El Palco

Los billetes grandes están en el hoyo de las agujas

Rafael Comino Delgado
sábado 16 de marzo de 2019

El pasado día 10 de marzo, el maestro Octavio Chacón tenía la puerta grande de Valencia abierta si acierta con la espada en su segundo toro. Otro tanto le pasó, días después, a Pablo Aguado. A prácticamente todos los novilleros que actuaron los días 11 y12 les ocurrió algo parecido, que perdieron orejas por la espada, y fíjense lo que sería para los toreros citados empezar la temporada abriendo una puerta grande de primera categoría. A pesar de ello, Chacón, Aguado, Ángel Téllez y Borja Collado salen de Fallas al alza, pero si hubieran abierto la puerta grande el triunfo hubiese sido mayor aun.

Y a lo largo de la temporada vemos muchísimas grandes faenas malogradas con la espada, por lo que un gran triunfo se queda en poco o casi nada, depende del lugar y del día.

¿Cuántos toreros no llegaron a abrir la Puerta del Príncipe por no haber matado bien a un toro? ¿Cuántas puertas grandes de las Ventas no se abrieron porque se falló con la espada? ¡Que se lo pregunten al Cid! Como cualquiera de Vds., ahora mismo recuerdo muchas grandes faenas en plazas de primera que no abrieron la puerta grande por haber fallado con la espada.

Pero hay toreros a los que estos fallos les ocurren con demasiada frecuencia, aun toreando “como los propios ángeles”, y por eso no logran llegar al status de figura, o por lo menos su caché es más bajo.

Matar a los toros bien es fundamental; o al menos matarlos pronto, de manera eficaz, aunque la forma de realizar la suerte no sea muy ortodoxa (cada torero busca su forma de matar), pero la espada está en su sitio y el toro cae pronto.

Todos sabemos, y los profesionales así lo reconocen, que cuando uno se propone matar al toro y se tira con verdad, en más del 80 % de las veces lo mata, y que cuando no se mata, generalmente, es porque la determinación a la hora de entrar no fue total.

Una gran faena que no es rubricada con una gran estocada es como un talón por mucho dinero, pero que no está firmado por el expedidor, con lo cual no se puede cobrar. La gran faena, si no está rematada con una gran estocada, tampoco aporta al torero el triunfo y lo que él conlleva. Y lo que conlleva es muchísimo, especialmente si estamos en Madrid, Sevilla, Bilbao…

Es que incluso cuando se ha pegado un petardo, si la estocada es buena, lo que podría haber sido una bronca se queda en silencio, lo que iba para silencio, en palmas u ovación y lo que iba para ovación, en una oreja. Con razón el maestro Antoñete decía que la espada puede ser “un tapabocas”.

El maestro Paco Camino, uno de los que mejor han matado los toros en los últimos 60 años, cuando había hecho una gran faena y los banderilleros le decían: ¡Hay que matarlo bien!, contestaba: ¡Tranquilos que este no se escapa!, y no se escapaba. Su filosofía era que “si había hecho el esfuerzo de pasárselo 25 veces por la barriga, jugándose las femorales, cómo no iba ahora a hacer el esfuerzo de matarlo bien”. Llevaba toda la razón, pero ese último esfuerzo hay quien es capaz de hacerlo siempre o casi siempre, como el maestro Camino, y otros no. Si fuera fácil lo harían todos.

En conclusión, podemos decir que “los toros tienen los billetes grandes en el hoyo de las agujas, pero hay que ser capaz de llegar hasta allí con la mano para cogerlos”; y quien no es capaz de llegar muchas veces, especialmente en momentos clave, coge menos, es decir, no llega a figura, que son los que cogen más billetes y más grandes.

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