ENCUENTRO EN LA SAUCEDILLA

La tauromaquia verde

Compartimos jornada de tentadero a campo abierto con Ricardo Gallardo, Rafael Molina, Josele Cañaveral, Manolo González...
José Luis Benlloch
miércoles 22 de enero de 2020

Si no se me parte el palo,

aquel torillo berrendo

no me hiere a mí el caballo

Mi caballo es muy buen mozo;

ir en jaca es ir a pie,

que nadie llegó a la Habana

en un cascarón de nuez

La garrocha, el caballo, el bravo, el campo abierto… siempre han tenido connotaciones románticas y cierto halo de misterio y privacidad que enerva los sentimientos. Fernando Villalón fue quien mejor lo retrató. Es la tauromaquia en verde, verde en el mejor de los sentidos, verde naturaleza, verde esperanza, verde vida, verde alivio ante lo que cae en la ciudad…

La corrida del domingo

no se encierra sin mi jaca.

Mi jaca la marismeña,

que por piernas tiene alas

Venta vieja de Eritaña,

la cola de mi caballo

dos toros negros peinaban…

En las salinas del puerto

se encarga a los salineros

las garrochas de majagua

que gastan los mozos buenos.

Fotos: ARJONA

En busca de ese espíritu campero acudimos a La Saucedilla, donde se tientan machos de Fuente Ymbro a campo abierto. Es un día de fiesta y responsabilidades. Se buscan sementales y se testa la camada de toros de la temporada del 2022 cuando los erales de ahora serán toros de corrida. La Saucedilla son cuatrocientas cincuenta hectáreas en el término gaditano de Bornos, a la vera del pantano de Arcos, donde Ricardo Gallardo tiene el grueso de las vacas de vientre de Fuente Ymbro. Han acudido garrochistas de primera categoría, tres sagas, tres, ya se sabe que esto de la garrocha se agrupa por familias, en la mayoría de los casos familias ganaderas que son quienes mejor lo comprenden. Aquí están hoy los Cañaveral, los Molina y los González, más de quince jinetes. Luego, cuando hablas con ellos y les preguntas por los mejores, te nombran además a los Buendía, a los Domecq, a los Campos Peña, a los Guardiola, a los Miura, a los Erquicia, a los De la Puerta… una lista que excedería los lindes de un reportaje y a la que habría que añadir los matadores de toros que en la actualidad beben los vientos por lo que coloquialmente se conoce como el palo, locos por el palo hay muchos, empezando por Juli y siguiendo por Fandi, Capea, Perera, Tejela…

Ricardo Gallardo: “No creo en la tienta con la varita. Así que hago una selección previa de los erales que considero que pueden ser sementales y los traigo al corredero. Los tentamos y los que me gusta lo que hacen, los meto en la plaza y los toreo directamente”

Falta más de una hora para comenzar y ya se aprecia el trajín final de los últimos detalles. No debe fallar nada. En uno de los costados del corredero donde no interfieren ni en la carrera ni en la querencia de los novillos, se alinean en batería media docena de camiones. Garrochistas, amparadores y caballericeros se apresuran a poner a punto y atender a un puñado de caballos ya para entonces bien enjaezados, sin exceso de ornamentos porque no estamos de feria, pero con cuido y lujo. Los caballos presienten el compromiso, si lo sabrán ellos, que sus amos y ellos mismos se juegan, aunque no lo reconozcan, el prurito de ser los mejores. Es algo que nadie dice en voz alta pero todos lo intentan. Allí mismo el ganadero, Ricardo Gallardo, y el mayoral, Alfonso Vázquez, que han sido los primeros en llegar, intercambian notas e impresiones. En el rodeo, un cercado chico, esperan veintiséis erales de prácticamente todas las familias de Fuente Ymbro, es justo el lado contrario de la querencia, lugar donde los días previos se les ha echado de comer para fomentar ese apego contra el que tendrán que manifestarse en el tentadero. Al final todo se reduce a un dilema sobre el que tienen que decidir, de que se imponga su instinto de paz que está en una dirección o el espíritu de lucha que está en la contraria depende la nota de cada animal.

En los comienzos de la ganadería, cuando todo estaba menos seleccionado y no todos embestían, estas faenas eran poco menos que imprescindibles, se trataba de asegurarse lo más posible de qué ejemplares mostrarían la bravura necesaria en la plaza. No es nada definitivo, ni antes ni ahora, pero orienta. Gallardo dice que él lo utiliza como preselección.

-A mí no me gusta la tienta con la varita. No creo que aporte nada. Así que hago una selección previa de los erales que considero que por reata o por hechuras pueden ser sementales y los traigo al corredero. Los tentamos y aquellos que me gusta lo que hacen, los meto en la plaza y ya los toreo directamente, los quemo como decimos nosotros.

-¿A campo abierto que les ves?

-Veo el aire general de la camada. La tónica que viene. Luego de manera más individual les veo la bravura, ten en cuenta que tienen que embestir contra querencia y eso es muy esclarecedor. Les veo el son, la obediencia… A mí me gusta mucho el galope suelto, me dice muchas cosas.

Ricardo Gallardo: “Me gusta el galope suelto, anuncia clase, ritmo, buen aire… Eso es temple, mientras un galope contraído es violencia, genio…”

-¿Qué?

-El galope suelto anuncia clase, ritmo, buen aire… eso es temple, mientras un galope contraído es violencia, genio…

Además del mayoral Alfonso, ha acudido un picador joven, Manuel Sánchez, que viene de la mano del maestro Terrino, hombre de campo y varilarguero a las órdenes de Fandi, además de cuatro vaqueros, dos que están en la recogida y dos que están al cargo del rodeo y reciben las órdenes del ganadero para soltar los novillos que están de punta. Esa era tarea para la que antes se utilizaba un código de señales con banderas de distintos colores que ahora se han sustituido por los móviles y los Walkie Talkie.

En muchas ganaderías se han dejado de hacer estos tentaderos porque no creen en el sistema o simplemente porque no tienen la infraestructura necesaria, fundamentalmente el espacio para hacer el corredero. El de La Saucedilla todos coinciden en que es muy bueno, tiene kilómetro seiscientos metros de longitud y un buen piso que el ganadero define como tocado en arena, es decir, directamente arenoso, que se les hace pesado a los animales y ralentizan pronto las carreras.

La gozada de las vacas viejas y el magisterio de Fino

El día de La Saucedilla tuvo una segunda parte en la que corrieron vacas viejas y se toreó, a pie y a caballo, las que salían olvidadas. En tales menesteres Finito de Córdoba es más que experto maestro en buscarles las vueltas y encontrarles el resquicio, a veces un pitón, una distancia única, que suele ser milimétrica, ni un paso más ni un paso menos, una altura exacta para el cite y para el vaciado, un terreno en el que los animales se sientan más a gusto y se defiendan menos, en realidad un mapa y un guion del que es imposible salirse si le quieres pegar diez, quince pases de esos que te hacen sentir importante, de los que llenan tu ego de torero y entonces no encuentras en el Cossío por quién cambiarte. No es tarea fácil, todo lo contrario, porque pocas vacas, salvo milagro, embisten de primeras. Por todo ello, en realidad torear una vaca vieja es desarrollar un tratado de tauromaquia que ayuda a reafirmarte en tu estima de torero y hablo por quienes han experimentado esa sensación y por quienes no la hemos alcanzado nunca en ese nivel. Yo entiendo que Fino esté enganchado a tales menesteres. Debe sentirse Dios y para nosotros es un gozo verle por mucho coraje que te dé y acabes preguntándote por qué a ese torero no se le ve en las ferias.

En La Saucedilla toreó varias vacas que parecían toros, vacas que acababan embistiendo con nobleza y una templanza que hacían pensar que aquello era tarea fácil cuando en realidad era un milagro que se descubría en su auténtica dimensión cuando la muleta pasaba a otras manos y la vaca ni era tan noble ni tenía temple ni parecía olvidada.

Le siguió la estela con aires de buen discípulo González-Ecija, el chico que toreó el festival de la Maestranza, que apunta el buen cante y por si alguien lo dudase, que no hay por qué, ahí están los testimonios gráficos de Arjona. Remataba cada obra, es decir cada vaca, Josele Cañaveral, que tiene los caballos finos como si fuese a arrancar la temporada en Magdalena.

Luego como concesión a la chavalería de la garrocha, para animarles a echar pie a tierra y coger la muleta, que para muchos de ellos es como invitarles a doblar el cabo de Hornos, se derribaron varias eralas que embistieron templadas y con clase. Torearon los chicos de la nueva generación: Rafaelito Molina Domecq, incontenible a caballo y a pie, con una pasión que hace pensar lo mejor o quizá para ser políticamente correctos habría que decir lo peor, quiero decir con ello que o le frenan o acaba pidiendo paso a tareas de más compromiso para las que tiene muchas cualidades; salió con la muleta mostrando buenas maneras Juan Jiménez Filpo, ganado para la causa taurina recientemente y envenenado hasta los mismos pliegues del alma; toreó Manolo González de la Lastra, que aunque lo tiene todo, arte, maneras y hasta obligación genética para bajarse del caballo y empuñar muleta y espada, prefiere la garrocha. Y toreó su progenitor, Manuel González Sánchez-Dalp, que en sus tiempos mozos fue novillero bueno, valiente y sevillanísimo, al que en Valencia le vi matar una de Pablo Romero con una entereza que para sí hubiesen querido muchos de los que continuaron calzándose las taleguillas. Y como el que tuvo retuvo, le hizo cosas preciosas a las becerras, muy González.

Manolo González, Rafael Molina y Josele Cañaveral, los tres ganaderos de nacimiento, amantes del caballo y apasionados del tema, aceptan comentarme los detalles. Impecablemente vestidos de corto, zahones bien lustrados, el alancha perfectamente calado, que no todos aciertan en el detalle, los pañuelones, el marsellés….

Manolo González monta un alazano, lo mismo que su hijo Manuel y el amparador que viene con ellos. Urban, Abogado y Reno… son caballos cruzados, anglo hispano árabes… “Yo soy muy fan de los caballos de Pepe Benítez Cubero. Para mi gusto es una de las ganaderías que reúne más cualidades para esta faena”.

-¿Cuáles son esas cualidades?

-Un caballo de acoso debe ser rápido y ligero para alcanzar al becerro bravo, ya se sabe que lo bravo tiene muchas patas. Muy importante también es que estén muy domados, te diría que es la clave y luego lo que te he dicho, rapidez, corazón, buena boca, valor para hacer los quites… La doma, naturalmente, debe ser adaptada al campo, que no tiene nada que ver con el rejoneo.

-¿Caballo grande?

-Caballo mediano. Ni destartalado ni chico. La talla mediana, que esté reunido, que no sea largo, que tenga armonía, buen cuello…

Apasionado de esta disciplina se reconoce el peor de sus amigos, quiero pensar que con cierta retranca. “Sí, sí, yo soy el peor, no hay otro peor”, insiste, y me lo argumenta en su afición tardía.

-Es que comencé tarde. Yo no era partidario del acoso porque como torero, al toro bravo cuanto menos se le toque, mejor, menos aprende. Yo ni los herraría. Por eso es muy importante saber hacer el tentadero, para no perjudicarle. No se le puede dar vueltas, hay que tirarle de largo… Esto no es el rejoneo y los hay quienes solo les falta poner banderillas. Por el bien del toro es fundamental hacerlo bien.

-¿Y qué te convenció para hacerte garrochista?

-Lo hice cuando me quité de torear por seguir pegado al toro, por mi afición al caballo y porque entiendo que si se hacen las cosas bien no es malo. Y también por lo que tiene de tradicional.

Josele, por su parte, monta un castaño, hispano luso árabe al que atribuye muchas cualidades para rejonear. Según Gallardo, él es uno de los mejores con la garrocha. “Es mu güeno, mu güeno, lo digo yo”, halago al que el propio Josele trata de restarle intensidad sin llegar a negarlo, faltaría más. “Qué va, qué va, los hay muy buenos”.

-¿Tú crees en la utilidad de estos tentaderos más allá del divertimento?

-Lo que va a ser el toro en la plaza no se ve a ciencia cierta, pero sí se aprecia la tónica general. Y lo que sí se ve es el manso y el bravo. Los extremos se ven y eso ya es muy importante. Así que sí creo.

Josele Cañaveral: “Lo que va a ser el toro en la plaza no se ve a ciencia cierta en el campo, pero se aprecia la tónica general. Lo que sí se ve es el manso y el bravo, los extremos, y eso ya es muy importante”

Dice que le gusta este corredero por arenoso y por tener bien marcadas las querencias, y me explica la teoría del acoso.

-A un lado el rodeo, en el otro la querencia… El becerro sale con una velocidad importante, que se va mermando. Hacen falta un amparador y un garrochista. El primero le va dando palos sobre la penca del rabo y cuando cree que es el momento oportuno, el garrochista entra y lo derriba. En ese momento, el becerro se enfadará y se embrocará, y hay que ponerlo en suerte ante el picador, que estará en el sentido contrario a la querencia. ¿Más largo o más corto?… Hay que ponerlo donde diga el ganadero.

Rafael Molina, por su parte, montaba un tordo muy fuerte de nombre Algarbe, que en realidad es de su hijo Rafita, que llevaba a Bohemio, más acorde a su corta edad. “Para la garrocha los caballos lo que deben tener fundamentalmente es corazón”, resume Rafael cuando le pregunto por las cualidades de un buen caballo de garrocha y se extiende seguidamente.

-Las cualidades físicas son importantes pero si un caballo tiene buen corazón y además tiene valor, tiene más que de sobra.

Y pasa a explicarme que corazón y valor no es exactamente lo mismo, que el corazón es para querer ir a los sitios y el valor para quedarse, para hacer los quites y llevar los becerros donde haya que llevarlos con soltura y dominio.

-Claro que si además tiene velocidad y tiene potencia, mejor, eso ayuda, pero corazón y valor son la clave. Ahora se utiliza mucho el término torero, que sea torero dicen, pero eso está muy bien para el rejoneo, para un tentadero lo importante como te digo es que tenga corazón para ir y valor suficiente para aguantar los becerros y llevarlos al caballo de tentar, que es detalle muy importante. Hay caballos que derriban muy bien pero a la hora de ponerlos al picador no se acercan porque tienen miedo o son más teclosos.

Rafael Molina: “Las cualidades físicas del caballo son importantes pero si tiene corazón y además tiene valor…, que no es exactamente lo mismo; el corazón vale para querer ir a los sitios y el valor para quedarse, para hacer los quites y llevar los becerros donde haya que llevarlos con soltura y dominio, con eso tiene más que de sobra”

Cuando le pido que elija entre caballo grande o chico coincide con Manuel y se queda con el mediano.

-Corazón tienen los caballos grandes y los chicos pero no cabe duda de que el caballo mediano se mueve mejor, tiene más facilidad, se reúne mejor, se revuelve en un espacio más corto de terreno y es, por tanto, un caballo más versátil. Para las faenas de campo no hace falta que sea muy grande.

-Hablemos del valor del jinete.

-Debe tener el justo.

-¿Eso es mucho o poco?

-No tiene por qué ser mucho, el justo. Lo que importa es el conocimiento, como pasa en el toreo, el conocimiento te da valor, la seguridad necesaria para hacer lo que tengas que hacer en cada momento. Si tienes conocimiento de lo que es el toro bravo en el campo, de su velocidad, de la distancia, del ritmo… tienes mucho adelantado. Es muy parecido al toreo, de hecho los toreros aprenden muy rápido a hacer el tentadero porque tienen sentido de las querencias, de las velocidades, de los ritmos…

-Para alguien que sea un lego en la materia puede parecer que se necesita mucha fuerza para derribar.

-No, no, es más cuestión de técnica que de fuerza. Con el bravo que se caracteriza por la velocidad con la que se mueve lo que importa sobre todo es la técnica, el saberse colocar, el sitio, el momento, que el caballo responda, que tenga temple, que no se tire, que quiere decir que se vaya muy fuerte contra el becerro, hay que ir de menos a más, hace falta un ritmo a la hora de derribar…; con el manso es distinto, hace falta la técnica pero la fuerza cuenta mucho, si una vaca pesa seiscientos o setecientos kilos, imagina.

Rafael Molina: “El garrochista más técnico de la historia ha sido Mariano Zúmel. Después ha habido otros extraordinarios como Pepe Cobas, Rufino Moreno Santamaría, Ignacio Sánchez Ibargüen…, esos de la generación de mi padre, luego corrieron muy bien Humberto Domecq, Toto Miura, los Buendía, Borja, mi suegro…, la mayoría ganaderos de bravo”

Cuando le pregunto a Josele por las cualidades de un buen caballo para estas faenas lo tiene igualmente muy claro.

-A mí me gustan los hispanoárabes. El español da la nobleza y el árabe la velocidad. El hispano angloárabe también me gusta. Que tenga velocidad es muy importante, hay amparadores o garrochistas que no llegan porque se quedan sin la velocidad necesaria y se les va el becerro en el momento clave.

-Más…

-El caballo debe ser un acordeón. Tiene que alargarse y acortarse. Quiero decir que además de la velocidad debe estar domado para que puedas pararlo, retenerlo cuando debas y que te responda. Al final es una combinación de velocidad, doma y corazón. Es lo que permite al final poner el becerro en suerte, hay caballos que no les llegan, sacan miedo en esa última parte de la faena. He de decir que últimamente los caballos están bastante conseguidos, la tónica general es muy buena.

Naturalmente cuando sale un caballo estrella su fama corre entre los garrochistas y aficionados. “Sí, todos estamos pendientes de los caballos de los otros, ten en cuenta que todos somos amigos y nos gusta esto con locura”. De los caballos históricos me recuerda a vuela pluma a Artesano, a Naranjito, de la ganadería de Benítez Cubero, a Olimpo, de Juan Carlos Buendía, a Malagueño, de Álvaro Domecq…

Josele Cañaveral: “El caballo para la garrocha debe ser un acordeón. Tienen que alargarse y acortarse. Además de tener velocidad debe estar domado para que puedas pararlo, retenerlo cuando debas y que te responda. Es una combinación de velocidad, doma y corazón”

-¿El caballo bueno para derribar es bueno para el rejoneo?

-No tiene por qué. Yo, que he tocado los dos palos, te puedo decir que el que es bueno para el rejoneo sí suele ser bueno de garrocha. Es mayor el porcentaje de caballos de torear que sirvan para la garrocha que viceversa, porque las faenas del campo son un poco bruscas y los caballos muchas veces cogen miedo, y luego llevar eso a la plaza no es cosa fácil. Y las ayudas son un poco al revés.

-¿Las ayudas?

-En el acoso entras por el lado derecho, con lo cual la ayuda es con tu pierna izquierda y en el rejoneo es todo lo contrario, la ayuda es con la pierna derecha.

Manolo González: “Muy importante es que el caballo esté muy domado, diría que es la clave, y luego que tenga rapidez, corazón, buena boca, valor para hacer los quites… Soy fan de los de Benítez Cubero”

Trato de sorprenderle en la elección del mejor garrochista, que es cuestión en la que no quiere comprometerse y vuelvo sobre el tema.

-Hay gente muy buena. Mi padre fue muy bueno hasta que se rompió la pierna. Yo tuve mucha relación con los Buendía y Juan Carlos, que tenía a Olimpo, Javier, con Ficha, eran extraordinarios, también Álvaro Domecq, yo compartí mucho tiempo con él, viví en su casa y era un grande. Ahora también los hay muy buenos.

Rafael Molina también tiene sus referentes.

-El garrochista más técnico de la historia ha sido Mariano Zumel, sin duda. Después ha habido otros extraordinarios como Pepe Cobas, Rufino Moreno Santamaría, Ignacio Sánchez Ibargüen… esos de la generación de mi padre; luego corrieron muy bien Humberto Domecq, Toto Miura, los Buendía, Borja, mi suegro… la mayoría ganaderos de bravo porque como te decía es muy importante el conocimiento del toro en el campo. Los que han sido ganaderos o gente muy próxima a la ganadería tienen mucho adelantado.

Las viejas y legendarias garrochas de madera de majagua han quedado para cuestiones decorativas en los salones y zaguanes de los cortijos, en la actualidad se utilizan de fibra de carbono, que son mucho más ligeras y resistentes. No se añoran. Josele recuerda: “Se partían mucho y pesaban mucho pero cuando empecé era lo que había. Algunos días partías siete u ocho palos y eso no compensaba”. Manolo me apunta como dificultad principal de las de majagua, que cuando se partía una garrocha era muy difícil, casi imposible, encontrar otra igual y había que acoplarse de nuevo.

Manolo González: “Yo no era partidario del acoso porque al toro bravo cuanto menos se le toque, mejor, menos aprende. Ni lo herraría. Por eso es muy importante saber hacer el tentadero. No se le puede dar vueltas, hay que tirarle de largo… Luego me ganó por estar cerca del toro”

En las diferencias que hay entre el bravo y el manso todos coinciden en la velocidad. “El bravo es mucho más rápido, con la particularidad de que se recuperan”, resalta Josele, “cogen aire y tienes que tener mucho caballo para llegarle. El manso en realidad se corre para poner los caballos para el bravo aunque también hay ganaderos de manso que utilizan el acoso y derribo para herrar, en lugar de meter los becerros y las becerras en un cajón, los derriban y los hierran en medio del campo”.

-Josele, ¿y de rejoneo?

-Es una droga. Lo dejé pero eso nunca se olvida. A mí me gustaría torear algún festival. Tengo un caballito bueno, un hispano, luso árabe… ya lo has visto, se llama Caramelo.

Acabando la jornada, Manolo González me habla de los mejores garrochistas que ha conocido y diferencia entre los garrochistas de concurso y los del campo. “En el campo, en tentaderos, Luis Guardiola, también Jaime, Álvaro Domecq, Antonio Miura…”.

-¿Y Manolito González de la Lastra?

-Está empezando. Le queda mucho que aprender pero tiene buenas cualidades, es buen jinete.

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