El sevillano estuvo por encima de sus toros aunque el rejón de muerte y la cicatería del presidente le privan de la puerta grande. La capacidad de la plaza de toros Oriente en San Miguel de Allende, Guanajuato, resultó insuficiente para dar cabida a la multitud de aficionados que querían presenciar la actuación del rejoneador Diego Ventura. La noche dio un toque de intimidad a la corrida en la que los espectadores se entregaron sin cortapisas al quehacer taurino de Diego Ventura, a quien su solvencia técnica lo llevó a estar por encima del primero de su lote de la ganadería de Cerro Viejo, que a las primeras de cambio se agarró al piso y tuvo que encelarlo mucho para obligarlo a embestir a la cuadra que presentó y que estuvo integrada por Triana, Cantú y Califa. El otro astado de la misma procedencia se movió un poco más, sin embargo, le faltó clase. Ante este se desenvolvieron como pilares de su obra Chocolate, Nazarí, Wellington y Califa. A este ejemplar le tenía cortadas dos orejas, pero como lo despachó hasta el segundo viaje, eso sí de un rejonazo, el juez se negó a conceder apéndice alguno a pesar de la ruidosa insistencia del público. Fue ovacionado en sus dos toros. Diego Ventura torea hoy domingo en Morelia, Michoacán.
(Foto: Donaciano Botello.)
