FERIA DEL MILAGRO

Morante, Manzanares y Aguado, recital de toreo en Illescas

Desorejan a un toro de su lote en una corrida de mucho interés en la que se puso el "No hay billetes"
Gonzalo I. Bienvenida
sábado 07 de marzo de 2020

Fotos: JULIO PALENCIA

La muchedumbre se apretaba en los tendidos de Illescas durante el paseíllo. No cabía un alfiler. El primero de José Vázquez era una pintura, precioso. Las seis verónicas de Morante y las dos medias hicieron presagiar el lío gordo. El toro apuntó sosería, Morante aliñó la embestida con tres chicuelinas con su sello y la media, sin afectaciones, fue colosal. Se estrenó con acierto Juan José Trujillo en la cuadrilla del genio de la Puebla dejando dos pares intachables en la cara. En la faena el toro resultó descompuesto, carente de ritmo aunque permitió a Morante estructurar una faena llena de detalles y sabor. Al natural llegaron muletazos profundos, sentidos, en redondo. La gracia acompañó todo el trasteo hasta que cogió la espada… Dos pinchazos de dudosa colocación y otros tantos golpes de descabello empañaron lo logrado.

El castaño que hizo cuarto, más armado que sus hermanos, fue dinamita en los primeros tercios. Sin parar, se arrancó a todo. Morante lo saludó genuflexo, empezó entonces un recital de torería que duraría toda la faena. En varas y banderillas reinó el desorden por la movilidad del toro de José Vázquez. El afán de Morante fue poderlo: empezó la faena en tablas con la rodilla en tierra, cada muletazo fue un cartel de toros. Las tandas se engarzaron una tras otra sin respiro. Por el derecho el toma y daca generaba una bella tensión, por el izquierdo el toreo no pudo ser más puro. A continuación varios muletazos a dos manos. Un paseo para coger aire y otra segunda parte de la faena de trepidante emoción. Otro monumento al natural con el de Vázquez obedienciendo sin entrega y un Morante completamente metido en la obra, más centrado que nunca. Cada muletazo traía un ole profundo y unísono. Una maravilla de obra. El toreo a dos manos, genuflexo y por bajo con el que cerró la faena fue único, irrepetible, genial. La estocada quedó rinconera. Dos orejas.

El segundo de José Vázquez, alto y armado, enseñando las palas, hizo numerosos extraños de salida. Especialmente por el pitón izquierdo, por el que en una colada casi se lleva por delante a Manzanares. A las cuadrillas también les volvió locos por ese pitón. Daniel Duarte saludó tras dos grandes pares de banderillas. Manzanares dio distancia al toro y fue el único que apostó por él. Respondió el de José Vázquez con una emocionante embestida por el pitón derecho. Las tandas se sucedieron una detrás de otra, con la incertidumbre de los remates por el izquierdo y el empaque inconfundible del alicantino. Las siguientes series fueron de tres muletazos, el último muy enroscado, más el remate final. Por el izquierdo el toro mostró su irregular condición: se frenó, acortó el viaje y protestó. Las pausas reinaron en una faena estructurada con inteligencia. Media estocada recibiendo, algo trasera y caída, que no impidió que cortara las dos orejas.

El quinto fue devuelto al lastimarse. El sobrero, con cara de eral, fue protestado como el titular por su lamentable presentación. Hizo algunos extraños de salida. En líneas generales su comportamiento resultó rebrincado e informal. Manzanares lo intentó por ambos pitones sin resultado más allá de los derrotes del toro. Lo mejor de la actuación llegó en la suerte suprema: gran estocada.

Se devolvió el mal presentado tercero, que se descordinó. El sobrero, de la ganadería titular, fue altote y de fea cara: ancho de sienes, sin perfil, un punto bizco. Pablo Aguado le propuso el temple de su capote como medida para corregir su embestida con las manos. No surtió efecto. Acusó la querencia hacia los adentros condicionando una faena poco estructurada. La irregularidad de la embestida, unas veces falta de humillación y casi siempre carente de ritmo, se combinó con el mimbre de la nobleza para hilvanar la faena. Hubo muletazos con la despaciosidad, el trazo y la naturalidad que todo el mundo esperaba pero faltó pasión al conjunto, que resultó algo anodino. Enterró la espada pero requirió el uso del descabello.

Completó la corrida un toro de Daniel Ruiz, de escaso perfil aunque buena hechura. Pablo Aguado lo recibió en el tercio con una larga cambiada de rodillas. Las verónicas posteriores fueron arrebatadas, ganando terreno. La media tan desgarrada llevó al toro a enterrar los pitones y dar una vuelta sobre sí mismo. No importó. Aguado lo llevo al caballo con unas chicuelinas al paso muy toreras. El quite por verónicas tuvo compás, la ovación rompió al echarse de rodillas para rematar con la media. Gran disposición. El inicio de faena fue tan templado como natural, con muletazos bellísimos como el pase de pecho final. El de Daniel Ruiz mostró una gran clase. ¡Qué despacio lo toreó Aguado! Lo cuajó por los dos pitones, sobre la derecha con el compás más abierto, al natural a pies juntos y de uno en uno. Regaló trincherazos, molinetes, pases de la firma, redondos de un gusto exquisito. Algunos naturales duran todavía. La estocada hasta las cintas completó la gran faena: dos orejas.

Illescas (Toledo), sábado 7 de marzo de 2020. Feria del Milagro. Cinco toros de José Vázquez y uno de Daniel Ruiz (6º). El 1°, a menos; el 2°, importante aunque solo por un pitón; el 3° bis, soso; 4°, con movilidad; 5°bis, rebrincado; y enclasado el 6°. Morante de la Puebla, saludos tras aviso y dos orejas; José María Manzanares, dos orejas y ovación con saludos; Pablo Aguado, ovación con saludos y dos orejas. Entrada: Lleno de “No hay billetes”.

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