FERIA DE SAN ISIDRO

Oreja a la poderosa madurez de De Mora y grave cornada a Ritter en Madrid

El toledano cuaja al último toro de una deslucida corrida de El Ventorrillo en la que el colombiano cayó herido cuando hacía un quite al cuarto
Gonzalo I. Bienvenida
lunes 10 de junio de 2019

Fotos: JAVIER ARROYO

Cerró la tarde el toro que la suerte había guardado a Sebastián Ritter. Un castaño con seriedad y trapío pero de buenas hechuras. Rompió en la muleta de Eugenio de Mora, que había percibido algunas virtudes y por eso lo había brindado al público. La faena fue un compendio de inteligencia (fruto del oficio) y la emoción (que aportó el toro). Le dio distancia el diestro toledano y le bajó la mano. El toro se venía a media altura pero descolgaba en el embroque. Sin tener un recorrido muy largo se prestó con transmisión. La intensidad de la embestida tuvo el mando poderoso de Eugenio, que se la enroscó. Las tandas fueron cortas, muy bien iniciadas con la muleta por delante y rematadas de forma colosal con el de pecho. Cada vez se iba menos de los vuelos pero la embestida mantenía la fuerza. Muy compuesto, dejó derechazos con verticalidad y hondura. La estocada quedó en lo alto. Oreja tras dos avisos.

El primer toro de El Ventorrillo, abrochado de cara pero un tío por sus dimensiones y seriedad, mantuvo su expresión montada desde la salida hasta la suerte suprema. Midió y se frenó de salida en el veterano capote de Eugenio de Mora. No humilló ni una vez. En el caballo no se empleó. Sebastián Ritter protagonizó un quite de infarto por gaoneras. Hizo pasar un calvario a Triviño en la brega. Menos mal que Eugenio de Mora tiene oficio. Le pudo por bajo. El toro siempre estuvo pendiente de él, con miradas y gañafones. Le atacó con determinación el de Mora y el toro le contestó con ásperos derrotes, sin recorrido, quedándose en la cadera con peligro. Alargó en exceso el trasteo. Estocada tras pinchazo y varios descabellos. Silencio tras dos avisos.

La presentación de un buey fue la del colorado cuarto. Enorme y basto. Sin raza para ir hacia delante se mostró de salida. Solvente Eugenio de Mora. Se picó en dos puyazos largos. Sebastián Ritter resultó herido en el gemelo derecho cuando quitaba por chicuelinas. El de El Ventorrillo se estaba quedando corto en las chicuelinas. Al volverse rápido el animal, el colombiano se enredó con el capote entre las piernas y cayó al suelo. En el primer derrote le metió el pitón en el gemelo derecho y a continuación se libró de otra cornada en el gemelo contrario. La sangre tiñó rápidamente la media rosa y las asistencias se lo llevaron inmediatamente a la enfermería dónde está siendo operado. Eugenio le buscó las vueltas con su oficio, queriendo siempre. No dio opción al lucimiento el descastado buey, que sacó siempre la cara por las nubes.

El tercero, cinqueño como toda la corrida, fue estrecho de sienes y estaba tocado arriba. Otro toro hondo, con alzada y cuajo pero más agradable por delante. Muy para el toro hizo todo Francisco José Espada, que lo recibió sacándoselo hasta los medios dándole los adentros. Unas veces humilló, otras lo hizo a media altura. Esa actitud la mantuvo toda la lidia. Espada construyó una faena basada en la firmeza que empezó por estatuarios. El toro repitió sin demasiada entrega. El de Fuenlabrada se la dejó puesta con inteligencia aprovechando inercias y simplemente que pasaba con cierta bondad. Alargó en exceso la faena escuchando dos avisos tras media estocada y varios descabellos. Silencio.

El quinto pareció tener mejor condición. También acompañaron las hechuras. Humilló como ninguno de sus hermanos, tuvo movilidad y obedeció. Lo paró fácil Francisco José Espada. Se arrancó con alegría al caballo, donde se empleó. En la muleta tuvo tres tandas de buena condición. La movilidad contagió a Espada, que le costó templar. Aun así hubo una tanda de más acople antes del desbarajuste final con la mano izquierda. El toro se puso incómodo. No acertó con los aceros. Silencio tras aviso.

El segundo no tuvo nada que ver con el primero en su presencia: descarado, alto, largo, ensillado. Desagradable, en una palabra. Pareció meter la cara por el lado izquierdo en las verónicas de Sebastián Ritter, que meció el capote con suavidad. En el caballo empujó a media altura. El colombiano brindó la faena al empresario Manolo Piñera. El planteamiento fue bueno, muy asentado y con gran actitud. Al toro le faltó codicia para seguir los engaños por abajo. Ritter quiso torear, especialmente al natural, por donde extrajo algún muletazo limpio. Se pasó de faena, llegó a escuchar un aviso antes de cambiar el ayudado por el estoque. Tuvo el bonito detalle de querer descabellar él solo rodilla en tierra, sin la ayuda de los subalternos. Saludos tras aviso.

En un San Isidro de triunfos y de gran afluencia de público, la vigésimo octava de feria fue la de menor entrada. El éxito general de la Feria no tapó el petardo de hoy, una entrada inadmisible en la Feria más importante del mundo: menos de media plaza.

Madrid. Lunes 10 de junio de 2019. Feria de San Isidro. Toros de El Ventorrillo. Corrida seria, desigual, basta y de deslucido juego en su conjunto a excepción del notable 6°. Eugenio de Mora, silencio tras dos avisos, silencio y oreja tras dos avisos en el que mató por Ritter; Sebastián Ritter, saludos tras aviso en el único que lidió; y Francisco José Espada, silencio tras dos avisos y silencio tras aviso. Entrada: Menos de media.

PARTE MÉDICO DE RITTER. “Herida por asta de toro en cara interna 1/3 medio pierna derecha, con una trayectoria hacia arriba y hacia cara externa de 20 cm que lesiona vena safena interna, produce destrozos en músculos gemelos y contusiona arteria y nervio tibiales posteriores. Herida superficial en pliegue inguinal derecho. Es intervenido quirúrgicamente bajo anestesia general en la Enfermería de la Plaza de toros. Se traslada a la Clínica de la Fraternidad Muprespa Habana. Pronóstico: Grave, que le impide continuar la lidia”.

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