GANADERÍA.- ESPARTACO

Asolerada juventud

El maestro de Espartinas nos abre las puertas de su vacada y nos descubre su filosofía ganadera: "Me gusta la bravura, me gusta que el toro se mueva pero con obediencia, que permita al torero hacer el toreo de verdad y transmitir arriba"
José Miguel Arruego
lunes 05 de agosto de 2019

Es una ganadería joven, pese a que tiene más de tres décadas de existencia. Sucede que en las vacadas de bravo el tiempo se mide de modo diferente, y más, si como en el caso de Espartaco, uno ha sido cocinero antes que fraile. Con la mesura y el poso que da la madurez, el maestro modela la bravura de la divisa que lleva su nombre bajo la experiencia de toda una vida entregada a su profesión.

En el término municipal de Constantina se enclava la finca Maja Vieja, retiro espiritual del maestro sevillano, líder de una generación y referente de una de las décadas más trascendentes de la historia de la tauromaquia. Allí, cerca de su Espartinas natal, pasta una punta de ganado que ya soñó poseer cuando su condición y estatus de figura era solo una quimera. “Siempre tuve en mente tener una ganadería -confiesa Juan Antonio para empezar- pero las posibilidades eran nulas. Era algo inalcanzable cuando empecé a querer ser torero, incluso en mis primeros años de matador. Era algo que me gustaba pero lo veía como imposible a la vez. Cuando tuve ocasión compré una finca poco a poco, la pagué a plazos durante muchos años, a continuación, al año siguiente o a los dos años, me planteo comprar parte de una ganadería… y ahí empezó todo hasta llegar a lo que hoy tengo”.

Todos los matadores que un día dieron el paso de ser criadores de bravo argumentan su decisión en que es una forma de devolver al toro todo lo que éste les ha dado, pero ¿hay algo más detrás de esa decisión?, le interrogamos. “Es lo que me gusta y lo que siempre me ha gustado, ver un becerro o una vaca en el campo; tengo una explotación de ganado manso, pero lo que me tira de verdad y me llena es el bravo ¿Por qué? seguramente por el componente que lleva ponerte delante y el conocimiento que genera meterte dentro del animal para intentar conocerlo al máximo posible”, sostiene el maestro.

Su longeva y brillantísima hoja de vida pudiera parecer un aval a la hora de encarar la crianza de las reses de lidia, algo que matiza nuestro protagonista en una charla amena y didáctica al mismo tiempo: “la interpretación que tú le quieras dar al toro, por mucho que conozcas de primera mano sus reacciones, incluso mejor que algunos ganaderos por el hecho de haberte puesto delante, no te asegura triunfar en este ámbito; al contrario, a lo mejor puede ser más complicado todavía. Uno conoce más las intenciones del toro, las analiza más, las interpreta, pero no quiere decir que siempre las analice bien ni que la interpretación sea mejor, porque quizá eliges o te fijas en unas cualidades en el toro o en unos matices en las embestidas que luego no son las más importantes y determinantes para triunfar como ganadero”.

“Yo -reconoce- pienso mucho más en torero que en ganadero. Va en mi persona. Hay veces que veo excesiva agresividad o demasiado temperamento en un animal porque le ha hecho pasar un mal rato al torero. Estas cualidades quizá tengan matices positivos para el espectáculo pero yo lo paso mal, y lo que es un triunfo para otros, pues para mí es un disgusto. Y en otras ocasiones, lo que a lo mejor es un fracaso para otros para mí no lo es porque he visto que el torero se ha podido mostrar”. Eso, sin embargo, no va en detrimento de su ideal como ganadero: “Yo por mis características como torero he necesitado un toro que se mueva mucho y que pueda transmitir. Me gusta la bravura, me gusta que el toro se mueva pero con obediencia, y que permita al torero hacer el toreo de verdad y transmitir arriba”.

“Todo ese mérito que yo veo ahora a los ganaderos no se lo veía antes cuando estaba en activo, y quizá ahora he aprendido el valor tan tremendo que tienen, porque que les embistan los toros en los sitios importantes, en plazas de primera, y que puedan triunfar los toreros con ellos es tan difícil… que se junten todos los matices necesarios para que un toro embista del modo que lo hace actualmente es casi imposible, y eso cuando estaba en activo era algo que ni siquiera era capaz de entender. Ahora lo entiendo y lo respeto, incluso pido disculpas por lo que pensaba antes y las dificultades que veo hoy en día”, añade.

Núñez, Torrestrella, Guateles… y Miranda y Moreno

“Compré parte de una ganadería cuando tenía 25 años y ahora he comprado parte de otra con 56”. Así resume Espartaco su trayectoria como ganadero antes de adentrarnos en la procedencia de sus reses, orígenes diversos pero con un tronco común cuya bravura modela en sus campos sevillanos. “Empecé con una cosa de Jiménez Alarcón, que es origen Núñez. Quité gran parte de ello, pero me quedé con 20 o 25 vacas aprobadas porque soy un gran admirador de este encaste, respetando todas las ganaderías, pero sostengo que detrás de los grandes triunfos de un torero siempre hay un toro de Núñez”.

“Luego compré 25 vacas y 3 sementales a Torrestrella, una ganadería que siempre me gustó porque es enrazada y brava, y más tarde me salió la oportunidad de comprar parte de la ganadería de Guateles, otra vacada enrazada, con muchísima viveza, pero difícil de poder llevar a muchos sitios porque es un toro muy bien hecho y muy bajo, que quizá hoy en día, con el toro que se necesita, es difícil ponerlo en las grandes plazas”, explica.

“Con eso sigo ahora, y además, hace un año he comprado una punta de vacas y estoy muy contento con ellas, de una ganadería a la que le tengo una confianza tremenda, la de Miranda y Moreno. Eso lo llevo totalmente aparte, me están naciendo los primeros becerritos. Y si lo que tengo de antes es algo que me llena porque su movilidad, esto otro lo hace porque tiene una nobleza y una calidad extraordinaria”.

Para llegar a alcanzar esa meta, esa finalidad que consiste en que un toro humille, se entregue y empuje los engaños con la clase y la transmisión con la que lo hacen hoy en día los ejemplares de los principales hierros, es fundamental, a juicio de Juan Antonio, una palabra que no abunda en el vocabulario de la gente del toro: el tiempo. “Los toreros estamos acostumbrados a obtener todo muy rápido, todo lo queremos ya, el triunfo muy rápido, las ferias, la cotización.. y eso incluye que tus toros alcancen el triunfo en poco tiempo, y la ganadería no es cosa de poco tiempo, la ganadería es algo que requiere una paciencia muy grande, no es cosa de una generación sino de varias generaciones, pero los toreros tenemos mucha prisa por triunfar, y esa prisa que tienes por triunfar profesionalmente como torero la quieres trasladar a la ganadería, y eso es una equivocación tremenda. Hay que ser mucho más humilde, hay que tener mucha más paciencia. Aquí todo es cuestión de mucho más tiempo”.

Y si hablamos de tiempo ¿en qué momento se encuentra Espartaco como ganadero?, “Muchas personas pueden pensar que llevo mucho tiempo, porque 30 años puede parecer mucho, pero para una ganadería es nada, yo estoy empezando. De hecho intentas lidiar corridas de toros y te das cuenta que es muy dificíl, y te vas a novilladas con caballos e igualmente es una dificultad grande, y resulta que empiezas otra vez sin caballos; es un volver a empezar cada día, en cada momento, en cada circunstancia; entonces, lo que puede parecer mucho tiempo para alguien yo te digo, con la máxima humildad, que estoy empezando. Es algo que siempre tengo presente. Aquí debes saber que ni porque no te embistan te debes venir abajo ni cuando te embisten pensar que tu ganadería es una de las mejores del momento. Debemos tener la humildad suficiente para saber calibrar”, reflexiona.

Por eso tampoco son excesivos los festejos en los que su ganadería se anuncia “procuro no pasarme, porque mantener una ganadería cuesta muchísimo, sobre todo los que no estamos en primera línea, por muy bueno que te salga. Hay ganaderías que se pueden permitir el lujo de que no te salgan buenas un par de corridas de toros pero a la mayoría que no te embistan y más en un sitio concreto, te marca. Por eso, repito, hay que ir muy despacio, cuidando la presentación dependiendo de los sitios, que sea digna y en consonancia con la categoría de la plaza; intentar criar un toro que, dentro de la seriedad y el trapío, que sea un toro bien hecho”.

En cuanto a la población de la ganadería, Juan Antonio cuenta “con 140 vacas y 16 sementales y, de momento, no quiero ampliarla más, porque la situacion no es la adecuada, se necesita muchísimo más tiempo y sobre todo, más extensión, dedicar la finca entera a lo de bravo y yo, indudablemente, tengo que mirar un poco al resto; la parte fundamental en la explotación de la finca es la agricultura, la producción de arroz, y el ganado destinado para carne, que es una parte mucho más extensa que lo de bravo. Tengo que ir equilibrando”, subraya el sevillano antes de concluir explicando que “de todas estas cuestiones y otras más te das cuenta, como te decía antes, conforme pasa el tiempo. Tengo la gran suerte de que a mis hijos esto les gusta muchísimo. Serán ellos los que lo podrán disfrutar y sobre todo mis nietos, si siguen con esta afición”.

La Maestranza de Sevilla y la Feria de Arganda

Lidió con éxito una novillada en La Maestranza el pasado mes de mayo -cortó una oreja el salmantino Antonio Grande y dejó ambiente en su debut en El Baratillo- y ahora, en septiembre, está anunciado en la Feria de Novilladas de Arganda, una camada corta y selecta que se completará con una novillada más, aún sin destino concreto.

“Estamos dudando donde vamos a ir, porque hay cuatro novillos muy serios, que prefiero dejarlos para sobreros el año que viene. Con ese tipo de toro podría lidiar una novillada en cualquier sitio importante, pero como pienso en torero, no me gustaría ver a un chaval con 18 o 19 años y a lo mejor sin la experiencia suficiente, delante de un toro de ese trapío, por eso prefiero lidiarlos el año que viene y si salen que le toquen a un matador ya cuajado. No sé si es acertado o no, pero es mi pensamiento, no lo puedo remediar”.

Fotos: ARJONA

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