Un tal Vendrell dice que el derecho de un animal a no recibir maltrato es un derecho social del siglo XXI. Casi el 20% de los catalanes, pobres de pedir. Y resulta que el nuevo logro es que los animales tengan buen trato. Se refiere a las corridas de toros, claro.
Puestos a usar el castellano que usan, lo uso con el mismo derecho, intención y mejor tino, sin aprovechar la lengua para mentir. Por delante, a los de Esquerrarepublicanadecataluña, les invito, antes de debatir en castellano, a un verso de un rojo admirado que iba a los toros: “Destacagada madre, laberinto de mierda, en su vientre a luz no da, da a sombra, a pedihorror. Destacagados pútridos, viruviolentos cagatiránidos, rompetapanarices, hedor, peste del mundo”. Rafael Alberti.
¿Pues no dijo en la Comisión de Hacienda del Congreso un tal Vendrell que el derecho de un animal a no recibir maltrato es un nuevo derecho social del siglo XXI? Este hombre caga fuera del váter o lo desconoce (la mierda, no el váter), es memo, lelo o memolelo, perro o gato o mascota, castrado o entero puesto en duda, pero no humano. Pero, ¿cómo es posible que un político diga semejante cagada en Madrid llegando de una Cataluña con una tasa de pobreza de casi el 20%? Casi el 20% de los catalanes, pobres de pedir. Y resulta que el nuevo logro es que los animales tengan buen trato. Se refiere a las corridas de toros, claro. Porque a Vendrell los animales le importan el mismo pedihorror que el 20% de pobres de su naciónpaísbisnes.
Venido de un lugar con 218.000 hogares cuyos miembros están todos en paro, el logro social, la lucha social del siglo XXI es para el animal. Este laberinto de mierda comienza a ser, de verdad, el pedihorror que dijo Alberti, poeta rojo, que iba a los toros. Pero, claro, era de Andalucía. Porque, sépase, un rojo andaluz es un facha en Las Ramblas, un perro de Madrid es tan facha en Las Ramblas como el rojo andaluz y, por supuesto, una gata de Zafra en el Ampurdá, es una charnega. A ver, que el perro ha de ser nacionalizado catalán, y, por supuesto, la gata, con derecho a decidir e independiente. Cataluña ha de ser un país avanzado de mascotas independientes del Estado central de las Mascotas.
Este hombre supuesto de imbecilidad política sin sospecha, pertenece a un grupo de enmariguanados ideológicos (no me negarán que hay más creatividad en estos términos que los usados por ellos al son de maltratador, torturador o asesino) a los que el hombre, la mujer, el perro, la gata, la caca del perro y de la gata, o es nacionalista y republicana, o es facha. Sí, la mierda de perro cagada por un perro en Las Ramblas puede ser: A) un simple y hasta honorable desliz al descuido si el perro es nacionalista catalán, y por ende, la mierda cagada, al ser heredera directa del primero, es mierda nacionalista catalana; B) si la cagada la caga un perro no nacionalista catalán, la mierda tampoco es nacionalista catalana y cagar es delito. A) es ciudadanía y B) es fascismo centrista.
Y todo ello lo dice Vendrell para argumentar que hay que poner fin a las subvenciones (sic) públicas de las corridas. Algo tan inexistente como la cerrazón de pretender que la mierda cagada por un perro en Las Ramblas sea catalana catalana. Nacionalista. Una mierda con pasaporte catalán. Les destripo el argumento con sutil inteligencia. Ahí la llevas Vendrell, mi alma, mira. Resulta que la carne de pollo que llevan los compuestos para que coman los perros (sí Vendrell, sí, se matan animales inocentes pío-pío para dar de comer a sus mascotas nacionalizadas) sale de granjas de Lepe, de Llerena o de Sri Lanka. Es comida importada. Por ende, lo que se caga a partir de la comida importada es, en lógica, mierda importada. Comida de fuera, cagajón de fuera. Moraleja: “Destacagada madre, nacionalismohedor, antitaurinismo de flato y eructo, dáse la circunstancia erecta, que ni cagada, ni reivindicada mierda, catalananacionalista es ”. Ya lo siento, Vendrell, hijo.
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