ENTREVISTAS BALANCE DE TEMPORADA 2017

Ferrera: “Encorsetar la lidia le quita la magia de lo imprevisible”

Antonio Girol
lunes 04 de diciembre de 2017

Pocos toreros han tenido este año la dicha de que la afición esperase cada una de sus actuaciones con la fruición propia de quien se enamora hasta las trancas. Ese ha sido el caso de Antonio Ferrera. Torero mayúsculo que en plena madurez de su magisterio sedujo con la pureza de su toreo a los públicos de las plazas en las que hizo el paseíllo. Sevilla, Madrid, Bilbao, El Puerto de Santa María, Huesca, Pontevedra, Valladolid o Salamanca son solo algunos de los éxitos cosechados por el diestro extremeño en esta temporada en la que mostró y expuso su alma de par en par en el albero.

-¿Las sensaciones que ha vivido esta temporada se han correspondido con las que imaginó durante el año y medio que estuvo parado por culpa de la lesión del brazo?
-Las sensaciones siempre vienen por inercia. Por mucho que las evoques en la soledad de tu día a día luego la imprevisibilidad del toro es la que otorga grandeza a todos esos sentidos. Cada camino de los que he ido andando este año ha sido de sensaciones únicas, pero al mismo tiempo imprevisibles, que son las que te llenan como torero porque nunca sabes por dónde te van a venir los sentidos.

-¿Estar tanto tiempo fuera de ese ámbito natural que ha sido su vida desde que era un niño le ha hecho ser más fuerte mentalmente?
-No lo sé. Lo que sí he intentado es que me hiciera más libre. Son momentos que uno vive desde la soledad y ahí uno siempre madura. Lo importante es si los palos que tocas en esos momentos son positivos. Lo que sí tengo claro es que son pruebas de vida que te hacen retarte como torero y como persona.

-Dicen que no hay mayor reto que el de que la esperanza nunca debe morir en el hombre. ¿Por eso encargó el bordado de un ave fénix en el traje de su reaparición en Olivenza?
-Era un guiño. Los toreros en los momentos más complicados tiramos mucho del alma. Y era un símbolo de renacer dentro de ti sin tener que demostrar nada más que eso: renacer en tus sentidos, en tus sentimientos y en lo que ha sido tu vida desde que eras un niño.

-¿Cómo fueron esos días previos a su regreso?
-La previa siempre se vive con mucha incertidumbre porque los componentes emocionales que se dan cita en ese día son muy variados: vestirte de nuevo de torero, pisar una plaza, comparecer delante del público para exponer tu vida ante un toro… Por eso los viví con ilusión, pero a la vez con esa inquietud de no saber cómo va a responder tu cuerpo y tu espíritu. A todo esto, había que sumarle que la plaza era Olivenza y cumplía veinte años de mi alternativa en ese mismo ruedo. Lo que provocó que fuese un día en que viví momentos muy emotivos y emocionantes.



-Hablando de emociones, las vividas en la Maestranza resultaron tan fuertes, o al menos esa impresión dio desde fuera, que parecía como si la afición sevillana tuviese la necesidad de reencontrarse con usted, ¿lo sintió así?
-Sí. Sevilla ha sido la que me ha abierto el alma como torero esta temporada. En las dos anteriores a mi ausencia ya había podido vivir tardes muy bonitas en las que cocí a fuego lento esos sentimientos con los que sales a ese ruedo. Por eso cuando sientes que la sensibilidad de la afición sevillana va en consonancia con lo que tú estás viviendo en el albero se te abre el corazón. Lo que permitió que, en esos momentos, Sevilla me sedujese. También fue muy importante una tarde antes de ir a la Maestranza…

“Cada camino de los que he andado este año ha sido de sensaciones únicas, pero al mismo tiempo imprevisibles, que son las que me llenan”

-¿Se refiere a la del sábado de Gloria en Málaga?
-Efectivamente. Tal vez es de esas que un torero vive en silencio, pero que le sirven muchísimo porque te marcan dentro para lo que después tienes que andar durante la temporada y que permitió que luego Sevilla me arrastrase en ese espíritu haciendo que mi corazón palpitase de una manera muy especial.

-Volviendo a Sevilla. La tarde de los victorinos dio la sensación de que retomaba un capítulo que en su día quedó inconcluso con aquella faena a Mecanizado en 2015.
-Sí, cuando lo ves desde la perspectiva del tiempo parece que todo lleve una inercia; sin embargo, para mis sentidos esa tarde supuso mucho porque torear una corrida de Victorino siempre tiene un componente especial, y sobre todo si sale un animal tan fiero y tan difícil como en esta ocasión ocurrió con Platino al que poder llegar a sus entresijos interiores para crear una obra. Ese toro ha marcado un punto importante en mi carrera por el riesgo y la emoción. Dentro de ese contexto se vio que lo que mi tauromaquia transmite lo hace de forma sincera y libre. Esa tarde tuvo esos componentes de base para que tuviera una consistencia en el camino que estaba andando. El toro anterior también me marcó porque fue de ese tipo de animales que pasa más desapercibido para el público, pero hubo dentro de él momentos en los que me canalizaba mucho como torero.

-¿Ha soñado en alguna ocasión qué hubiera pasado si Sombrerero no se hubiese partido la mano?
-Yo creo que las cosas pasaron como tuvieron que pasar. Se vivieron momentos hasta ese instante que son difíciles de expresar con palabras para poder transmitir lo que sentí como torero. Es verdad que te duele cuando ocurre, pero también que hay que dar las gracias por lo vivido. Pero aquello tuvo un tentáculo, ya que una de las faenas que más sentido han dejado en mi corazón fue la del sobrero. Tuvo un aurea especial.

-¿Qué tuvo tan especial esa faena a ese sobrero para que le marcase tanto?
-Lo imprevisible puede venir de todos los palos. Cuando parece que esa interrupción por la lesión del toro lo cortó, sin embargo permitió que surgiese algo nuevo como ocurrió con el sobrero en donde noté los sentidos de Sevilla a través del ritmo que tuvo aquella faena. A veces lo más importante de esos momentos no es lo que se ve sino lo que se siente.

“Sevilla ha sido la que me ha abierto el alma como torero esta temporada. Cuando sientes esa afición en consonancia a lo que tú estás viviendo, se te abre el corazón”

-Imagino que lo difícil es conseguir que esos sentimientos sean vasos comunicantes.
-Esa es la realidad que tiene que ver con la verdad. Para mí fue uno de los momentos en que los sentimientos de toda la plaza estaban comunicados con los míos. Y eso como artista es el reconocimiento más grande que uno puede vivir y sentir.

-Esa comunicación también se dio en Las Ventas.
-Surge, sobre todo, cuando uno pone la máxima pasión y la máxima entrega. Para mí Madrid, después de Sevilla, fue la que me hizo sentir que tenía una consistencia verdadera de ilusión no solo por el momento sino por el camino que uno quiere andar y transmitir como torero en esas plazas. De desgranar mi tauromaquia desde los contextos en que vengan sin esperar a que te acompañen las circunstancias para que eso suceda. Y Madrid, tanto con la de Las Ramblas como con la de Adolfo, en la que hubo una faena que como torero se te quedan muy metidas dentro porque las vas descubriendo sin esperar nada del toro en ese instante, me dio mucha consistencia en mis sentidos. Volver a ver a esa plaza entregada con esa sinceridad es lo que más te permite seguir escribiendo páginas importantes.



-Tengo la impresión de que en Pamplona no hubo esa conexión o que tal vez faltó entendimiento en la faena al cuarto de Cuvillo.
-Pues no lo veo yo así. Pamplona es una plaza con una personalidad muy marcada y allí los ritmos naturales que pueda tener una faena son distintos. Me sentí muy torero en Pamplona y eso para mí está por encima de cualquier entendimiento.

-Lo que sí ha sido una manera de conectar directamente con los tendidos ha sido las formas tan añejas y toreras en que ha sacado a muchos toros del caballo.
-Yo hago lo que siento. A veces las cosas se transmiten de una manera y en ocasiones de otra. Me gusta sumergirme en la historia del toreo que viene muy contada para que el presente tenga un sentido y para mí son formas que me hacen sentirme y estar muy dentro de mí, del animal, del público; en definitiva, dentro del contexto, por el que también te dejas llevar. Pienso que encorsetar la lidia por parámetros le quita la magia de lo imprevisible y de lo que un artista puede ofrecer. Lo de quitar los toros de esa manera no es sencillo porque te tienes que meter prácticamente debajo del caballo y ahí no sabes cómo van a ser las reacciones de los animales. A veces pueden venirte con poca fijeza. Pero a mí me hace transportarme mucho al fondo de lo que yo siento como torero y me da la libertad de expresar mi tauromaquia de la manera más libre posible.

“Hago lo que siento. Encorsetar la lidia por parámetros le quita la magia de lo imprevisible y de lo que puede ofrecer un artista”

-En Bilbao demostró una vez más su altísima educación taurina al saber discernir la paja de la anécdota de las banderillas del grano de una faena de peso a un toro con tantas teclas.
-Con independencia de lo que pasó con las banderillas, que al final quedará en una anécdota, la afición de Bilbao entendió que la corrida de Torrestrella fue muy exigente. Canalizar toda esa personalidad que tenían esos animales y en esa plaza era un reto artístico. No solo consistía en dominarlos, sino que de ese dominio saliese una obra. Y en el contexto de la corrida el público supo calibrar muy bien los sentidos por los que transitaba la tarde. Además, para mí era otro reto en la temporada, otra marca más en el camino. La premisa de toda ella ha sido ir más allá de triunfar para que cada una de las tardes fuesen un acontecimiento que tuviese eco dentro de mí para seguir explorando en mi interior.

-Partiendo de esa idea de que cada tarde fuese un acontecimiento se entiende mucho mejor que aceptase la sustitución de Pablo Hermoso en Campo Pequeno.
-En Campo Pequeno he toreado varias veces y es una plaza con una mística especial en la que he vivido momentos únicos. El hecho de ir a sustituir a Pablo Hermoso era además un reto por tratarse de Portugal, cuna del toreo a caballo. De ahí que sustituirle a pie tuviese mucha responsabilidad. Pude sentir el toreo y la afición supo entender las circunstancias.

-¿Ha sido esta la temporada en la que más ha toreado para usted?
-Siempre he toreado para mí. Lo que pasa es que quizá la manera de transmitirlo o exteriorizarlo se podría entender de otra manera. En la vida, en ese sentido, hay momentos y circunstancias que hacen que uno los exteriorice de diferentes formas. Ahora mismo intento ser libre como torero. No libre en el sentido de no tener responsabilidades sino de sinceridad en ese momento tan difícil de exponerte a un público, a lo imprevisible, al toro y a que en un corto espacio de tiempo sucedan aquellas cosas que sientas. Busco ser sincero y el compromiso de esa sinceridad con uno mismo. Y también la verdad, y la verdad no admite dudas.



-Se lo pregunto de otra manera, ¿ha sido esta la temporada en la que más nos ha mostrado su alma, su interior?
-Lo mismo sí. Ha sido un año en el que me he podido sentir tal y como soy.

“No sé si lo que vendrá será mejor o peor. Mi ilusión es que Dios me permita construir un legado desde la verdad y la sinceridad”

-Viendo la inercia tan bonita que llevaba la temporada debió ser especialmente doloroso tener que frenar por culpa de la cogida de Albacete.
-Claro que sí. La cornada me pellizcó porque me impedía ir a plazas en las que me apetecía mucho sentirme torero. Tenía por delante un mes de septiembre precioso con citas importantes como Pozoblanco, Nimes, Madrid, la sustitución que se abrió en Sevilla… Vuelve a salir la palabra de lo imprevisible, pero son cosas que no se controlan y contra eso no puedes hacer nada.

-La sensación que quedó flotando en el ambiente tras cortar la temporada es que 2018 va a ser un año en el que aún haya más ganas de verle.
-No sé si lo que vendrá será mejor o peor. Mi ilusión es que Dios me permita construir un legado desde la verdad y la sinceridad que son dos palabras que a lo mejor se dicen muy a la ligera, pero encierran muchos compromisos ahí dentro y que voy a intentar seguir cultivando desde la naturalidad y la pureza.

Texto: ANTONIO GIROL / Fotos: ARJONA

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