Dos cosas que me preocupan mucho. A mí y a cualquiera que tenga dos dedos de frente. Una es la base: la casta del toro, la emoción del toro, la movilidad, la sensación de grandeza de la Fiesta. Está bajo el nivel, demasiado y lo que es peor: la élite se ha reducido excesivamente a cinco, seis y poco más de corridas “preferidas” por las figuras. Y eso ha achicado el mercado. Eso ha arruinado a muchos ganaderos. Arruinado en lo económico y en lo que es peor: en la moral y la pasión de criar toros, con una pregunta clave, ¿para quién? Y este sistema ha sido terrible. Exterminador.
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