La página de Manolo Molés

Ese es el toreo puro

Manolo Molés
domingo 08 de septiembre de 2019

Bilbao es vital. Bilbao es una de las cuatro patas que aguantan el tinglado de la Fiesta. Una inyección de futuro imponente es la que le ha dado la feria de este año a Bilbao. Esos triunfos (está pasando en todas las grandes ferias) no de uno ni de dos ni de tres toreros, sino de una avalancha que está removiendo y marcando el futuro de los toreros de ferias. Ya sé que el dolor en todo esto fue la deserción del aficionado demasiadas tardes. Solo en algunas volvimos a respirar con entradas abundantes. Pero Bilbao es fundamental. Las temporadas pasan siempre por lo que suceda en Valencia, en Sevilla, en Madrid y en Bilbao. Son los cuatro peajes que hay que salvar y pagar para entrar en la autopista de los grandes.

UREÑA TOREÓ COMO POCAS VECES HEMOS SOÑADO

Cierro los ojos, voy al recuerdo que no se borra, y veo a Ureña torear como pocas veces hemos visto. Hace falta mucho valor, muchísimo, mucho temple, muchísimo, mucho gusto, sentimiento, oficio y felicidad interior para torear así. Así solo puede torear una figura muy grande, de las que marcan tiempo y época. Qué naturalidad tan imposible, qué valor tan callado, qué entrega tan total, qué temple, pura seda, ni un tirón ni una ventaja, torear como los versos de Federico: “Esperando, el nudo se deshace y la fruta madura”. Cuatro trofeos para una rotunda salida a hombros. Historia pura. Como la que escribirá el 7 de septiembre un torero que siempre gustó al maestro Chenel: Juan Bautista en su Arles romana y taurina.

Claro que me gustaría que tantas emociones contaran también con el gran revulsivo llamado Roca Rey. El que llena plazas y el que ha conquistado a aficionados muy jóvenes, que falta hacía. Triste para todos esa lesión que le deja sin temporada, y a nosotros sin verlo. Pero, entendiendo su dolor, lo que no se entiende es que se haya ido a Perú sin dar una rueda de prensa y decirle a la afición por qué no puede seguir y de paso darles las gracias por haberle respondido de forma tan fantástica. Roca Rey hace falta, pero dar alguna explicación del corte de la temporada, también.

Hablo con Eloy Cavazos, el último mexicano que salió por la puerta grande de Madrid. Ya ha llovido. Ahora, a los 70 años, sigue toreando para él y para los amigos, y para su nieto Jaime. ¡Grande Eloy! y ya va siendo hora de que alguien le releve en ese gran honor de la puerta grande de Las Ventas. 
Tal vez sea Luis David

Madrid y Bilbao han sido dos lanzaderas bestiales. Grande lo de Ureña, sí, pero también lo de figuras como Manzanares, Ponce y Juli. Pero hay más: ese Emilio de Justo (o de Gusto) es un pedazo de torero que igual te mata seis de victorino que lo que le eches. Este estuvo un montón de años sin que le hicieran ni puteñero caso. Vivía en la nevera. Y no se congeló. Tantos años esperando y tanta verdad en su toreo. Desde Madrid a su Francia. Ese, para mí, es una figura. Y torea como pocos. Y de todo. Y en Bilbao también sumó. Como Urdiales, que viene de un largo e injusto calvario: el del olvido. Y ya ven qué pedazo de torero estábamos orillando. Ahora ya es vox populi que ese no solo sabe torear, sino que es también de la cofradía de la pureza. Curro Romero lo caló rápido y dio su nombre, antes que el de Morante, con doble intención como poco.

Hablo con Eloy Cavazos, el último mexicano que salió por la puerta grande de Madrid. Ya ha llovido. Ahora, a los 70 años, sigue toreando para él y para los amigos, y para su nieto Jaime. ¡Grande Eloy! y ya va siendo hora de que alguien le releve en ese gran honor de la puerta grande de Las Ventas. Tal vez Luis David Adame sea ahora mismo el que puede suceder al gran Cavazos. El joven azteca dejó sensaciones muy claras de su crecimiento profesional.

Esta temporada de la renovación de tantas cosas dejó también en Bilbao los nombres de López Chaves, gran profesional que estaba orillado y olvidado como si ya no existiera. Y está para dar alegrías. Escribano, uno de los que ha pagado con creces su fama, sus corridas y su dinero con demasiados percances y con gran profesionalidad. No debe nada a la Fiesta. Al contrario puede ser. Juan Leal, el que asusta al miedo, el que quiere abrirse paso entre los pitones, forma parte de la revolución francesa. Que esa es otra cosa buena. Alguien de los excelentes periodistas de Aplausos nos podrá decir qué número de festejos se dan ahora en Francia, en plazas grandes y en las que antes solo servían para la corrida landesa. El esplendor de la Fiesta inunda las Galias y allí no está Carmena, que en paz descanse después de tanto agobio laboral, ni los de Podemos ni los antitodo ni los políticos de “eso sí y aquello no”. Tal vez hicieron la revolución a tiempo. Pero allí la libertad (dentro de lo legal) merece un respeto.

JUAN BAUTISTA Y EL CID, ADIÓS A DOS GRANDES TOREROS

Me voy a Francia, a Arles, la antigua Arelate a despedir a Juan Bautista. Por allí pasaron Celtas, Romanos, la ciudad enamoró a Constantino el Grande y allí dejó esa maravilla del anfiteatro romano, conocido también como las Arenas de Arles. Juan seguirá en el mundo del toro y con planes de expansión y mejoría de la Fiesta.

Un puñado de empresarios, al principio, no le hicieron ni puñetero caso a El Cid en el año del adiós. Menos mal que poco a poco, otra vez Manuel, se ha ganado el respeto y bastantes ferias el torero que mejor entendió a los “grises” de Victorino y Adolfo. Ese es un torero con mérito. Un pedazo de profesional. Y este tipo de toreros hacen falta y Manuel se va con gloria merecida. Nos espera una feria de Otoño atípica y atractiva. Pasarán cosas, seguro. Y pasarán porque Madrid es una lanzadera a la gloria o al hoyo. Y esta plaza sigue dando motivos al futuro. Si no existiera Madrid el mundo de los toros perdería casi toda su luz. Y ahora mismo hay muchos toreros que nos han sacado de “La ardiente oscuridad”, obra de teatro en tres actos de Buero Vallejo estrenada en 1950. Otro grande.

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