La semana ha sido pródiga y también propicia en actos parlamentarios y callejeros con claras intenciones abolicionistas. Nos bombardearon desde todas las latitudes, por tierra, mar y aire, en territorio propio y más allá de las fronteras. Pamplona, Madrid, Andalucía y Lisboa. Lo hicieron con la fe del fanatismo. Desde la necesidad de hacerse notar, que, en su caso, significa sobrevivir en la sinrazón. No hubo bajas, al contrario, si acaso el fortalecimiento moral que nos da la victoria. Lastimosamente sí hay que lamentar una repercusión mediática que no tuvo continuidad en el postpartido. Tras las revocaciones y derrotas de los anti, solo hubo silencios. ¿De complicidad o cobardía?… No importa, seguramente de complicidad y cobardía. Cien tíos/tías, en su mayoría guiris, protestan la víspera de San Fermín y les dan cobertura de telediario y seguramente hasta subvención. Más de veinte mil tíos/tías, no se molesten, tíos/tías, se dan cita todos los días en la plaza de Pamplona para ver las corridas y las teles no dicen ni mu y en ese escenario de maridaje sociedad/corrida aún retumba en el ambiente la estrafalaria parrafada del alcalde de la ciudad diciendo que habrá que plantearse su celebración. Esa es la proporcionalidad y el respeto con el que se trata a los toros y sus gentes.
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