Fotos: ARJONA
En el epicentro de la Sierra de Gibaldín se encuentra una de esas ganaderías que poseen como seña de identidad el apego a una sangre tan personal y de tanta clase como es la de Osborne. Una sierra, un paraíso natural que atraviesa parte de la provincia de Cádiz, agigantando su importancia en el término municipal de Jerez de la Frontera. Rodeada de llanuras que circundan los valles de los ríos Guadalquivir y Guadalete, la de Gibaldín es una sierra que en realidad es una atalaya natural, un lugar estratégico. Todos los machos de Rocío de la Cámara pastan en sus estribaciones.
“Esto ha sido, y continua siendo, un proceso largo donde hemos llegado a lidiar un año en la Corrida de la Beneficencia de
Madrid, nos han dado muchos premios en plazas señeras de Francia como Bayona o Nimes, también hemos pasado nuestra travesía del desierto, pero aquí estamos. La vida de una ganadería es larga y posee altos y bajos. Lo importante es tener la mente abierta y no perder nunca la afición”, sostiene la ganadera.
PUREZA DE OSBORNE
A lo largo del tiempo no ha variado la afición por el toro bravo. Pero sí cambiaron los parámetros y el encaste. Lo que durante años fue predilección por todo lo procedente de Carlos Núñez, hoy es un estandarte de la línea más suculenta y pura de
Osborne. “Hoy el encaste es Osborne y Domecq”, especifica la ganadera, antes de recordar: “Las primeras vacas de Osborne las compré en los años 80 que fue cuando me enamoré de la pureza genética de ese encaste. Desde entonces he creído mucho en esa raza, en su fondo de bravura, en su galope y por encima de todo en su calidad. Hace unos años echamos un toro de Núñez del Cuvillo, de nombre Timón, indultado en Tarifa, que nos ha servido para refrescar y apuntalar todas las líneas que tenemos de Osborne y Domecq“.
La clase como seña de identidad. La calidad, en definitiva. Rocío de la Cámara no oculta que su concepto de bravura se encuentra mediatizado favorablemente sobre esa base. “Siendo muy niña recuerdo que don Álvaro Domecq me dijo en un tentadero que si selecciono buscando clase, mis toros sacarían clase porque la clase me daría clase. En aquel momento no di importancia a sus palabras pero el tiempo me ha demostrado que tenía mucha razón”, afirma. Sin embargo, su fijación por la calidad no le hace perder la perspectiva de saber que el toro bravo debe tener otras características que acompañen a la clase: “Es evidente que únicamente con la calidad no moldeas un toro bravo porque al final el toro ideal que cada uno buscamos es una suma de factores. Personalmente, el prototipo del toro que busco es una fusión entre la bravura, la nobleza y la propia clase, que a su vez es la unión de otras características como la repetición, la humillación, la profundidad y el galope”.
La exigencia en el tentadero es un puntal para buscar ese toro ideal que nos ha definido Rocío de la Cámara. El banco de pruebas, el secreto mayúsculo de todos los criadores de toros bravos. “Para llegar lejos criando toros debes ser muy exigente”, sentencia la ganadera. “Nosotros utilizamos dos criterios que nos han dado buenos resultados a lo largo del tiempo que es la seriedad en el manejo y la escrupulosidad a la hora de la selección. Sin olvidar un tercer factor que es muy importante tanto en el campo bravo como en la vida que es la suerte”.
ÉXITOS EN LA MAESTRANZA
Sevilla está siendo una plaza importante para Rocío de la Cámara. Siempre lo fue. Ella es sevillana y por tanto, hablar de La Maestranza es referirse a la plaza de sus sueños. La pasada temporada lidió una buena novillada a la vera del Guadalquivir. “Salió muy buena, cortó David de Miranda una oreja y los otros dos novilleros fallaron con la espada pero hubo novillos buenos”, recuerda antes de ponderar la extraordinaria novillada que lidió al final de temporada en Varela de Abajo, una localidad de la provincia de Cuenca donde le dieron la vuelta al ruedo a dos ejemplares y a tres les cortaron el rabo: “Hay días que se juntan todos los factores necesarios y ese fue uno de esos. Embistieron los seis novillos, entraron las espadas y fue un espectáculo brillante”.
Para el resto de la temporada, Rocío de la Cámara tiene previsto lidiar seis novilladas con caballos y una preciosa e imponente corrida -cuyos toros ilustran estas páginas- cuyo destino será la plaza de Madrid. “Esa es la idea aunque de momento no nos han confirmado cuándo se va a lidiar. Tenemos nueve toros para Las Ventas, esperamos que se anuncie en el mes de agosto”.
Ganadera de gran afición, Rocío de la Cámara es pura pasión por sus animales y por continuar desarrollando su concepto de crianza del toro. “Ser ganadera es una satisfacción. Es sacrificado y no está recompensado desde un punto de vista económico, pero cuando ves galopar a un toro y ves lidiar un animal que se acerca a ese ideal de toro bravo que posees en la cabeza, eres la persona más feliz del mundo”, reconoce.
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