ENCUENTROS CON JOSÉ LUIS BENLLOCH

Emilio de Justo: paciencia y coraje

“Estoy contento con lo logrado, pero aspiro a mucho más. Yo sé que lo logrado es mucho viniendo de donde venía, que no era fácil darle la vuelta a mi situación, pero quiero más. Y estoy convencido de que lo puedo conseguir”, asegura
José Luis Benlloch
martes 12 de febrero de 2019

-¿Cómo le decimos al gran público que es Emilio de Justo?

-No voy a contarles cómo soy.

-¡Hombre!

-Que me vean en la plaza y juzguen. Espero gustarles pero que decidan ellos, yo no digo nada.

Quede claro que no hay atisbo de altanería en sus palabras, más bien al contrario. En toda la entrevista se le ha visto más cómodo en el tercio de la moderación, debe pensar que bastantes guerras le esperan en el ruedo como para que ahora venga alguien a tirarle de la lengua. Y se ha mantenido firme en su postura, al punto de poner a prueba la pericia del periodista en la búsqueda de un titular. No es pose, me aseguran que es así, un bendito, un guerrero que vive en la paz, un tipo fundamentalmente bueno, lo que en el toreo llaman muy buena gente que también, si me permiten la ironía, también caben en el toro. Desde esa postura, bondad, coraje y empeño, ahí tengo el titular, la temporada pasada le abrió una brecha a eso que llaman sistema. Insisto en la búsqueda de sus conceptos de torero…

-¿A cada toro hay que hacerle lo que pide o hay que tener la capacidad de hacerle lo que tú quieres?

-Un poco todo. Capacidad para imponerte y la inteligencia de ver lo que el toro pide. Esto del toro es tan difícil que exige todo. En la plaza no puedes renunciar a ninguna cualidad. Todas son necesarias.

-Has puesto mucho énfasis en situar la cuestión en la plaza.

-Sí, claro, porque uno puede pensar que tiene esas cualidades o aquellas otras y luego en la plaza es otra cosa. Ahí la responsabilidad, el toro, la presión, la suerte, acaban marcando y puede que menguándote.

-Insisto, ¿tú eres de los de imponerte o de los de convencer?

-Me gusta convencer… pero las dos cuestiones son clave, puede que en un momento dado sea necesario imponerse y hay que hacerlo.

-¿Arte o valor?

-Bueno, vamos a ver… Si tienes arte y tienes valor, mejor. Si solo tienes arte está bien pero no eres completo.

-Entonces te quedas con el valor.

-Yo lo que digo es que hay que tener un fondo de valor importante para aguantar el tirón, para compartir cartel con los mejores, para matar las ganaderías más exigentes de esas que piden un plus de esfuerzo y eso significa valor.

“Estoy contento con lo logrado, pero aspiro a mucho más. Yo sé que lo logrado es mucho viniendo de donde venía, que no era fácil darle la vuelta a mi situación, pero quiero más. Y estoy convencido de que lo puedo conseguir”

-Ya.

-Si eres un torero clásico, si tienes un buen concepto, si tienes capacidad para imponerte con valor a los toros puedes llegar a ser un torero grande.

-Te compro la idea. Yo también lo creo así. Dime en qué eres bueno de verdad.

-No lo sé. No soy capaz de decírmelo a mí mismo, así que menos en una entrevista. Me parecería osado resaltar alguna virtud que pueda tener.

-¿En qué tienes que mejorar?

-En muchas cosas. En muchas. Yo creo que aún estoy a un treinta por ciento de lo que puedo dar como torero. Estoy en el camino de lo que quiero conseguir.

¡Uf! Al fin podríamos hacer el retrato robot de una de las revelaciones de la temporada 2018 según el propio Emilio de Justo: un fondo de valor, una aportación de clasicismo, capacidad para imponerse, ilusión por ser un torero completo, un proyecto al treinta por ciento de su desarrollo…

Convalece de una intervención de vesícula. En realidad ha sido una puesta a punto para que nada entorpezca la que debe ser su temporada definitiva. Tras once años de travesía ha llegado la hora de hacerse fuerte en la playa y no se entienda playa como relax que lo duro, el examen y el cuerpo a cuerpo real, le llega ahora. Este 2019 parte desde la mejor posición que podía desear, pero también es, seguramente, el territorio donde más fuerte se combate, donde se comienza a tocar las narices a los establecidos, algo así como un quita que voy, con lo que irrita eso. Es Emilio de Justo, de Torrejoncillo, Extremadura, tierra donde a día de hoy das la vuelta a la esquina y te encuentras un torero. Treinta y cinco años tiene este De Justo, treinta y cinco brejes diría una castizo. Muchos, pero también tenía muchos Ortega y el otro Ortega y un puñado de grandes que supieron resistir para acabar ganando. Once de alternativa en este caso. No es joven pero es nuevo, esta misma temporada va a debutar en Olivenza, su tierra y hasta ahora su deseo imposible, también lo hará en Valencia y si en el toreo hubiese lógica y justicia, que todo hace pensar que sí, también en Sevilla. El mal tiempo, joder con la ciclogénesis esa que tanto llena la boca del hombre del tiempo, y el postoperatorio de la vesícula han convertido este Encuentro que debía producirse en el campo, en jornada pausada y tranquila, en una charla telefónica. Para el periodista es como una prueba dura, sobre todo si el oponente, como ya ha quedado claro, no es hombre de discurso exuberante, más bien diría que habla con calculada prudencia, que bastantes retos le esperan en el ruedo como para alborotar el gallinero, debe pensar. Y si no lo piensa lo practica.

EL APOYO DE TORREJONCILLO

Me cuenta que Torrejoncillo es un pueblo eminentemente agrícola, con una larga tradición taurina que se manifiesta especialmente en los festejos populares allá por agosto aunque siempre hay un resquicio para el toreo formal por el que le dieron calor a Emilio cuando apenas era un chavalito que soñaba con ser torero. No fue una siembra baldía y ahora sus gentes están más que orgullosas de que su paisano tenga sitio en las principales ferias de España y consideran sus éxitos como propios.

-Aquí maté el primer becerro de mi vida en la parte seria de la capea. Y luego, mientras estuve sin caballos el Ayuntamiento me compraba un eralito todos los años y lo toreaba en la plaza del pueblo.

Luego vinieron los años de novillero puntero, la alternativa, el tiempo de adaptación al nuevo estatus, especie de Tourmalet que nunca acababa de superar, el toro grande y el billete chico, la gloria que se desvanecía que no los sueños, el coraje del emigrante, ¡qué remedio!, la América profunda, la Francia de acogida que comenzó a saber a gloria y acabó poniéndole en el camino.

-Le estoy muy agradecido a Colombia y a Francia. Ahora, claro, estoy feliz. Después de tantos años de lucha y en una situación tan complicada, en la que resistir era una hazaña, puedo decir que la vida y el toreo han sido bastante justos conmigo y he comenzado a recoger los frutos. Gracias a Dios el año pasado fue una temporada muy bonita e importante.

-¿La fórmula?

-Resistir, no aburrirme, creer en mí, abstraerme del entorno. Eso me ha llevado hasta aquí, la temporada que viene va a ser mejor, más bonita, una temporada que espero como apasionante.

-¿Crees que el éxito es esto, es donde querías llegar?

-Esto es un éxito pero no me conformo. Estoy contento con lo logrado pero aspiro a más, a mucho más. Yo sé que lo logrado es mucho viniendo de donde venía, que no era fácil darle la vuelta a mi situación pero quiero más. Y lo que es mejor, estoy convencido de que lo puedo conseguir.

-¿Eres ambicioso?

-Bueno, a mi manera sí. En lo profesional desde luego. Cuando alcanzo una meta me pongo otra y otra. No soy de conformarme ni de rendirme. Nunca doy nada por perdido. Me gusta crecer.

“Mi fórmula es no aburrirme, creer en mí, abstraerme del entorno. Eso me ha llevado hasta aquí, la temporada que viene va a ser mejor, más bonita, yo espero que sea una temporada apasionante”

-Digamos que tu estado natural es creciendo.

-Seguro.

-¿Y esto es como soñabas?

-El camino está siendo parecido a lo que soñaba. Ir viéndote anunciado en ferias importantes es lo soñado. Ese ascender paso a paso te produce una sensación increíble. Es muy bonito triunfar en plazas de tanta categoría, en España y Francia. Te das cuenta de que es lo que te imaginabas de niño y que llegó a parecer algo muy lejano.

-¿El éxito es pasta?

-No solo. Yo antepongo a todo el llegar a ser un torero importante y hasta que llegue a eso existe la satisfacción personal de ver que vas consiguiendo lo que te has propuesto, que avanzas hacia tu objetivo y eso también es éxito. Naturalmente la culminación de todo es llegar a ser ese torero. Yo estoy en el camino. Y en todo ese proceso está el dinero al que no renuncio, porque uno tiene que resolver su futuro, porque jugarse la vida debe tener una recompensa pero a la hora de identificar el éxito lo haría con ser un torero importante. Para mí no habría éxito si no lograse ser ese torero.

-Claro, porque si lo consigues lo tienes todo, satisfacción, dinero, reconocimiento…

-Pues si la trae mejor. Sería lo justo, pero lo primero para mí es lo que te digo.

-En esta cuota cero donde estás, cuando empiezan a hacerse realidad tus sueños igual estás pensando comprarte una finca.

-No, no. Mi objetivo único ahora mismo es torear y no pienso en otra cosa. No voy a hacer ningún tipo de locura como esa porque además no puedo hacerla.

-Todavía.

-Bueno, todavía.

REBELIÓN Y CONSTANCIA

-Hablemos de tu rebelión. En otros tiempos alguien dijo en casos parecidos que venía a romper las cadenas. No sé si lo tuyo es la constancia o la explosión, convencer o darle una patada a la puerta.

-Primero tiré de constancia, llamar a la puerta y volver a llamar aunque no me abriesen. Eso es lo que me ha traído hasta aquí. Quizás ahora haya llegado el momento de lo otro. Abrir las puertas con fuerza, decir aquí estoy, he venido para quedarme en un sitio importante.

“Después de tantos años de lucha y en una situación tan complicada, en la que resistir era una hazaña, puedo decir que la vida y el toreo han sido bastante justos conmigo y he comenzado a recoger los frutos”

-O sea que no vamos a levantar la voz ni renunciar a la moderación.

-Mi forma de ser es así. Ir a lo mío. Constancia, silencio, empeño… Siempre creí que un torero cuando interesa cuentan con él y cuando no, pues toca ponerse las pilas para cambiar la situación que es lo que me ha pasado a mí, lo que me ha ido bien.

-¿Qué es lo que más te está costando?…

-Todo cuesta. Nada es fácil en el toreo. Somos muchos toreros y todos queremos ocupar un sitio importante. Pero a la vez todo es posible.

-Insisto. Los compañeros, los grandes escenarios, la presión de tener que estar bien…

-Es un conjunto de todo. Sumados todos esos factores pesan mucho. Para superarlo hay que tener una mentalidad muy fuerte, una mente como una roca para ser capaz de echarte toda esa presión a la espalda y saber gobernarla para que no te afecte porque, como te descuides, te puede hundir.

-Vistos los resultados has sido capaz de blindarte.

-Hasta el momento sí. He sido capaz de aislarme, de tener mucha fe en mí mismo y tirar para adelante.

-¿Para pegar un arreón como el tuyo qué es mejor: los veinte o los treinta, ser un loco joven o un hombre maduro?

-A mí me ha cogido con una edad avanzadita y pienso que me ha llegado en el momento en que me debía venir. A lo mejor si una situación de tanta responsabilidad como esta me llega en otro momento no hubiese sido capaz de aprovecharla. La madurez me ha permitido darme cuenta de que este era mi momento y de que tenía que ser sí o sí. Visto como se están desarrollando las cosas me ha ayudado.

ILUSIONES POR FACTURAS

-¿Traes facturas pendientes?

-Imagínate, en once años de matador de toros en los que no he toreado todo lo que quería, he acumulado muchas ilusiones…

-Sí, pero no me regatees.

-Si te refieres a que si guardo rencores o traigo gatos en la barriga, no, no es mi caso. Tengo claro que en el toreo cuando eres interesante o interesas te contratan y cuando no lo eres no te contratan, así de sencillo. Yo lo he vivido en mis carnes y sé que no vale de nada patalear o quejarse. La solución es entregarse al máximo a la profesión, dárselo todo. Con mala leche no se avanza nada.

“Soy ambicioso a mi manera. En lo profesional desde luego que lo soy. Cuando alcanzo una meta me pongo otra y otra. No soy de conformarme ni rendirme. Nunca doy nada por perdido. Me gusta crecer”

-¿No te estimula lo que has pasado?

-Claro. Eso sí. Muchas veces en el patio de cuadrillas mi apoderado me dice acuérdate de lo que has pasado, de la dureza de estos diez años. Ahora mismo tienes la ocasión de hacer realidad tus sueños… eso me dice. Y lo hago, me acuerdo de esos tiempos de penumbra, claro que sí, pero para nada miro con mala leche a nadie.

-Hablas con serenidad, asumiendo lo bueno y lo malo del toro.

-Situaciones como la mía forman parte de la esencia del toreo. De siempre. Esta es una profesión muy peculiar en la que hay que estar dispuesto a sufrir mucho. Yo sufrí, lo asumí, lo superé y ahora estoy aquí porque me lo he ganado. Nadie me ha regalado nada. Ha sido el fruto de la ilusión, de la constancia, de la fe, de la perseverancia… no hay más.

-Te siento muy pacificador pero el tópico al menos siempre habló de los gatos y la mala leche como compañera de viaje en las remontadas.

-Los gatos en todo caso hay que echárselos al toro. La rabia, en la plaza.

-A ese estado de ánimo igual habría que llamarle de otra forma. Digamos pasión y garra.

-Eso vale en la plaza y en la calle. Otra cosa no va conmigo.

-En estas situaciones otro peligro es creérselo. Creérselo, confiarse…

-Lo tengo claro, lo que hay que hacer es creer en uno mismo. Yo cada día creí más en mis posibilidades, en lo que era capaz de hacer y eso es lo que me ha traído hasta aquí. Yo creo al máximo en mí pero también creo que me queda mucho camino por recorrer. Todavía no he logrado ni la cuarta parte de lo que sueño ser en el toreo algún día.

-Tendríamos que hablar de la dureza de la continuidad. Estar bien un día, dos, tres es difícil pero… estar bien treinta, cuarenta tardes, eso que se llama continuidad o regularidad debe ser tremendo, la prueba del algodón que separa a los realmente grandes de los falsos grandes, lo que marca la raya.

-Yo no te sabría decir porque no lo he vivido nunca. Yo toreé este ultimo año veintitrés corridas de toros, he matado todo tipo de ganaderías y encastes, ha sido todo muy intenso y te puedo decir que no ha sido fácil pero he conseguido triunfar con regularidad. Eso me hace creer más en mí y ser optimista ante lo que me espera. Sé que voy a estar en las ferias más importantes y competir en ese nivel tantas tardes no lo he hecho nunca, pero como te decía creo mucho en mí y creo que lo conseguiré.

-¿En este tiempo de espera y lucha ha habido algún nombre que te sirviese de referencia y estímulo?

-Ha habido muchos. Mi caso no es el primero ni va a ser el último. Eso debe llenar de esperanza a toreros que están en la situación que yo estaba. Ver que un torero, con treinta y cinco años como tengo yo, es capaz de resurgir de sus cenizas, meterse en las ferias y reivindicarse como torero debe servirles de estímulo a muchos. Les debe llenar de esperanza y me consta que es así porque alguno me lo ha dicho. Para mí eso es un orgullo.

-¿Cuáles fueron tus referencias?

-Ortega Cano, Roberto Domínguez, El Cid… hubo muchos.

EL PODER HAY QUE GANARLO

No tiene antecedentes taurinos en la familia, no hay profesionales, ni siquiera aficionados, me asegura, antes de situar el despertar de su vocación en aquellas fiestas populares de Torrejoncillo y sobre todo en las retransmisiones televisivas en abierto que copaban las pantallas de las casas en las horas de ocio. Su Extremadura es tierra de excelentes ganaderías y grandes toreros de los que dice no haber tenido celos. “Ninguno, si acaso una envidia sana, admiración. Han sido una referencia para mí y luchaba por conseguir lo que ellos han conseguido, eso sí”. Lo dice con un tono de sinceridad y le creo más aún cuando argumenta.

“Primero tiré de constancia, llamé a la puerta y volví a llamar aunque no me abriesen. Eso es lo que me ha traído hasta aquí. Quizás ahora haya llegado el momento de lo otro. Abrir las puertas con más fuerza, decir aquí estoy, he venido para quedarme en un sitio importante”

-Aquí no se regala nada a nadie, el poder hay que ganarlo y de ahí mi admiración hacia ellos. Ahora me toca luchar para conseguir en la plaza lo que ellos han conseguido.

-Te veo que llegas a su reino con la bandera de la paz.

-En mis relaciones personales sí, la guerra para la plaza.

-Este año igual se te ocurre decir con ese cartel no, con aquel tampoco

-Ni soy así, ni creo que esté en situación como para exigir esas cosas. Yo miro por mis intereses para que las cosas se pongan de cara; no busco facilidades, solo avanzar.

-Miremos hacia atrás. Habrá habido una tarde clave en la que dijiste lo tengo, abrí el camino.

-Ha habido muchas tardes importantes. Seguramente una condujo a otra, pero hubo una, la de Valladolid, con la corrida de El Pilar. Corté tres orejas y fue clave para convencer a mucha gente de lo que yo podía expresar en la plaza. Además fue televisada. Esa me puso en un camino muy claro. Pero hubo otras, ya te digo, Mont de Marsan, Nimes, Azpeitia, Pamplona, Burgos, Daimiel… muchas y el remate de Madrid, que seguramente no fue artísticamente la mejor pero sí fue una tarde muy seria y muy importante para mí porque, con un lote medio, fui capaz de cortar la oreja a los dos y abrir la puerta grande. Fue un colofón.

-Yo me quedo, de las que te vi, con la de Nimes.

-Para mí como torero también fue la mejor. Esa fue la faena más importante de mi temporada. De las que te llenan. Aposté con un toro nada fácil y fui capaz de hacerle el toreo.

-¿Hacer el toreo qué es para ti?

-Ir más allá de pegar pases. Ir más allá de buscar las vueltas. Al acabar me vi capaz. La pena fue que la espada quedase atravesada.

-Y ahora todo lo contrario, recordemos algo que no se deba olvidar. ¿En la primera etapa habría alguna tarde de esas que al acabar te dijiste la jodí?

-Muchas. Es lógico cuando no tienes la madurez, los recursos o la preparación necesaria para estar a la altura de las circunstancias. Así que hubo muchas y sobre todo una.

Esa una la tiene grabada, supongo que como referencia para que no vuelva a pasar. Me la recita de memoria: La del 16 de mayo de 2010, con un toro de Los Bayones… bla, bla, bla. Tengo la impresión de que aún resuenan los tres avisos en su memoria.

-Me hizo un daño muy grande, pero en tardes como esa está el mérito de la resurrección. Aquello me mató realmente.

“Ver que un torero con treinta y cinco años como yo es capaz de resurgir de sus cenizas y meterse en las ferias debe servir de estímulo a muchos. Les debe llenar de esperanza y me consta que es así, porque alguno me lo ha dicho. Para mí eso es un orgullo”

-¿Contemplado desde la lejanía qué crees que pasó?

-Estuvo todo a la contra. Todo salía del revés. Fue duro. Me fui para el hotel pensando que no me vestiría de torero nunca más. Una sensación horrible. Todo lo contrario de lo que sentí este año en Madrid.

Abanico de encastes

-Ibas a debutar en Valencia como matador estas Fallas, tarde de máximo compromiso, y pediste la de Victorino aunque luego no ha podido ser, tenías la fecha hecha en Olivenza, vaya lujo.

-Yo creo que la de Victorino es la ganadería más importante de todos los tiempos. La que más categoría te da cuando eres capaz de triunfar con ella y la que más repercusión profesional tiene. En mi caso al menos ha sido así. La suerte para mí es que me he visto poco a poco capaz de imponerme y triunfar con sus toros, por eso la pido.

-¿Cómo es?

-Encastada, brava, agresiva… por eso cuando puedes triunfar tiene el mérito y la importancia que tiene. Además cuando un victorino se entrega y humilla es insuperable, no hay ningún toro que lo iguale.

-¿A ti te ha salido alguno de esos insuperables?

-Todavía no me ha salido ninguno completo pero sí me han salido toros buenos pero exigentes, por eso me han servido para demostrar mi capacidad. Yo estoy esperando el soñado.

-¿Y alguno muy cabrón?

-También, también, pero ya está muerto.

-En toda esta historia de toros y tiempos duros no hemos nombrado a Miura.

-Ese es un toro que me da mucho miedo. Por mi forma de sentir el toreo veo muy difícil buscarle las vueltas a ese toro. Le tengo una admiración muy grande a todos los toreros que son capaces de triunfar con esa ganadería. Yo la veo muy difícil.

-Te apetecerá, supongo, cambiar de raíl en el tema de las ganaderías que has venido matando hasta ahora.

-Yo quiero estar abierto a todo tipo de ganaderías. Quiero tener un abanico grande, no cerrarme a nada. Naturalmente hace ilusión verte anunciado también con ganaderías de las que tienen la etiqueta de clase, no porque sean más fáciles sino por lo que significan y porque con esas tienes más posibilidades de expresarte. En cualquier caso no es algo que me obsesione, lo importante es ser capaz de expresar tu toreo con ganaderías exigentes, que es la línea que me ha traído hasta aquí.

“¿Miura? Ese es un toro que me da mucho miedo. Por mi forma de sentir esl toreo veo muy difícil buscarle las vueltas a ese toro”

-¿Qué te gustaría catar que hasta ahora no hayas catado?

-Hay muchas que no he toreado. Juan Pedro, Cuvillo, Jandilla… ganaderías extraordinarias, que son bravas aunque en ocasiones se diga lo contrario, que me hace ilusión torear, pero también me la hace estar en las de Victorino, Adolfo, Fuente Ymbro, Ibán, hierros que tienen su corte torista pero que son bravas y encastadas porque yo soy de los que piensan que para ser un torero importante hay que afrontar ese tipo de toros.

-En esos carteles posiblemente el toro ofrezca más posibilidades pero la comparativa con los compañeros es más difícil.

-Pero es lo que uno ha soñado desde siempre, competir con las máximas figuras. La tarde de Valladolid verme amparado con Morante y Manzanares me hizo sentir importante. Fue una motivación enorme. Pero te insisto, quiero estar en los dos frentes, la importancia de un torero la da triunfar en un lado y en otro.

-Has dicho amparado pero el riesgo es que te puedan hacer un emparedado.

-Es un riesgo, sí; lo bueno de ese día es que no me acomplejé. Traté de ser yo mismo y dar lo mejor de mí.

-Y es verdad que lo diste.

Fotos: EMILIANO VICENTE y JOSÉ J. MONTÓN

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