COLOMBIA

Ponce y De Castilla, oreja en el último festejo de la Feria de la Macarena en Medellín

Dispar corrida de Ernesto Gutiérrez ante la que El Juli no tuvo opciones de triunfo
Paulo A. Sánchez
domingo 18 de febrero de 2018

GALERÍA DE VERÓNICA SIERRA – ALMA DE TORERO

Fotos: VERÓNICA SIERRA – ALMA DE TORERO

Se llenó La Macarena para el cierre de la temporada en Medellín. Un cartel de postín que resultó en entretenida corrida.

Enrique Ponce cortó la oreja en el cuarto porque supo hacer cada cosa en la medida justa. Soltura a manos llenas con el capote, y ligazón a su aire en las primeras series con la muleta. El toro apretó en banderillas y luego apenas duró para que el torero sin mucho alarde lo toreara en corto. Después promediando la faena y cuando el toro ya no tenía el mismo ritmo queriéndose rajar, Ponce hizo lo que tuvo a mano para impedir que se fuera a tablas. También es pertinente mencionar que aquel final hubiera sido cualquier colofón si no se hubiera volcado a matar con ambición de maletilla librándose por poco de la cornada pero llevándose un fuerte golpe en la mano derecha que lo hizo pasar por la enfermería. A pesar del dolor, acertó con el descabello y conquistó una tarde más, a esta afición que lo hizo ídolo hace tiempo.

Al primero, lo recibió de capa terso, encajado y lento, asentando la embestida al ritmo de sus brazos, controlándolo todo. Pero poco duró el encanto porque la nobleza del toro tuvo el matiz de la falta de fuerzas, y aunque Ponce puso ese recurso de facilidad al servicio de la faena, que hizo suyo como sello de su toreo a lo largo de su trayectoria, le faltó emoción a la faena porque al pastueño de Gutiérrez le costó mucho ir para adelante. Lo de la espada no resume la faena, y el aviso sonó cuando ya la gente -por gratitud- había olvidado los fallos.

Juan de Castilla va en camino de ser figura. Estas crónicas de su temporada son memoria de ese tránsito. Y aunque vio la cara y la cruz esta tarde, se consagró quizás triunfador del festejo, y no es chovinismo. Lo expongo francamente. La faena de la tarde terminó con el toro yendo vivo a los corrales y el torero en medio de lágrimas recibiendo una ovación definitiva. Con el capote ya avisó, lanceando con clase y reposo. Y después de brindar a sus alternantes fue el alumno aplicado que ante sus maestros fue a dignificarlos con la precisión de cada muletazo. Las series cortas, al aire del toro y muy claro de ideas el torero. El público no perdió de vista cada detalle y la conexión no vino por nacionalismo, fue valoración justa de lo que estaba sucediendo. Con la izquierda lo vio menos claro pero lo toreó con la facilidad de quien lleva a cuestas muchas corridas y muchos juicios en los ruedos del orbe, eso fue fundamental porque está apostando fuerte sin tener ese bagaje. Juan está apenas a “un pellizco” de lo rotundo, parece que a pocos toros de redondear con finales a la altura de las faenas. Lo demás…., aunque no se borra, quizás se olvida porque no valía la pena arruinar el derroche de torería de Juan de Castilla esta tarde.

En el sexto llegó la oreja, no solo por no fallar con la espada -que también sumó- sino por una faena laboriosa, sabiendo que las figuras lo antecedieron y había que jugarse el todo por el todo, inclusive a riesgo de pasarse de faena como a juicio de un sector del público, sucedió. El toro no fue bueno, apenas encastado pero sin entrega y sin clase, y lo de laborioso también implicó poner puntos de temple donde no había espacio para el arte.

El Juli no tuvo suerte con su lote, sin embargo, la faena al segundo no fue valorada como debía ser. Le pudo al toro con el capote hasta el temple, y con la muleta tuvo la capacidad de una figura para ayudar al espectáculo. Hizo lo medido con muy poca materia prima. El toro apenas aguantaba el muletazo y para el siguiente había que perderle pasos. Fue una lección de persistencia de El Juli. El gesto de no claudicar a pesar de que el público ya había dado por perdido el turno fue gesto de grandeza. No solo se es figura por las orejas conseguidas, se es también por detalles como esta faena.

Al quinto se lo cosió a la cintura en una media verónica que paró el tiempo. El toro no fue claro y en el tercio de banderillas fue aún más incierto. La faena fue una infructuosa brega de Julián, que aunque le pueda a todos, no siempre alcanza el milagro.

Medellín (Colombia). Sábado 17 de febrero de 2018. Última de la Feria de La Macarena. Toros de Ernesto Gutiérrez de presentación y juego dispar. Aplaudidos en el arrastre 1º y 4º, pitados 2º y 5º, el 3º de nombre Chigüiro de 477 kg. regresó vivo a los corrales. Enrique Ponce, saludos tras aviso y oreja; Julián López “El Juli”, silencio y palmas; Juan de Castilla, ovación con saludos tras tres avisos y oreja. Entrada: Lleno. Saludaron tras sus pares al primero, Jaime Mejía y Alex Benavides.

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