La Pincelada del Director
Arriba, Eugenio Celis, Juan Losilla “Laurelito”, Carlos Amortegun -chofer-, Manuel Celis “Manolín”, Francisco Rodríguez Arévalo, Miguel “El Cheste” -chofer- y Pablo Celis.Arriba, Eugenio Celis, Juan Losilla “Laurelito”, Carlos Amortegun -chofer-, Manuel Celis “Manolín”, Francisco Rodríguez Arévalo, Miguel “El Cheste” -chofer- y Pablo Celis.

Al rescate de los cómicos

Noticia ha sido la presentación de un nuevo espectáculo cómico taurino, cuando prácticamente se había dado por desaparecido el género. “Diversiones en el ruedo” se anuncia
José Luis Benlloch
lunes 09 de diciembre de 2019

En España la noticia de la última semana ha sido la presentación de un nuevo espectáculo cómico taurino, “Diversiones en el ruedo” se anuncia, cuando prácticamente se había dado por desaparecido el género. No sé si tendrá recorrido pero aunque solo fuese por agradecimiento a lo mucho que significaron en la historia del toreo y los servicios que prestaron como iniciadores de jóvenes aficionados, sería justo que las empresas les diesen chance para crecer.

Toca recordar las viejas grandes leyendas: Llapisera por encima de todos, el elegante Laurelito, los poderosos Don Quien y El Tanque. Y más tarde los Celis, es decir los Bombero, Manolín entre ellos, que fue atleta y artista a la vez; Arévalo, al que tanto Charlot como Cantinflas le reconocieron personalmente como el mejor de sus imitadores, Don Canuto, El Toronto…

La noticia me da pie para recordar y rendir el pequeño homenaje de unas líneas a los mejores de la especialidad que llegaron a alcanzar rango de leyenda en mi tierra y en toda España, a muchos de los cuales llegué a conocer. El gran Llapisera, personaje que más allá de su bis cómica y su creatividad, fue un hombre de negocios e iniciativas que le situaron a gran nivel social y puso los espectáculos de su género en lo más alto. Laurelito, del que siempre se dijo que fue el cómico más elegante de todos, un chaqué, un periódico para leer y ¡que salga el toro!, he escrito toro, y partir de ese momento, sin levantar la vista de la lectura o eso parecía, entre displicente y distraído, le pegaba cambios y quiebros entre el estremecimiento y la risa general. Luego estaba Don Quien y El Tanque, toreros de poder, les reconocían incluso los de luces, cómicos de plaza hechos en las capeas de cuando las apreturas llegaban al estómago o los inviernos se alargaban más de la cuenta. Y más tarde llegaron los Celis, es decir los Bombero, que se afincaron en Valencia y además del fundador contó con un Manolín que fue atleta y artista a la vez; los Arévalo, cuyo fundador fue reconocido tanto por Charlot, que le vio actuar en una plaza de la Costa Azul, como por Cantinflas, amigo personal, como el mejor de sus imitadores; Don Canuto, un personaje entrañable y divertido hasta el final de sus días; y El Toronto, al que un buen día le retransmitimos una actuación por Canal 9 desde Benidorm y batimos récords de audiencia en prime time, todo ello sin olvidar las bandas de música que les acompañaban y les daban rango artístico y que al fin y a la postre fue el motivo de que todos ellos se asentasen en Valencia… Por todo eso y por más, sería justo que el intento de recuperar el género con este “Diversiones en el ruedo” tuviese éxito.

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