LOS ENCUENTROS DE JOSÉ LUIS BENLLOCH

Herradero en el reino del Tala

El matador y su cuadrilla en una mañana de herradero... Fuego sol y humo. Los becerros que parecen toros hacen crujir los cepos
José Luis Benlloch
domingo 13 de mayo de 2018

Fotos: ARJONA

Fuego, sol y humo. Y mucha vida. Mañana de herradero en Los Arrifes de Arriba. A la vera de Olivenza. La finca de Talavante. El territorio donde cría sus cuvillos. El mismo lugar donde se busca y se encuentra el torero cada vez que la ciudad y el fragor de las temporadas pasan factura. La primavera ha llegado pujante. Como ya no se recordaba. Verde y más verde, verde reluciente el pasto que llega a cubrir los becerros. Al lado de la plaza se preparan los utensilios y se ordenan los papeles de una burocracia que también alcanza al campo. Qué digo alcanza, lo alcanza y lo rebosa. El hornillo de gas que ha sustituido a las viejas hogueras con leña de encina pone a punto los hierros. El de la casa, ya saben la T del Tala en el centro del escudo de Cuvillo –“lo pacté con él”-, la E de la Agrupación, los guarismos 1, 2, 3… Ilusión y camaradería en la tropa de mozos y hombres. Talavante y su cuadrilla en una mañana de herradero. Trujillo, Valentín Luján -maestro en la brega-, los picadores Manolo Cid -hijo del gran Manolito Cid, naturalmente- y Miguel Muñoz, Carlos el mozo de espadas, Emilio el chófer, Ángel el amigo, Antonio Muñoz… Fuerza contenida en el mueco, los becerros que parecen toros hacen crujir los cepos –“Los hemos dejado demasiado tiempo”-, y fuerza y habilidad en los hombres. Al frente de todos Talavante, flaco, alto, con perilla de espadachín, curtido por el sol… Una muñequera negra, camisa entallada de diseño y sombrero de ala ancha, le permiten combinar modernidad y clasicismo. Encaja, en él sí encaja. Es el Tala en su salsa.

Un becerro jabonero de cabos finos y pelo brillante nos gana la mirada a todos. Es el momento en que Alejandro, que no se confiesa muy campero –“no monto bien”– pero sí es amante del campo, muestra su predilección por los cuvillos y dentro de los cuvillos “me gusta mucho el compás de los Osborne”.

La finca no es grande, la ganadería no es larga pero no falta de nada. Los presentes ponen en valor Extremadura como zona ganadera, tierra de síntesis, a mitad de camino entre Andalucía y Salamanca. “El toro de Salamanca es más frío, por eso dura más; el de Andalucía es más caliente, más bravo, por eso es posible que dure menos”, apunta Alejandro, que matiza que son conceptos surgidos de la generalización. Y sin dar nombres todos pensamos en ganaderías concretas de las que entran en la predilección de las figuras.

Tras el herradero, dos machos para el maestro. La plaza está cuidada con mimo. Paredes blancas, el hierro en los burladeros, el suelo muy llano de arena de río blanca y fina, a la que llaman sabre, y perímetro octogonal. “La hice como la de Joselito”. Un eral colorado que embiste con compás, largo y con mucha hondura, en realidad el novillote se hunde persiguiendo la muleta hasta donde no dan más los brazos cuasi quijotescos del Tala, una eternidad cada muletazo, hasta reunir tres docenas de los que rinden plazas. Luego saltó un toro como para dibujarlo, ensabanado, botinero, bocinegro y coletero, recogido de cuerna, una pintura de lo que todos piensan que eran los Osborne. No le sobra la salud, de haberla tenido era toro de ovación en una plaza de feria, así que fue bonito, muy bonito, pero no bueno.

El palco y el sobrepalco de la plaza están dedicados a las devociones personales del maestro. Las fotos monumentales de los toreros monumentales que ya les he contado y tres cabezas de toros históricos en la carrera del Tala, el Lavador de El Ventorrillo al que le cortó las dos orejas en Sevilla, el Guante Blanco de Los Encinos al que le bordó el toreo en Juriquilla y el Turulato de Cuvillo, el jabonero del que conquistó las orejas y el rabo en Linares que le valieron nada menos que el trofeo Manolete. Y arriba, presidiendo un despacho de estilo, un capote del gran Paco Camino que utilizase otro grande, Michelín.

Tras el tentadero hubo comida y sobremesa. Jornada de camaradería de toda la cuadrilla bajo los recios muros del cortijo portugués. En el frontis de la chimenea una dedicatoria de puño y letra de otro grande, Sergio Ramos, otro loco del toreo “…a mi hermano Tala. Te quiero y te llevo dentro”. Está dicho todo.

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