augurios que ahora se ciernen sobre la Feria del Pilar donde SC ha logrado este año doblar el número de abonados respecto al año de su llegada además de acabar en sólo tres días las localidades para la corrida del día 13, así que se apunten el tanto quienes se lo tengan que apuntar. Y con ello no quiero caer en un triunfalismo ciego y bobalicón del todo está bien, del no pasa nada porque el problema persiste, la crisis se siente en muchas plazas menores, así que hay que seguir buscando soluciones, promocionando, ingeniando nuevas fórmulas, precios asequibles y/o mayor ligereza administrativa o todo a la vez porque cuando se encuentra el punto de interés, cuando se trabaja, hay respuesta.

La sanmiguelada de Sevilla, el Otoño madrileño y los buenos augurios que se ciernen sobre el Pilar demuestran que hay futuro y animan a seguir buscando soluciones

Pero por encima de todo la noticia de la semana y de muchas semanas, del año y de muchos años, ha estado en Barcelona. Barcelona ya merecía una buena noticia. La sociedad civil le acaba de sacar los colores de la vergüenza a quienes ensayaron con la Tauromaquia su mentalidad exterminadora y el pensamiento único. Y ahora que el viento de la libertad ha roto las brindas de la opresión, la bandera constitucional debe ser el símbolo y la percha en la que la Tauromaquia recupere la dignidad que le robaron.

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