La Pincelada del Director

Tres brujos para desafiar un cierre

José Luis Benlloch
lunes 10 de febrero de 2020

En México tarde, noche en España, los reclamos televisivos anuncian que han juntado a tres españolitos de los tocados por la mano de Dios. Tipos que hacen magia donde otros sufren. Caprichos del destino que les eligió a ellos. Hay más, poco más pero alguno hay. Tres señalados para seducir incluso sin toro, tal es su dominio. Tres son tres. La imprevisibilidad intimista de Ferrera, reinventado, reencontrado, creativo, desordenado y vuelto a ordenar en su otro personaje, capaz hacer lo que nadie piensa que se puede hacer ni siquiera imaginar; me refiero igualmente, por antigüedad el primero, a la elegante puesta en escena de Ponce, dominador de los tiempos, portador de una técnica lidiadora capaz no solo de disimular cualquier arista sino de hacer posible lo imposible, que parezca que embiste lo que no embiste, orgullo gallista cien años después, figura a batir, y en ello están varias generaciones, por algo será; la tarde contaba además con el embrujo de Morante, el artista sin límites, un tipo que es capaz de hacer bello hasta la mismísima huida, el de la Puebla es Farruco, es Amaya y es el Paula en un mismo sentimiento.

En México tarde, noche en España, los reclamos televisivos anuncian que han juntado a tres españolitos de los tocados por la mano de Dios. Tipos que hacen magia donde otros sufren. Tres señalados para seducir incluso sin toro, tal es su dominio. Tres son tres

Me quedé a verles en la tele con toda la ilusión del mundo, a riesgo que desde la imprenta mi amigo Pepe Benet, regente, impresor, amo y amigo me mandase tres avisos y cerrase la edición de Aplausos sin mí. Asumí el riesgo porque tuve la intuición de que podía valer la pena. Al fin y a la postre si hay tres personajes que para hacer brujerías no necesitan el toro tal y como lo entendemos a este lado del charco, son esos tres y el cuerpo de aficionado me pedía espera. Así que esperé a riesgo de ser víctima de las razones y urgencias de Pepe Benet. ¿Qué quien es Benet?… El penúltimo, uno de los pocos hombres de su oficio que todavía sabe los puntos que tiene un cícero o cómo se utiliza el cordel de medir o las pinzas de regletear. Merece unos manguitos ¡y una visera! pero no es un antigualla, sin alejarse de los orígenes ha sido capaz de hacer, sin traicionarse, el tránsito del plomo al offset y luego al ordenador y hasta acepta la redes por mucho que supongan un puntillazo al papel, su papel. Es uno de esos tipos que en lugar de sangre tiene tinta en las venas, al que yo le he visto darle prisa a los directores cuando los directores eran directamente primos hermanos de Dios, que no es el caso, y aun así quise esperar para contarles lo que hacían los magos en la México, sí en la México, ya sé, pero es que si alguno sin toro, o con aquel toro, es capaz de que valga la pena desafiar a Benet son esos tres y más si llegan juntos. Al final me he tenido que rendir, en la México seguían los preámbulos. Página entregada, pues. Ya les contaré la semana que viene.

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