“Adéu als bous; adéu Espanya”, artículo de José Ignacio Wert

El texto fue publicado en varios medios de comunicación tras la prohibición del toreo en Cataluña
Redacción APLAUSOS
miércoles 21 de diciembre de 2011

José Ignacio Wert, el nuevo Ministro de Cultura, Educación y Deporte -ministerio del cual depende el toreo desde su reciente salida de Interior-, publicó en varios medios de comunicación en agosto de 2010 un artículo de opinión acerca de la por aquel entonces reciente prohibición catalana contra la fiesta de los toros.

En el escrito denuncia la clara voluntad separatista de la medida con todo cuanto tiene que ver con España -por encima, a su juicio, de cualquier sentimiento animalista-, aunque tampoco se posiciona con claridad a favor del toreo.

El artículo íntegro, titulado “Adéu als bous; adéu Espanya”, es el siguiente:

“La tribuna de invitados del Parlamento de Cataluña, abarrotada, como la plaza del dúo Sacapuntas, pero en este caso de antitaurinos de vario pelaje, prorrumpe en una atronadora ovación. Benach, el presidente de la Cámara, sonríe beatífico y, ruega, en voz muy baja, un poco de orden, sin que sus ojos oculten la complicidad con los aplaudidores que violan el artículo 186 del Reglamento del Parlamento. En vano. Buen número de diputados y diputadas, a su vez, se vuelven a aplaudir y a jalear a quienes desde la tribuna de invitados se ciscan en la norma que ellos mismos se han dado para regular la vida parlamentaria.

Pero se entiende. ¿Cómo parar mientes en tiquismiquis legalistas ante un paso en la Historia de la Humanidad como el dado por 68 votos (32 de CiU, 21 de ERC, 12 de IC-V, y tres socialistas) que erradica las corridas de toros en Cataluña? Emociones así sólo se viven una vez en la vida.

Es posible que el primer motor de la Iniciativa Legislativa Popular aprobada por el Parlamento sea una sensibilidad hacia la llamada tortura a los toros, que respeto absolutamente, pero que no comparto en absoluto. Creo que la vida de un toro de lidia es envidiable si se compara, por ejemplo, con la de sus congéneres domésticos. A cambio de 15 minutos agónicos el toro vive siempre en libertad, cuando el buey de carne vive estabulado; el toro se alimenta solo de hierba, lo que más le gusta, frente al buey, que debe conformarse con pienso; el toro vive entero y no castrado como el buey. Pero reconozco que no soy toro de lidia (ni, por otra parte, buey de carne) y no estoy en condiciones de hacer el ‘trade-off’ entre una y otra vida, una y otra muerte.

Ahora bien, de lo que no tengo la menor duda es de que el impulso político que arrastra a los diputados del ‘no’ tiene que ver con los llamados derechos de los animales lo que con el arroz con leche. Si pusiéramos toda nuestra conducta respecto a los animales bajo el estándar de exigencia aplicado a los toros, la consecuencia es que todos deberíamos ser veganos por obligación. ¿O es que el estrés que los etólogos han demostrado que sufre el ganado antes del sacrificio vale menos que los puyazos?

No va por ahí la cosa. La prohibición de los toros en Cataluña es pura política de desidentificación. No basta con afirmar la identidad cultural propia, no llega con la sardana, los ‘castellers’ o los ‘caganers’ del Nacimiento. No. Es preciso desterrar todo lo que resuene a patrimonio simbólico y cultural compartido: la Fiesta Nacional, Paquito el Chocolatero, y otras adherencias cutres de la bárbara España. El que no lo quiera ver, como Zapatero, y se trague (o diga que se traga) la milonga animalista, allá él. Pero esto va de lo que va. De ‘Adéu Espanya’, mayormente. Y, si no, al tiempo”.

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