El argumento de la semana siguió siendo Sevilla. Y debería seguir siendo Sevilla hasta que se logre entre todos, incluidos los maestrantes, ponerla en pie o dicho de otra forma, en su sitio. Vital, económicamente fuerte, valorada en lo artístico, convertida en referente, no para ser igual que ella que eso es imposible y seguramente tampoco convendría porque cada cual debe ser cada cual y Sevilla tiene difícil trasplante, pero en su mejor versión debe ser un estandarte del que presumir y una de las imágenes del toreo más hermosas y necesarias de la que tomar nota. Justamente como no lo ha sido estos últimos años en que se ha tambaleado al borde del KO técnico, golpeada por las conveniencias de unos, la interesada pasividad de otros y ahí vuelvo a señalar a los maestrantes y la vorágine cortoplacista del menudeo taurino que piensa que todo se arregla con unos cuantos exabruptos. La cuestión es de tal trascendencia, perder Sevilla supondría comenzar a perder definitivamente el futuro, que conviene volver sobre ello cuantas veces haga falta porque, y ya no vale limitarse al contencioso de la empresa Pagés con los ahora llamados G4 que con ser importante, mucho más es el marco en el que se juega la temporada en Sevilla estén ellos o no estén ellos.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1961
